Fondo & forma
En unas improvisadas palabras del pasado
miércoles, coincidiendo con el inicio de la primavera y en la audiencia
habitual de ese día, el Papa desautorizó al Cardenal Robert Sarah, Prefecto de
la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. No es
la primera vez que el Pontífice aclara algunos extremos que, ignoro la razón, este
señor cardenal y algunos más se empeñan en complicar. En este caso ha sido con
ocasión de recibir la comunión en la boca, uso que, al parecer, es sugerido
(¿acaso obligado?), por algunas autoridades eclesiásticas.
Se puede recibir la comunión en la boca o en la mano, como prefiramos, ha afirmado el Pontífice; lo sustantivo no es
hacerlo de una forma o de otra, sino que en todo momento vivamos y sintamos
como Jesús de Nazaret. En una sencilla catequesis sobre la eucaristía, enfatiza
que en ella nos nutrimos de Cristo, tanto en la mesa de la Palabra como en la
del sacramento, lo que nos invita a ser como él y a levantar acta, en todo
momento, del amor de Dios presente siempre en la comunidad de sus hijos. Porque
alimentar nuestra fe en la eucaristía es dejarse llevar por la cercana ternura
del que es el predilecto de Dios Padre.
El respeto a las formas (también las litúrgicas)
hay que ponderarlo como elemental respeto a los que participan en el mismo
evento; pero cuando se enfatizan las maneras externas es muy probable que se descuide
el fondo, el esfuerzo de comunión, la docilidad al Espíritu que se arropa con
unos concretos ritos y formas. Me apoyo en este incidente para desearles de
corazón que las formas espléndidas que estimularán nuestra retina en la próxima
Semana Santa de nuestra tierra no nos impida sumergirnos en el hermoso misterio
del amor de Dios. Por ello, fijemos los ojos en el que inició y completa
nuestra fe (Heb 12,2), Jesucristo crucificado y resucitado.
Fr. Jesús Duque OP.