sábado, 2 de septiembre de 2017

La mesa de la Palabra: Bajo sospecha




Bajo sospecha

El lamentable atentado en las Ramblas barcelonesas ha vuelto a abrir en algunos medios el debate acerca del protagonismo de la religión en eventos que nada bueno dicen de los fines pacifistas y conciliadores que defienden. No han faltado quienes, por triste constatación, señalan con el dedo acusador a las religiones que, dicen, son cuna inevitable de comportamientos radicales y fundamentalistas por sí mismas.

El fundamentalismo ¿no es acaso un fruto de la modernidad? Desde el siglo XIX no cesan de surgir formas de pensamiento muy reduccionistas sobre la economía, la política, la evolución… que ofrecen claves simplistas para leer la realidad, como cuando nos dicen que para comprender la complejidad de la conciencia humana basta con identificar la conexión de una neurita y las dendritas. Es aquí donde, creo, debe ubicarse el fundamentalismo religioso que surge sobre todo en Estados Unidos de Norteamérica como reacción al fundamentalismo científico y a la teología liberal.

Las religiones tienen mejores momentos, en especial cuando resisten a las verdades simplistas y nos vuelven a llevar a los grandes interrogantes de la vida humana: ¿Qué es ser hombre? ¿Cuál es nuestro destino? ¿Para qué la muerte? ¿Se puede alimentar la esperanza? Las grandes culturas se han perfilado en torno a estas preguntas. Sin embargo, nuestra apresurada cultura se arriesga a olvidarlas. No globalicemos la banalidad. Cuando la religión vive su mejor momento es cuando nos devuelve a las preguntas fundamentales, si bien nuestras pobres respuestas apenas rocen el misterio de vivir.

Fr. Jesús Duque OP.