“TAMPOCO YO TE CONDENO. ANDA Y, EN ADELANTE, NO PEQUES MÁS”
Hoy resuenan estas palabras tan liberadoras y restauradoras. Palabras de esperanza, de oportunidades, de confianza… de amor.
Es Jesús, y sólo Él es capaz de saltar barreras y normas para rescatar a la persona en el “pozo” profundo de la humillación y exposición pública…
Tres palabras: Libertad, Verdad y Amor. Todas ellas son protagonistas en esta escena.
Libertad para buscar respuestas creativas ante las situaciones de presión y coerción: “El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra”.
Verdad: “y, en adelante, no peques más”. Hay una información implícita en estas palabras. Se trata de una afirmación precedida por “anda”, expresión que lanza a un presente y futuro diferente.
Amor: “para no condenar” y para acoger a la persona en todo lo que ella es y en la situación en la cual se encuentra.
El texto del Evangelio nos lleva a profundizar en elementos que están presentes, pero que se les deja en segundo plano: toda la humillación pública de esta mujer es una estrategia para “comprometer y acusar a Jesús”. Una espada de dos filos para generar muerte: por un lado, la acusación pública con la acción implícita: apedrear; por otro lado, la intención de comprometer, acusar y “acabar con Jesús”.
Ante este doble filo que genera muerte, Jesús opta por una postura de vida y esperanza. También una opción con un doble camino: para los acusadores, contemplación de la propia vida y toma de conciencia de que todos somos vulnerables: “quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”; para la mujer, Jesús se incorpora y dialoga directamente con ella, abriendo el camino de una nueva vida con dignidad.
Jesús también nos invita a tener opciones creativas que conjuguen libertad, verdad y amor para que la vida y esperanza aniden en nuestras vidas y en las de las personas con quienes nos relacionamos, vivimos y hacemos realidad el Evangelio.
Hna. Ana Belén Verísimo, D.A.
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