jueves, 29 de agosto de 2024

El SER de Santo Domingo: Únenos a los santos

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SANTO DOMINGO DE GUZMAN, ÚNENOS A LOS SANTOS



    “Únenos a los santos” decimos los seguidores de Santo Domingo a diario, y con esta petición acabamos la oración con la que le invocamos. Nuestro Padre ha escuchado este ruego a lo largo de los siglos. La Iglesia ha reconocido la santidad que se esconde en la Orden Dominicana, y ha nombrado a 83 santos, 287 beatos, 25 venerables, y más de 119 siervos de Dios, todos hermanos y hermanas en el carisma. Algunos de ellos son muy conocidos y populares, y los reconocemos en los altares, la pintura o las historias de santos. Pero la gran mayoría pasan desapercibidos. Sencillamente han hecho lo que tenían que hacer, como buenos servidores del Evangelio. ¡Es un reto pertenecer a una Familia así!.

    Todos somos santos desde el bautismo, es cierto. Es nuestra vocación como creyentes la de unirnos a Cristo, quien en las bienaventuranzas proclamó dichosos a quienes eligieron el camino del seguimiento, y nos exhortó a vivir como hermanos desde la bondad, el perdón y la entrega, y a ser de ese modo “perfectos, como el Padre del cielo es perfecto” (Mt 5, 48). Seguir a Jesús es tomar conciencia de esa llamada universal a la santidad, que es un don recibido, y que se une con un compromiso asumido en las promesas bautismales. Pero, no lo neguemos, somos frágiles, y esa debilidad -si queremos- también puede convertirse en estímulo para ir tras el Maestro.

    Fray Domingo se configuró especialmente con Jesús imitándole en la vida apostólica: lo buscaba en la oración, lo reconocía en el estudio, lo servía en la vida fraterna, y daba testimonio de Él a través de la predicación compasiva de la Palabra. Él nos ha dejado un camino que sigue siendo válido para ser santos. A eso sumamos su testamento en el lecho de muerte: caridad, humildad, pobreza. Todos estos elementos se dirigen a una meta: vivir apasionadamente en este mundo teniendo a Cristo como centro y la compasión por los hermanos como horizonte. ¡Estamos en el camino de la santidad!

    “Yo conocí en Domingo a un hombre seguidor de la norma de vida de los apóstoles, y no hay duda de que está asociado a la gloria que tienen en el cielo” afirmaba Gregorio IX cuando supo de la traslación de sus restos. Que Nuestro Padre siga escuchando la súplica que cada día le dirigimos: “únenos a los santos”, y que esa santidad, que es promesa, también sea una realidad mientras nos reconocemos felices y apasionados siguiendo a Jesús al estilo de Domingo.



Fr. Francisco Javier Garzón Garzón, OP
Dominicos Sto. Tomás “El Olivar” - Madrid





lunes, 26 de agosto de 2024

El SER de Santo Domingo: Predicador de la gracia

 



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SANTO DOMINGO ES PREDICADOR DE LA GRACIA. Mensaje actual



    En la Orden invocamos a Santo Domingo como Predicador de la Gracia, que es lo que mejor refleja su personalidad espiritual y apostólica. No es predicador de la «desgracia» y, menos aún, de la condenación; anuncia que Dios es misericordioso y compasivo. Jordán de Sajonia le decía: Tú que con tanto celo deseaste la salvación del género humano… Esa salvación es la misma vida de Dios que dignifica y eleva la naturaleza humana. Por eso, nada de lo humano nos podrá resultar nunca ajeno.

     1. La misericordia de Dios y la miseria de los hombres siempre van unidas. Fray Angélico expresó esta verdad en un precioso cuadro con Santo Domingo al pie de la cruz y abrazado a ella. En diálogo con el Crucificado, evocaba simultáneamente la misericordia infinita de Dios y la miseria que denigraba a los pecadores. Miseria y misericordia siempre van abrazadas.

