Señor
mío, Jesús,
puesto que Tú eres la verdadera luz, la
unción, la palabra y toda virtud,
ilumina mi entendimiento,
cura mis afectos,
dirige mi lengua
y fórmame para el misterio.
Que tu gracia, viniendo a mi, pase a mi
inteligencia, de mi inteligencia a mi voluntad, de mi voluntad a mi corazón, de
mi corazón a mis labios, de mis labios a mis obras y que crezca siempre en mi.
AMEN.
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