domingo, 3 de abril de 2016

Segundo Domingo de Pascua

"Dichosos los que crean sin haber visto."



Cristo ha resucitado. Pero este acontecimiento histórico ha sucedido solamente ante Dios. Ningún ser humano ha sido testigo directo del momento en que Cristo resucitó. 
Sin embargo, podemos llegar a percibir este acontecimiento por otros caminos, y ser testigos veraces de este suceso singular.
El Resucitado se hace presente, se aparece, y los discípulos los pueden "ver". Con esto los evangelios nos sugieren que hay unos signos por los que el Resucitado se hace presente.

Para llegar a percibir estos singos es necesaria la fe.
El Resucitado pertenece ya a una esfera del mundo totalmente nueva, no hay ningún hecho conocido en la historia que se pueda comparar con la resurrección de Jesús.
Es algo nuevo y, además, pertenece al futuro, no al pasado; por eso no se puede sino creer y esperar.

    





¡Oh misericordia! El corazón se sofoca pensando en tí, 
pues dondequiera que intente fijar mi pensamiento no encuentro
más que misericordia.
¡Oh, Padre eterno!, perdona mi ignorancia,
pero el amor a tu misericordia me excusa ante tu benevolencia.
  
     [Santa Catalina de Siena, O.P.]

Según san Agustín, "la misericordia es la compasión que experimenta nuestro corazón ante la miseria de otro, 
sentimiento que nos compele, en realidad a sorcorrer, si podemos".
Pues bie, la miseria se opone a la felicidad, y es esencia d ela bienaventuranza o felicidad de tener lo que se desea, ya que la expresión de san Agustín  "se opone a la felicidad, y es esencia de la bienaventuranza o felicidad tener lo que se desea, ya que, en expresión de san Agustín, "es bien aventurado el que posee lo que quiere y nada malo quiere"l.

   [Santo Tomás de Aquino, O.P.]