    2. La experiencia de Dios, que nos ama siempre y gratuitamente, fue la fuente donde Santo Domingo bebió y se hizo “Predicador de la gracia”. Porque el verdadero Dios no es una idea abstracta; en Jesucristo se ha manifestado como Alguien que nos acompaña por el camino, afirma todo lo humano, y se hace solidario en nuestra propia aventura. Un Dios encarnado en la vida cotidiana y en todos los rincones de nuestro mundo; que quiere la vida en plenitud para todos, se deja impactar por el sufrimiento humano y hace suya la causa de los más débiles.

    3. Santo Domingo es “contemplativo y ejecutivo del encuentro de la misericordia divina y de la miseria humana”. Dios, el absoluto, en quien existimos, nos movemos y actuamos, que a todo da vida y aliento, es amor incondicional a favor de todos; venimos del Amor y el Amor es nuestro destino. La gracia nos envuelve, nos acompaña y nos precede. Dios es esencialmente bueno y no sabe más que amar. A pesar de nuestras deficiencias, hay Alguien que nos ama sin condiciones, no porque nosotros seamos buenos sino porque El es bueno, tiene un corazón generoso.

    Como dominicos nuestra predicación central habrá de ser anunciar y hacer creíble la cercanía benevolente de Dios como salvación para los hombres en una sociedad desfigurada por el utilitarismo individualista, donde la gratuidad ya no existe, y tanta gente sufre carencia de amor.


¡Predicador de la Gracia, haznos instrumentos de Misericordia!


Fr. José Antonio Segovia de la Torre
Dominicos Scala Coeli - Córdoba





jueves, 22 de agosto de 2024

El SER de Santo Domingo: Nos diste a beber con largueza el agua de la Sabiduría

 

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Santo Domingo de Guzmán como el bienhechor que nos da a beber gratuitamente el agua de la Sabiduría


    La sabiduría de Dios no tiene que ver con la sabiduría del ser humano, mucho menos ahora, ya que no se trata de saber mucho, de saberlo todo, porque eso, en nuestro mundo, la información es un poder muy cotizado, sobre todo para utilizarlo contra otros.

    La sabiduría de Dios es la que predica Santo Domingo con su vida, el saber más para servir mejor a los demás, porque este es el verdadero significado de la sabiduría, el conocimiento de lo necesario, de lo que puede servir para mejorar la situación que se nos presenta.

    Santo Domingo se acerca a todos, se para, escucha y después, él expone lo que ha recibido de Dios a través de la Palabra, de su encuentro personal, a través del estudio y de la búsqueda de la Verdad, por eso no le ve sentido a tener la sabiduría en unas pieles muertas (en unos libros) si quien está a su lado no tiene qué comer, no puede vivir dignamente.

    La sabiduría no busca únicamente el conocimiento de conceptos, de teorías que no llevan a cambiar la realidad que nos rodea, por eso lo que Domingo recibe lo da a los más cercanos, sus hermanos y los envía a predicar, no se encierra entre muros altos de piedra, sino que va a los caminos, se hace el encontradizo y con los que se para, comparte lo recibido, como un pozo de agua que sacia la sed del peregrino.

    Santo Domingo desde la contemplación, el silencio y la soledad, dedica su vida a la predicación y a la comunidad, hasta sus modos de orar muestran cómo hay que llevar la Palabra a todos los que están en el mundo, para que Dios llegue a sus corazones, no se establece en un sitio, sino que cuando llega a un lugar, se para, escucha, predica y continúa su camino, su misión.

    Así lo aprendió de Jesús de Nazaret, quien enseñaba y enviaba a los demás a predicar lo que habían recibido, como parte de ese pozo de agua que nunca se acaba, la Sabiduría del Señor.

    La sabiduría transmitida por Santo Domingo es el símbolo de contrastes que se muestra en el hábito, blanco y negro, de la Familia Dominicana, los extremos que abrazan toda la gama, desde la mayor claridad que es Dios, a la mayor oscuridad que es necesaria, a veces, para poder descubrir la luz intensa de Dios, esa sabiduría que no sale del ser humano, sino que va llenando los vacíos formados por la comodidad, el sinsentido, la falta de valores y la ignorancia, que nos obligan a perdernos en el materialismo y el individualismo que nos rodean, en el silencio y la soledad, que no es lo que transmite Santo Domingo.

