EL SILENCIO DE DIOS Y EL
NUESTRO, A LA ESPERA DE LA RESURRECCIÓN
“Los sumos
sacerdotes y los fariseos fueron y aseguraron el sepulcro sellando la losa y
poniendo guardia”. Mt 27,
62-66. Sellado el sepulcro y dispersados
los discípulos, sólo María Magdalena y la otra María estaban allí, sentadas
frente el sepulcro. Y nosotros, hoy, con ellas.
1.
Silencio y Soledad del Sábado Santo.
Hoy es un día diferente, porque al
contrario del Jueves o el Viernes Santo, no ocurrieron acontecimientos visibles
en la tierra. El sentido del Sábado Santo es el Silencio, la Oración y el
Acompañamiento de María, que está a la espera de la Resurrección de su
Hijo. El sentido litúrgico, espiritual y pastoral del sábado Santo, consiste en
que el Silencio de Dios envuelve a la humanidad y a la Iglesia. Y
nosotros, también necesitamos guardar silencio, semejante al duelo cuando
perdemos a un ser querido. El sábado
será el día de la Madre que unida con toda la Iglesia, permanece junto al
sepulcro del Señor, meditando su Pasión y Muerte, su descenso a los infiernos y esperando en oración su
Resurrección
Pero ¿qué soledad y qué silencio
podemos vivir hoy?. Se trata de la soledad por la ausencia del Amado (Cant
5,6-8), pero también la soledad fecunda de la fe, nada desesperanzadora y
profundamente corredentora. Como en María, el silencio brota de sentirse
desbordada por la Gracia. ¡Ante la Palabra Crucificada, sobra la palabrería
humana y se hace silencio. Sólo cabe el Amor y la Adoración. Así, en cada Vigilia Pascual,
como centinelas en la noche, toda la Iglesia junto con María espera la luz de
la Resurrección. Un gran silencio se cierne hoy sobre la tierra, un gran
silencio y una gran soledad. Un gran silencio porque el Rey está durmiendo, la
tierra está temerosa y no se atreve a moverse, porque el Dios hecho hombre se
ha dormido y ha despertado a los que dormían desde hace siglos. Unimos
nuestro silencio al suyo
2.
En el silencio, hoy muchos sólo escuchan tambien el “Silencio de Dios”.
Creyentes y no creyentes se quejan de este silencio y, a la vista de
situaciones intolerables como las que vivimos, se preguntan ¿donde está Dios?.
Si hay Dios y si se interesa de verdad por nosotros, ¿cómo es posible que no
reaccione favorablemente ya?
El silencio de Dios tiene muchas
vertientes. Una de ellas es la que está relacionada con la pregunta de si ¿Dios
ha muerto para siempre?. Y ¿qué Dios nos va a traer todo esto?. Pero para el creyente el silencio de Dios
puede ser un silencio elocuente. Es el
modo como si Dios callara para escuchar
mejor nuestra palabra y nos dejara decirla con acierto. Porque el silencio no
es sólo callar. Es también atender al otro, escucharlo, comprender su problema.
Y así lo hace Dios en este Sábado Santo.
El silencio de Dios es expresión de su
gran respeto por el ser humano. Él respeta lo que tenemos que decirle y deja
que nos expliquemos hasta el final: nuestra vida, toda entera, eso es lo que
tenemos que decirle y Él escucha con atención, sin interrumpir, de modo que su
silencio facilita nuestra explicación y nuestra palabra. Por eso, el
silencio de Dios es el silencio del que deja hablar. Se trata de un
silencio hablante, cargado de sentido, pues el que calla para examinar al
discípulo, también habla; y el que se calla para probar al amado,
también habla; y el que se calla para facilitar una comprensión más
profunda, cuando llegue el momento, también habla. Con su silencio, Dios nos pregunta personalmente:
¿Esperas tú en mi Resurrección?. ¿Cómo la vas a anunciar a
tus hermanos?. ¿Puedes seguir
esperando en silencio a que Él venza la muerte?. Y Él, con su silencio amante,
escucha con mucha atención. ¿Sabremos nosotros escuchar este silencio
fecundo de que Dios va a Resucitar en todo?.
Fr. José. A. Segovia, OP
Salmo: "La palabra
del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales. Él ama la justicia y el
derecho, y su misericordia llena la tierra. Nosotros aguardamos al Señor: él es
nuestro auxilio y escudo."
Oración: "Oh Dios,
que por medio de tu Hijo has dado a tus fieles el fuego de tu luz, concédenos
que la celebración de las fiestas pascuales encienda en nosotros deseos tan
santos que podamos llegar con corazón limpio a las fiestas de la eterna luz."
Música para este día:
"Morir", de Ixcís
(basado en poema de J.L. Martín Descalzo)