Sto. Tomás de Aquino (detalle) - Fra Angélico |
“ … entre los Doctores escolásticos brilla grandemente Santo
Tomás de Aquino, Príncipe y Maestro de todos, el cual, como advierte Cayetano,
«por haber venerado en gran manera los antiguos Doctores sagrados, obtuvo de
algún modo la inteligencia de todos». Sus doctrinas, como miembros dispersos de
un cuerpo, reunió y congregó en uno Tomás, dispuso con orden admirable, y de
tal modo las aumentó con nuevos principios, que con razón y justicia es tenido
por singular apoyo de la Iglesia católica; de dócil y penetrante ingenio, de
memoria fácil y tenaz, de vida integérrima, amador únicamente de la verdad,
riquísimo en la ciencia divina y humana, comparado al sol, animó al mundo con
el calor de sus virtudes, y le iluminó con esplendor. No hay parte de la
filosofía que no haya tratado aguda y a la vez sólidamente: trató de las leyes
del raciocinio, de Dios y de las substancias incorpóreas, del hombre y de otras
cosas sensibles, de los actos humanos y de sus principios, de tal modo, que no
se echan de menos en él, ni la abundancia de cuestiones, ni la oportuna
disposición de las partes, ni la firmeza de los principios o la robustez de los
argumentos, ni la claridad y propiedad del lenguaje, ni cierta facilidad de
explicar las cosas abstrusas.
Añádese a esto que el Doctor Angélico indagó las conclusiones
filosóficas en las razones y principios de las cosas, los que se extienden muy
latamente, y encierran como en su seno las semillas de casi infinitas verdades,
que habían de abrirse con fruto abundantísimo por los maestros posteriores.
Habiendo empleado este método de filosofía, consiguió haber vencido él solo los
errores de los tiempos pasados, y haber suministrado armas invencibles, para
refutar los errores que perpetuamente se han de renovar en los siglos futuros.
Además, distinguiendo muy bien la razón de la fe, como es justo, y
asociándolas, sin embargo amigablemente, conservó los derechos de una y otra,
proveyó a su dignidad de tal suerte, que la razón elevada a la mayor altura en
alas de Tomás, ya casi no puede levantarse a regiones más sublimes, ni la fe
puede casi esperar de la razón más y más poderosos auxilios que los que hasta
aquí ha conseguido por Tomás.
Por estas razones, hombres doctísimos en las edades pasadas,
y dignísimos de alabanza por su saber teológico y filosófico, buscando con
indecible afán los volúmenes inmortales de Tomás, se consagraron a su angélica
sabiduría, no tanto para perfeccionarle en ella, cuanto para ser totalmente por
ella sustentados. Es un hecho constante que casi todos los fundadores y
legisladores de las órdenes religiosas mandaron a sus compañeros estudiar las
doctrinas de Santo Tomás, y adherirse a ellas religiosamente, disponiendo que a
nadie fuese lícito impunemente separarse, ni aun en lo más mínimo, de las
huellas de tan gran Maestro. Y dejando a un lado la familia dominicana, que con
derecho indisputable se gloria de este su sumo Doctor, están obligados a esta
ley los Benedictinos, los Carmelitas, los Agustinos, los Jesuitas y otras
muchas órdenes sagradas, como los estatutos de cada una nos lo manifiestan… “
EPÍSTOLA ENCÍCLICA “AETERNI PATRIS”
DEL SUMO PONTÍFICE LEÓN XIII
SOBRE LA
RESTAURACIÓN DE LA FILOSOFÍA CRISTIANA
CONFORME A LA DOCTRINA DE SANTO TOMÁS DE AQUINO
CONFORME A LA DOCTRINA DE SANTO TOMÁS DE AQUINO
Dame, Señor y
Dios mío,
que no decaiga, ni en la prosperidad ni en la adversidad;
que no me ensoberbezca en alguna cosa,
ni me deprima en otra;
de nada goce o me duela
sino en lo que me lleve a ti o me separe de ti.
que no decaiga, ni en la prosperidad ni en la adversidad;
que no me ensoberbezca en alguna cosa,
ni me deprima en otra;
de nada goce o me duela
sino en lo que me lleve a ti o me separe de ti.
A nadie desee
agradar,
ni a nadie tema disgustar, sino a ti.
Sea para mí despreciable todo lo pasajero,
y sea para mí querido todo lo tuyo.
ni a nadie tema disgustar, sino a ti.
Sea para mí despreciable todo lo pasajero,
y sea para mí querido todo lo tuyo.
Que me hastíe
el gozo de lo que sea sin ti,
que no desee nada que esté fuera de ti.
que no desee nada que esté fuera de ti.
Que me deleite el trabajo hecho por ti,
que me sea penoso todo descanso que sea sin ti.
que me sea penoso todo descanso que sea sin ti.
Concédeme,
Señor, dirigir constantemente el corazón hacia ti,
y que en mis fallos sepa dolerme con el propósito de la enmienda.
y que en mis fallos sepa dolerme con el propósito de la enmienda.
Hazme, Señor y
Dios mío,
obediente sin contradecir,
pobre sin ser miserable,
casto sin depravación,
paciente sin murmuración.
obediente sin contradecir,
pobre sin ser miserable,
casto sin depravación,
paciente sin murmuración.
Humilde sin
ficción,
alegre sin disolución,
triste sin abatimiento,
maduro sin pesadez,
ágil sin ligereza,
temeroso sin desesperación.
alegre sin disolución,
triste sin abatimiento,
maduro sin pesadez,
ágil sin ligereza,
temeroso sin desesperación.
Que sea sincero
sin hipocresía,
que haga el bien sin ser presuntuoso,
que corrija al prójimo sin arrogancia,
que lo edifique con la palabra y el ejemplo.
que haga el bien sin ser presuntuoso,
que corrija al prójimo sin arrogancia,
que lo edifique con la palabra y el ejemplo.
Concédeme,
Señor, un corazón:
vigilante, que ninguna curiosidad lo aparte de ti,
noble, que ninguna influencia indigna lo envilezca,
recto, que ninguna intención siniestra lo desvíe,
firme, que ninguna tribulación lo debilite,
libre, que ningún afecto violento lo reclame.
vigilante, que ninguna curiosidad lo aparte de ti,
noble, que ninguna influencia indigna lo envilezca,
recto, que ninguna intención siniestra lo desvíe,
firme, que ninguna tribulación lo debilite,
libre, que ningún afecto violento lo reclame.
Concédeme,
Señor Dios mío,
inteligencia que te conozca,
diligencia que te busque,
sabiduría que te encuentre,
conducta que te agrade,
perseverancia que te espere confiada
y confianza de que un día al final te abrazaré.
inteligencia que te conozca,
diligencia que te busque,
sabiduría que te encuentre,
conducta que te agrade,
perseverancia que te espere confiada
y confianza de que un día al final te abrazaré.
Concédeme
soportar ya aquí tus castigos como penitencia,
servirme de tus beneficios por tu gracia,
y gozar de tu gozo en la patria para tu gloria.
servirme de tus beneficios por tu gracia,
y gozar de tu gozo en la patria para tu gloria.
Tu que vives y
reinas y eres Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Santo Tomás de Aquino, O.P.