A tierra, con nosotros
Me han dicho
que en nubes escondido
el artesano
del mundo moraba;
en infinita
distancia, pensaba,
nada nuestro
en su mirar ha prendido.
Pero hoy te
veo a la cruz asido,
en el suelo
que tu planta hollaba
y en el
dolor que verbo sembraba
a punto de
ser trigo renacido.
Caído, como
nosotros, te llamas
y quieres
desandar nuestro camino
cuando en
grito fuerte la cruz reclamas;
milagro de
mirada, que cansino
de dolor y
de humanas pobres almas
nos enseñas vivir a lo divino.
¿Un Dios derrotado? Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, no
puede dar fruto. Si, a tierra, con nosotros, con los débiles, sin bordados ni
maquillajes, bebiendo las heridas de nuestro mundo, restañando las costuras de
la desesperanza. Pero dando vida y diciendo a todas las víctimas que no las
olvida, que pesan no poco, pero que vale la pena llevarlas consigo para
devolverlas en vida y esfuerzo, en luz y esperanza.