    Si encontramos esa luz descubriremos en la predicación y en la comunidad la verdadera sabiduría que no es otra que Dios.

Hna. Macu Becerra, DMSF




lunes, 19 de agosto de 2024

El SER de Santo Domingo: Ideal de castidad


SANTO DOMINGO DE GUZMAN, IDEAL DE CASTIDAD




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    Pero ¿puede ser la castidad un ideal para nadie hoy? Vivimos en un mundo erotizado, donde los estímulos sexuales son la base del marketing y la publicidad, donde la mayor industria junto con el narcotráfico y las armas es la pornografía a la que se accede ya, según la media, a la edad de nueve años y es altamente adictiva y la única información y “formación” sexual de la mayoría.

     Y, de un modo positivo: ¿no se ha descubierto y se es consciente de que la sexualidad no es una “parte” del ser humano, sino una dimensión esencial de todas las personas y durante toda su vida? ¿Que no se trata únicamente del modo de reproducción de la especie, sino de la manera (sana o enferma) de vivir e integrar el mundo de las pulsiones biológicas, afectivas (los sentimientos), los valores, los compromisos, y también las relaciones interpersonales, sociales, culturales?

    La palabra “castidad” ¿no nos suena a represión sexual, a manipulación ideológica, de la que nos vamos, gracias a Dios librando, y que ha sido la causa de mucho sufrimiento e, incluso, una de las razones de los abusos que han tenido lugar por parte de personas oficialmente ”castas” en la Iglesia?

    Pero hay que limpiar la palabra castidad de falsas interpretaciones. Castidad cristiana no significa abstención o alternativa a la sexualidad, sino vivir la sexualidad con los valores de Jesús de Nazaret: su capacidad de amor, de respeto, de compasión, de acercarse a toda persona, de establecer la dignidad de ella. La sexualidad-afectividad de Jesús nos enseña un modo de reconocer, integrar, ofrecer y compartir todas las dimensiones de nuestra persona en unas relaciones maduras y madurantes.

    La castidad cristiana se vive de dos modos: en el matrimonio y en el celibato (religioso o laico). “Castidad matrimonial” no indica abstenerse de las relaciones sexuales en el matrimonio, sino vivir el cristianismo en pareja en todas las dimensiones de la persona. El celibato es un don (y una tarea) de vivir la propia sexualidad-afectividad no sólo con los valores, sino también al modo concreto como la vivió Jesús, donde el Padre y el Reino ocupan el centro del espacio afectivo y se privilegian las relaciones interpersonales de amistad.

    Domingo, ¿ideal de castidad?. Fue un santo insólito para muchos de sus contemporáneos: vivía en las ciudades y en los caminos, trataba con todos y todas, era admirada su capacidad de amistad con mujeres (de hecho, la Orden empezó con ellas), con varones, con laicos y clérigos, católicos y cátaros, judíos y musulmanes... Hombre de amistades profundas, hizo de la amistad su método apostólico y su “pastoral vocacional”. Reconocerlo como “Ideal de castidad” es avanzar en lograr la madurez afectiva. Y en esto, Domingo es un ejemplo y un maestro.


Fr. Francisco-José Rodríguez Fassio, OP

Dominicos Paraguay






jueves, 15 de agosto de 2024

El SER de Santo Domingo: Ejemplo de paciencia


SANTO DOMINGO DE GUZMAN, EJEMPLO DE PACIENCIA



  
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    ¿Por qué llamamos a Santo Domingo ejemplo de paciencia? ¿En qué sentido puede ser hoy para nosotros un ejemplo en la paciencia?

    Hay dos hechos en su vida que nos animan a llamarle así: el primero su condición de canónigo de Osma, donde vivió aproximadamente 15 años entregado a la meditación de la Palabra de Dios, al canto coral, al oficio de sacristán y subprior del cabildo. Sin embargo, nos dice su sucesor como Maestro de la Orden, el beato Jordán de Sajonia, que en su oración pedía a Dios “con fervientes súplicas, una auténtica caridad que fuera eficaz para dedicarse y procurar la salvación de los hombres”. Es decir, su corazón ardía de celo por dedicarse a la predicación itinerante, por ir a los cumanos a evangelizar la Buena Noticia, pero aguardó pacientemente la hora de Dios.

