(Pinchar para oir audio)
Santo Domingo de Guzmán como el bienhechor que nos da a beber gratuitamente el agua de la Sabiduría
La sabiduría de Dios no tiene que ver con la sabiduría del ser humano, mucho menos ahora, ya que no se trata de saber mucho, de saberlo todo, porque eso, en nuestro mundo, la información es un poder muy cotizado, sobre todo para utilizarlo contra otros.
La sabiduría de Dios es la que predica Santo Domingo con su vida, el saber más para servir mejor a los demás, porque este es el verdadero significado de la sabiduría, el conocimiento de lo necesario, de lo que puede servir para mejorar la situación que se nos presenta.
Santo Domingo se acerca a todos, se para, escucha y después, él expone lo que ha recibido de Dios a través de la Palabra, de su encuentro personal, a través del estudio y de la búsqueda de la Verdad, por eso no le ve sentido a tener la sabiduría en unas pieles muertas (en unos libros) si quien está a su lado no tiene qué comer, no puede vivir dignamente.
La sabiduría no busca únicamente el conocimiento de conceptos, de teorías que no llevan a cambiar la realidad que nos rodea, por eso lo que Domingo recibe lo da a los más cercanos, sus hermanos y los envía a predicar, no se encierra entre muros altos de piedra, sino que va a los caminos, se hace el encontradizo y con los que se para, comparte lo recibido, como un pozo de agua que sacia la sed del peregrino.
Santo Domingo desde la contemplación, el silencio y la soledad, dedica su vida a la predicación y a la comunidad, hasta sus modos de orar muestran cómo hay que llevar la Palabra a todos los que están en el mundo, para que Dios llegue a sus corazones, no se establece en un sitio, sino que cuando llega a un lugar, se para, escucha, predica y continúa su camino, su misión.
Así lo aprendió de Jesús de Nazaret, quien enseñaba y enviaba a los demás a predicar lo que habían recibido, como parte de ese pozo de agua que nunca se acaba, la Sabiduría del Señor.
La sabiduría transmitida por Santo Domingo es el símbolo de contrastes que se muestra en el hábito, blanco y negro, de la Familia Dominicana, los extremos que abrazan toda la gama, desde la mayor claridad que es Dios, a la mayor oscuridad que es necesaria, a veces, para poder descubrir la luz intensa de Dios, esa sabiduría que no sale del ser humano, sino que va llenando los vacíos formados por la comodidad, el sinsentido, la falta de valores y la ignorancia, que nos obligan a perdernos en el materialismo y el individualismo que nos rodean, en el silencio y la soledad, que no es lo que transmite Santo Domingo.
Si encontramos esa luz descubriremos en la predicación y en la comunidad la verdadera sabiduría que no es otra que Dios.
Hna. Macu Becerra, DMSF
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comparte con nosotros...