sábado, 2 de abril de 2016

Sábado de la Octava de Pascua


"Id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda la creación."



Los discípulos, a pesar de su cercanía con Jesús, no habían superado la tentación del triunfalismo y por eso no llegaban a digerir que la victoria de Jesús sobre la muerte se presentara de una manera tan trivial e irrelevante.
Pero solamente así había lugar para una fe pura.

Ser testigos de la resurrección es salir de los propios límites 
y predicar el Evangelio a toda la creación. 












La fe humana está en medio de dos extremos,
 que son la credulidad y la incredulidad;
el cual medio, así en esta virtud como en las otras, pone la prudencia, que es, como san Bernardo la llama, abadesa de las virtudes, porque ellas las rige y les señala el medio, en el cual consiste la virtud. Ambos extremos son viciosos, porque vicio es y liviandad de corazón creer de ligero, y también es vicio no creer cuando la cosa , según regla de prudencia, es digna de ser creída. 
    
[Fray Luisa de Granada, O.P.]