    Y esta paciencia no fue pasiva, nada de eso; fue una paciencia activa, diligente, porque durante todo este tiempo se dedicó a preparar su alma, mente y corazón, para la misión que Dios le tenía destinada.

    El otro hecho es que, a partir de 1206, con el permiso del Papa Inocencio III, se establece junto con su obispo Diego de Aceves en el sur de Francia como predicadores de la verdad contra las herejías que campaban a sus anchas por esos territorios. Muy pronto el obispo tuvo que marchar a su diócesis, muriendo al poco de volver a Palencia, por lo que Domingo se queda completamente solo. ¿Por qué es ejemplo de paciencia? Porque cualquiera de nosotros ante esta adversidad y la dificultad de la misión en completa soledad, habríamos vuelto a la seguridad del cabildo, o habríamos aceptado ser obispo de una diócesis, cosa que Domingo rechazó hasta tres veces en ese tiempo. Él no, permaneció firme, con parresía evangélica, respondiendo a la llamada de Dios, dando cauce al carisma de la predicación que comenzó a dar fruto primero con las mujeres convertidas de la herejía y reunidas en el primer monasterio de la Orden, y luego con los primeros hermanos hacia 1215 y 1216.

    Domingo, ejemplo de paciencia, ayúdanos a no desesperar cuando responder a la fe se nos hace cuesta arriba, cuando las dificultades parecen ahogar al espíritu; ayúdanos a permanecer firmes y cimentados en Jesucristo, el único Salvador del mundo. Amén.



Sor Inmaculada de la Cruz, OP
MM. Dominicas Murcia




lunes, 12 de agosto de 2024

El SER de Santo Domingo: Doctor de la verdad

 



SOBRE LA ECUANIMIDAD

 EN SANTO DOMINGO DE GUZMAN


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    En el capítulo LIX de su obra “Orígenes de la Orden de Predicadores”, Jordán de Sajonia, describe la “fisonomía espiritual” de Santo Domingo de Guzmán. Destaca, el Padre Maestro cuatro cualidades: la humildad, la oración, la alegría y la ecuanimidad.

    Aquí nos fijamos en esta última, la ecuanimidad. Parece que el Padre Maestro no se refiere, en primer lugar, a la imparcialidad que se pudiera tener en un juicio determinado, respecto de una determinada cuestión; aunque también se puede afirmar que bajo este aspecto, Santo Domingo también era ecuánime.

    En este lugar, parece más bien, que el Padre Jordán de Sajonia, se refiere al estado de ánimo de Santo Domingo. Habiendo edificado su casa sobre la roca firme de la palabra de Dios, Santo Domingo procuraba, en todo momento, mantener un equilibrio tanto interior como exterior. Hay que estar muy pegado a la voluntad de Dios para mantener este frágil equilibrio.

    Si ponemos nuestra confianza en las cosas de fuera, en las cosas del mundo, ellas serán quienes determinen nuestro estado de ánimo. Si estas cosas exteriores nos van bien, entendido este bien como gloria humana, nuestro interior se verá envuelto en una euforia artificial y pasajera pero adolecerá de veracidad y autenticidad. Pero, si, por el contrario, estas cosas de fuera, no van bien, la apatía y la pereza hacen acto de presencia, porque la casa estaba edificada sobre arena.

    Santo Domingo nos enseña a estar siempre pegados a la voluntad de Dios, manantial inagotable y fuente suprema de ecuanimidad.



Fr. Benito Medina Carpintero, OP
Dominicos Granada





jueves, 8 de agosto de 2024

El SER de Santo Domingo: Luz de la Iglesia




SANTO DOMINGO DE GUZMÁN, LUZ DE LA IGLESIA



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    Oscuridad. Tinieblas. Esa era la situación de la Iglesia cuando Domingo de Guzmán comenzó su andadura. Las cosas no marchaban nada bien: pecado, corrupción, culto al poder, dinero… La Iglesia estaba sumida en una profunda crisis.

