Santo Domingo de Scala-Coeli * Dominicos * Córdoba
Aquí y ahora
No creo sea adecuada providencia hacer de la
tierra un cielo; no es lo suyo. Más allá de la suave melodía de esta
afirmación, esconde plena licencia para, quien pueda, haga de esta tierra y de
sus pobladores lo que le venga en gana. Porque siempre hay humanos que se creen
los cielos que malvenden mesiánicos y apocalípticos de todo cuño; mitos y aspiraciones
legítimas de los hombres serán los puntos de apoyo para hacer de esta tierra
nuestra un horrendo infierno. Hoy será el gobierno universal, otro día será la
raza superior, mañana será la clase social única y universal, y hasta el dios
que aplaude al poderoso de turno que
hace de su dictado político una religión con cruel y sanguinaria
liturgia. Nos basta el convulso devenir del pasado siglo veinte con su nutrida
colección de ismos para aprender, de
una vez, la lección.
Lo hermoso de la tierra es que es tal, y nunca
cielo; es el campo de juego donde caben todas nuestras mejores esperanzas que,
a su vez, fecundan nuestras liberadoras utopías; pero utopía útil, no engañifa
para espíritus contentadizos, utopía como verdad prematura que nos obliga a
pisar fuerte este suelo donde tantas ilusiones se pueden trenzar; verdad
anticipada para dibujar con las creencias de cada cual un horizonte en el que
nos reconozcamos necesitados e ilusionados, imperfectos pero capaces de lo
mejor, criaturas para sentirnos capaces de facilitar el primer diseño del
Hacedor, fungir como imagen y semejanza suya. Porque, hoy, nuestro Dios es de
vivos y caminantes, de limitados y pecadores, en definitiva, Padre de sus
criaturas, hijos por encima de todo.
Fr. Jesús Duque OP.