Plural
Desde diversos enfoques, se reclama para nuestro
mundo la condición de plural, valor que se vive en todo el orbe, salvo en
algunos pueblos que son hoy excepción de este variado panorama. Preciso es subrayarlo
en lo que tiene de modernidad, de fidelidad a nuestra presente historia, de abandonar
la condición pueblerina no pocas áreas de nuestro mundo y, sobre todo, por lo
que la pluralidad nos inmuniza frente a las ideologías que tanto distancian y
enfrentan. Incluso en el ámbito religioso, el pluralismo deja notar su positiva
influencia, pues pone el acento en la autonomía radical del creyente en su
relación con Dios, sin que para ello sea necesaria la mediación eclesial, ni
pida de antemano sumisiones doctrinales. La pluralidad de nuestro mundo también
nos dice de los muchos caminos de buscar el rostro de Dios, aunque, para
algunos, es un modo directo de ser conflictivo en la esfera religiosa.
La mentalidad premoderna, religiosamente hablando,
en absoluto se sentía cómoda con la libertad y con el pluralismo. Existía un
ideal de cristiandad, dentro del cual la jerarquía eclesial detentaba la
plenitud de la verdad, y el error carecía de carta de ciudadanía. Mas la modernidad
nos facilita convivir con diferentes cosmovisiones, con gentes que dan otros
sentidos a sus vidas, con ganas de buscar la verdad. Que la creencia se hace
más subjetiva y que lo religioso se libera de cierta carga institucional cierto
es, pero no hay que verlo como un apuro insoluble, ni tampoco cabe el miedo
preventivo porque el hombre reivindique su autonomía en relación con Dios. Nada
humano acapara toda el área de la verdad, tampoco la religiosa, por ello bueno
es que abramos bien los ojos para identificar que los vestigios de la salvación
recorren todos los caminos de nuestro mundo. Y por tales va también el
caminante de Galilea hablándonos de un Dios de los hombres, por supuesto
también de los de hoy.
Fr. Jesús Duque OP.