Tentación de Santo Tomás - Velazquez - Museo Diocesano de Orihuela |
“… los
principios del Doctor Angélico son valederos para todos los tiempos y los
preceptos de su metodología pertenecen a la misma disciplina de la moral de la
que trata con sumo orden, gravedad y agudeza la mayor parte de la Summa
Teológica.
… la doctrina de Santo Tomás, aunque parezca que sólo se
refiere al fin inmediato y próximo, es decir, la razón de las cosas desde donde
se descubra su alta finalidad, sin embargo nunca pierde de vista ayudar a los
hombres a la segura y perfecta consecución de su último y supremo fin que
comprende también su eterna felicidad.
De este modo, la principal particularidad de la doctrina de
Santo Tomás, con la que trasciende lo terreno y se alcanza lo sobrenatural, fue
sabiamente expuesta por nuestro predecesor Pío XI en su encíclica Studiorum
Ducem con estas palabras: “El mismo fundamentó además las bases de la teología
moral, valedera para dirigir convenientemente todos los actos humanos hacia el
fin sobrenatural” (AAS XV, 1923, pág. 319).
… el trato y la solución de las cuestiones morales según los
principios perennes de Santo Tomás sirven maravillosamente a los estudiosos
para que reine entre ellos la concordia y unidad de la verdad y de la caridad;
porque de aquí ha de esperarse para la Iglesia católica y para el Universo
entero un abundante y optimo fruto de paz.”
Discurso al V Congreso Tomístico
Internacional
San Juan XXIII
16 de
septiembre de 1960
Oh Dios
todopoderoso y eterno, he aquí que me acerco al sacramento de tu unigénito Hijo
Jesucristo, nuestro Señor; me acerco como un enfermo al médico de la vida, como
un inmundo a la fuente de la misericordia, como un ciego a la luz de la
claridad eterna, como pobre y necesitado al Señor de los cielos y de la tierra.
Imploro la
abundancia de tu infinita generosidad para que te dignes curar mi enfermedad,
lavar mi impureza, iluminar mi ceguera, remediar mi pobreza y vestir mi
desnudez, para que me acerque a recibir el Pan de los ángeles, al Rey de reyes
y Señor de señores con tanta reverencia y humildad, con tanta pureza y fe, con
tal propósito e intención como conviene a la salud de mi alma.
Te pido que
me concedas recibir no sólo el sacramento del cuerpo y de la Sangre del Señor,
sino la gracia y la virtud de ese sacramento.
Oh Dios
benignísimo, concédeme recibir el cuerpo de tu unigénito Hijo Jesucristo, Señor
nuestro, nacido de la Virgen María, de tal modo que merezca ser incorporado a
su cuerpo místico y contado entre tus miembros.
Oh Padre
amantísimo, concédeme contemplar eternamente a tu querido Hijo, a quien, bajo
el velo de la fe, me dispongo a recibir ahora. Que contigo vive y reina en la
unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.
Amén.
Oración de Santo Tomás de Aquino para
después de la comunión:
Gracias te
doy, Señor Dios Padre todopoderoso, por todos los beneficios y señaladamente
porque has querido admitirme a la participación del sacratísimo Cuerpo de tu
Unigénito Hijo.
Te Suplico, Padre clementísimo que esta sagrada Comunión no sea
para mi alma lazo ni ocasión de castigo, sino intercesión saludable para el
perdón; sea armadura de mi fe, escudo de mi buena voluntad, muerte de todos mis
vicios, exterminio de todos mis carnales apetitos y aumento de caridad,
paciencia y verdadera humildad y de todas las virtudes, sea perfecto sosiego de
mi cuerpo y de mi espíritu, firme defensa contra todos los enemigos visibles e
invisibles, perpetua unión contigo solo, mi verdadero Dios y Señor, y sello
feliz de mi dichosa muerte.
Y te ruego tengas por bien llevarme a mí, pecador,
a aquel convite inefable donde Tú con tu Hijo y el Espíritu Santo eres para tus
santos luz verdadera, satisfacción cumplida y gozo perdurable, dicha completa y
felicidad perfecta.
Por Cristo Nuestro Señor. Amén.