jueves, 23 de enero de 2020

Semana dedicada a Sto. Tomás de Aquino, O.P. (4)


Sto. Tomás de Aquino - Detalle del Retablo de Demidoff - National Gallery Londres


“ … En el siglo XIII empieza a perfilarse una marcada tendencia a afirmar la autonomía del orden temporal frente al sagrado y espiritual, y consiguientemente del Estado frente a la Iglesia; en casi todas las esferas de la vida y de la cultura se despierta el entusiasmo por los valores terrenos y una atención nueva hacia la realidad del mundo, emancipándose la razón de la hegemonía de la fe religiosa. Por otra parte, en el mismo siglo, al propagarse las Órdenes mendicantes, cundía cada vez más un vastísimo movimiento de renovación espiritual que, sacando inspiración y empuje del amor a la pobreza y del celo evangelizador, logró que el pueblo cristiano sintiese la apremiante necesidad de volver al verdadero y genuino espíritu evangélico. 

            Santo Tomás, situado en el centro del gran debate entre las dos culturas, la humana y la sagrada, y atento a la evolución política, se hace cargo sin dificultad de la nueva situación y distingue los “signos” de los principios universales de razón y de fe con los que hay que confrontar las cosas humanas y discernir los acontecimientos. Reconoce una cierta autonomía a los valores e instituciones de este mundo, aunque afirma sin vacilación alguna la transcendencia y la supremacía del fin último al que deben dirigirse y subordinarse todas las cosas del mundo: el reino de Dios, que es a la vez el lugar de salvación del hombre y el fundamento de su dignidad y libertad. 

            Esta postura se encuadra dentro de la teoría general de las relaciones entre cultura y religión, razón y fe; teoría que elaboró Santo Tomás atendiendo a los nuevos problemas que surgían y a las nuevas exigencias que se manifestaban dentro del ámbito filosófico y teológico en aquel momento de evolución sociocultural… “

“LUMEN ECCLESIAE”
CARTA DEL SUMO PONTIFICE PABLO VI
EN EL VII CENTENARIO DE LA MUERTE
DE SANTO TOMÁS DE AQUINO
20 de noviembre de 1974




El hombre, ¿tiene o no tiene libre albedrío?



En el hombre hay libre albedrío. De no ser así, inútiles serían los consejos, las exhortaciones, los preceptos, las prohibiciones, los premios y los castigos. Para demostrarlo, hay que tener presente que hay seres que obran sin juicio previo alguno. Ejemplo: una piedra que cae de arriba; todos los seres carentes de razón. Otros obran con un juicio previo, pero no libre. Ejemplo: los animales; la oveja que ve venir al lobo juzga que debe huir de él, pero lo hace con un juicio natural y no libre, ya que no juzga analíticamente, sino con instinto natural. Así son los juicios de todos los animales. En cambio, el hombre obra con juicio, puesto que, por su facultad cognoscitiva, juzga sobre lo que debe evitar o buscar. Como quiera que este juicio no proviene del instinto natural ante un caso concreto, sino de un análisis racional, se concluye que obra por un juicio libre, pudiendo decidirse por distintas cosas. Cuando se trata de algo contingente, la razón puede tomar direcciones contrarias. Esto es comprobable en los silogismos dialécticos y en las argumentaciones retóricas. Ahora bien, las acciones particulares son contingentes, y, por lo tanto, el juicio de la razón sobre ellas puede seguir diversas direcciones, sin estar determinado a una sola. Por lo tanto, es necesario que el hombre tenga libre albedrío, por lo mismo que es racional.




Santo Tomás de Aquino
Suma de Teología, Parte I.
Cuestión 83, artículo 1.