domingo, 24 de septiembre de 2017

La mesa de la Palabra: Hacer sitio



Hacer sitio

Una de las obviedades que con frecuencia olvidamos es aquella que apunta a que cada uno de nosotros tenemos un sitio propio, acreditamos un espacio, no siempre reconocido ni respetado ni reivindicado. Por otra parte, cuando nos adentramos en nuestra vivencia creyente, llama la atención el que Jesús de Nazaret siempre hizo sitio a sus discípulos, quienes dispusieron en todo momento de tiempo para hablar, escuchar, preguntar. O dicho de otro modo, el Maestro no solo dejó que sus discípulos se ratificasen en su seguimiento, sino que hizo algo más. Mucho más. Se dio a sí mismo para que ese espacio propio de cada discípulo dispusiera de toda la densidad necesaria para creer, para conectar con el dial del rostro de Dios.

No es creíble nuestro compromiso creyente si a este hacer sitio, su sitio, a cada hermano, no implica oferta de servicio, de compañía, de saber estar al lado ocupados en la escucha y en la oferta, en el compromiso y en la generosidad. La Palabra predicada cuando es servicio evangélico tiene esta virtualidad: hace sitio y acompaña, abre espacios de luz en nuestro corazón y busca compromiso, perfila nuestra personal imagen como seguidor y crea maneras de crecimiento.

Los predicadores de la Familia Dominicana nos han dejado el legado de un servicio a la Palabra en el que destacó siempre el que Dios disponga de un espacio en la vida de cada uno de sus hijos, pues no en balde predicamos el evangelio de Jesús de Nazaret como mejor exponente del sitio vital donde, de verdad, respiramos, vivimos y esperamos.


Fr. Jesús Duque OP.