Modernamente se ha hablado mucho de "desmitización".
El cristianismo empezó así precisamente: las apariciones de Jesús se realizan dentro del marco
de la trivialidad cotidiana.
La vida cristiana comporta dificultades de toda índolo: individual y social.
La fuerza de la resurrección de Cristo nos comunica la fuerza necesaria para salvarnos
en medio de dichas dificultades.
Cristo está con nosotros en comunidad de acción y de mesa.
El cristianismo empezó así precisamente: las apariciones de Jesús se realizan dentro del marco
de la trivialidad cotidiana.
La vida cristiana comporta dificultades de toda índolo: individual y social.
La fuerza de la resurrección de Cristo nos comunica la fuerza necesaria para salvarnos
en medio de dichas dificultades.
Cristo está con nosotros en comunidad de acción y de mesa.
Dice san Bernardo que no hay cosa escondia a la fe.
La fe no sabe qué cosa es falsedad, entiende lo que razón no alcanza,
comprende las cosas oscuras, abraza las inmensas, entiende las futuras,
traspas los fienes de la razón humana, y los términos de experiencia, y el uso de la naturaleza, y, finalmente, ella es la que en su anchísimo seno encierra en su manera toda la la eternidad.
o obréis como los que se hallan privados de la caridad,
no permanezcáis en el amor propio, amor a vosotros mismos.
Este ha envenenado el mundo entero.
Es ciertamente un veneno que empozoña el alma y la llena de ira;
hace cerminar el odio a Dios y a su prójimol
[Santa Catalina de Siena, O.P.]
La fe no sabe qué cosa es falsedad, entiende lo que razón no alcanza,
comprende las cosas oscuras, abraza las inmensas, entiende las futuras,
traspas los fienes de la razón humana, y los términos de experiencia, y el uso de la naturaleza, y, finalmente, ella es la que en su anchísimo seno encierra en su manera toda la la eternidad.
o obréis como los que se hallan privados de la caridad,
no permanezcáis en el amor propio, amor a vosotros mismos.
Este ha envenenado el mundo entero.
Es ciertamente un veneno que empozoña el alma y la llena de ira;
hace cerminar el odio a Dios y a su prójimol
[Santa Catalina de Siena, O.P.]