    Claro que hubo quien intentó cambiar las cosas, pero el asunto pintaba tan mal, que muchos calcularon que la mejor solución era salirse de la Iglesia y empezar de cero. Así nos encontramos con los cátaros, los albigenses… y demás herejías de todo tipo.

    Para algunos, estos herejes no eran más que un problema que había que eliminar (literalmente); sin embargo, una noche, en una posada perdida, santo Domingo tuvo la audacia de detenerse a escucharles, de buscar esa parte de verdad que llevaban sus desafiantes críticas. De aquella conversación, el posadero acabó convertido, y Domingo… convencido. Fue capaz de reconocer que esa vuelta al Evangelio y a la vida de los apóstoles era necesaria. Y así nació la Orden de Predicadores, predicando por los caminos igual que los herejes… pero en absoluta obediencia al Papa y fidelidad a la Iglesia.

    La grandeza de Domingo fue desear renovar la Iglesia “dentro” de la Iglesia; es decir, quiso ser luz de la Iglesia, en la Iglesia y para la Iglesia, que puede ser pobre y pecadora, pero es santa porque es de Jesucristo.

    En este día en que celebramos a Nuestro Padre, estamos llamados, como buenos hijos, a parecernos a él, a ser también nosotros “luz de la Iglesia”, pues, como nos dice el papa Francisco, “el camino de la verdadera reforma de la Iglesia es la santidad” (1.10.2018). Y lo maravilloso es que ese camino… comienza en tu corazón y en el mío. El verdadero cambio, la verdadera luz, nace de la santidad, de apostar por una comunión cada vez más fuerte con Jesucristo, pues Él nos dice: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas” (Jn 8, 12).

    Domingo fue luz de la Iglesia, no por su originalidad, sino porque siempre fue solo una estrella que indicaba el camino hacia quien es el verdadero Sol, la verdadera Luz.

    ¡Que en este día podamos irradiar el amor de Cristo a todos a nuestro alrededor!



Sor Mª Sión, O.P.

MM. Dominicas Lerma

VIVE DE CRISTO








miércoles, 7 de agosto de 2024

El SER de Santo Domingo: Presentación



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Este año, ante la llegada de la fiesta de Santo Domingo, en el blog de Scala Coeli, queremos ofrecemos un acercamiento a la figura de nuestro padre y os proponemos hacerlo a partir de la oración del “O Lumen”.

Se trata de una antigua antífona que se remonta a los primeros tiempos de la Orden y que los dominicos solemos rezar juntos, en comunidad, al finalizar cada jornada, después de la última oración diaria, ya que resume, de forma magistral, las principales características del perfil espiritual del santo de Caleruega y, lógicamente, también las del carisma al que hemos sido llamados y al que tratamos de ser fieles. Con estas palabras invocamos la intercesión de nuestro fundador para que, desde el cielo, nos ayude a conseguirlo día a día.

Dice así:

O lumen Ecclesiae, Doctor veritatis,

Rosa patientiae, Ebur castitatis.

Aquam sapientiae propinasti gratis.

Praedicator gratiae, nos iunge beatis.



Oh, Luz de la Iglesia, Doctor de la Verdad,

Ejemplo de Paciencia, Ideal de Castidad,

que nos diste a beber con largueza el agua de la Sabiduría.

Predicador de la Gracia, únenos a los Santos.



Durante los próximos días (lunes y jueves) iremos desgranando el contenido de esta oración gracias a la participación de hermanos y hermanas de la familia dominicana: sor Sión, fr. Benito Medina, sor Inmaculada, fr. Paco Rodríguez Fassio, hna. Macu, fr. José Antonio Segovia y fr. Javier Garzón, que, desde sus vocaciones particulares, nos irán descubriendo nuevos detalles sobre Santo Domingo que, estamos seguros, que nos serán de utilidad para la reflexión y la oración y el conocimiento de Santo Domingo de Guzmán.



Fr. Félix Hernández Mariano, OP
Dominicos Scala Coeli - Córdoba