Oferta
En las redes sociales es usual discurrir por ellas
y esperar que lo reflejado en tal medio sea compartido o suscite likes positivos e incluso sea comentado
en pauta tan abierta como sorprendente. Parece existir una norma no escrita
según la cual las redes sociales no están solo para uno ser espectador sino
también para que en ellas consten las propias ofertas, las personales
aportaciones e incluso, tremenda realidad, no pocas parcelas de intimidad
personal sin pudor alguno.
¿Qué ofrece hoy, qué puede ofrecer, el grupo de
creyentes en Jesús de Nazaret, sea en redes o en el entramado de su existencia
diaria? ¿Qué vivencias compartimos con nuestros coetáneos que sean singulares
aportes de nuestro modo de fecundar la existencia y de testificar nuestra
esperanza? ¿De qué terapia disponemos los cristianos para sobrevivir en los
tiempos difíciles que nos han correspondido ilusionar?
A pesar de los gemidos evidentes de nuestro mundo,
los cristianos nos sentimos capacitados, por la gracia de Dios, para brindar a
nuestro mundo una alegría serena lo suficientemente honda como para informar
todos los momentos de la vida incluso los más tristes y oscuros. Una alegría
que no sabe de modas y ni mucho menos es un eslogan ni parte de una campaña de
imagen. Alegría que sabe a oración y silencio, alegría que se viste de
discreción porque Dios no siempre grita, él es especialista en hablarnos en el
silencio y en los contextos deshumanizados con los que nuestro mundo se
presenta. Alegría que mejora nuestra historia y nos indica que quienes nos
rodean no son ni rivales ni competidores, sino hermanos, y esperanzados amigos.
Y necesitados, además, de la fuerza del evangelio de Cristo Jesús.
Fr. Jesús Duque OP.