sábado, 11 de abril de 2020

Triduo Pascual : Sábado Santo

EL SILENCIO DE DIOS Y EL NUESTRO,  A LA ESPERA  DE LA RESURRECCIÓN

“Los sumos sacerdotes y los fariseos fueron y aseguraron el sepulcro sellando la losa y poniendo guardia”. Mt 27, 62-66.  Sellado el sepulcro y dispersados los discípulos, sólo María Magdalena y la otra María estaban allí, sentadas frente el sepulcro. Y nosotros, hoy, con ellas.
1. Silencio y Soledad del Sábado Santo.
        Hoy es un día diferente, porque al contrario del Jueves o el Viernes Santo, no ocurrieron acontecimientos visibles en la tierra. El sentido del Sábado Santo es el Silencio, la Oración y el Acompañamiento de María, que está a la espera de la Resurrección de su Hijo. El sentido litúrgico, espiritual y pastoral del sábado Santo, consiste en que el Silencio de Dios envuelve a la humanidad y a la Iglesia. Y nosotros, también necesitamos guardar silencio, semejante al duelo cuando perdemos a un ser querido.  El sábado será el día de la Madre que unida con toda la Iglesia, permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su Pasión y Muerte, su descenso  a los infiernos y esperando en oración su Resurrección
        Pero ¿qué soledad y qué silencio podemos vivir hoy?. Se trata de la soledad por la ausencia del Amado (Cant 5,6-8), pero también la soledad fecunda de la fe, nada desesperanzadora y profundamente corredentora. Como en María, el silencio brota de sentirse desbordada por la Gracia. ¡Ante la Palabra Crucificada, sobra la palabrería humana y se hace silencio. Sólo cabe el Amor y la  Adoración. Así, en cada Vigilia Pascual, como centinelas en la noche, toda la Iglesia junto con María espera la luz de la Resurrección. Un gran silencio se cierne hoy sobre la tierra, un gran silencio y una gran soledad. Un gran silencio porque el Rey está durmiendo, la tierra está temerosa y no se atreve a moverse, porque el Dios hecho hombre se ha dormido y ha despertado a los que dormían desde hace siglos. Unimos nuestro silencio al suyo
2. En el silencio, hoy muchos sólo escuchan tambien el “Silencio de Dios”. Creyentes y no creyentes se quejan de este silencio y, a la vista de situaciones intolerables como las que vivimos, se preguntan ¿donde está Dios?. Si hay Dios y si se interesa de verdad por nosotros, ¿cómo es posible que no reaccione favorablemente ya?
        El silencio de Dios tiene muchas vertientes. Una de ellas es la que está relacionada con la pregunta de si ¿Dios ha muerto para siempre?. Y ¿qué Dios nos va a traer todo esto?.  Pero para el creyente el silencio de Dios puede ser un silencio elocuente.  Es el modo como si Dios callara para  escuchar mejor nuestra palabra y nos dejara decirla con acierto. Porque el silencio no es sólo callar. Es también atender al otro, escucharlo, comprender su problema. Y así lo hace Dios en  este Sábado Santo.
        El silencio de Dios es expresión de su gran respeto por el ser humano. Él respeta lo que tenemos que decirle y deja que nos expliquemos hasta el final: nuestra vida, toda entera, eso es lo que tenemos que decirle y Él escucha con atención, sin interrumpir, de modo que su silencio facilita nuestra explicación y nuestra palabra. Por eso, el silencio de Dios es el silencio del que deja hablar. Se trata de un silencio hablante, cargado de sentido, pues el que calla para examinar al discípulo, también habla; y el que se calla para probar al amado, también habla; y el que se calla para facilitar una comprensión más profunda, cuando llegue el momento, también habla.  Con su silencio, Dios nos pregunta personalmente: ¿Esperas tú en mi Resurrección?. ¿Cómo la vas a anunciar  a  tus  hermanos?. ¿Puedes seguir esperando en silencio a que Él venza la muerte?. Y Él, con su silencio amante, escucha con mucha atención. ¿Sabremos nosotros escuchar este silencio fecundo de que Dios va a Resucitar en todo?.
Fr. José. A. Segovia, OP

Fra Angelico, OP
 Salmo: "La palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales. Él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo." 

Oración: "Oh Dios, que por medio de tu Hijo has dado a tus fieles el fuego de tu luz, concédenos que la celebración de las fiestas pascuales encienda en nosotros deseos tan santos que podamos llegar con corazón limpio a las fiestas de la eterna luz."




 Música para este día:

"Morir", de Ixcís 
(basado en poema de J.L. Martín Descalzo)