Discípulos de Emaús. Claustro Convento Santo Domingo de Silos |
En aquel tiempo, dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día a una
aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén: iban comentando
todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona
se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de
reconocerlo.
“Considera también de la manera que apareció a los
discípulos que iban a Emaús, en hábito de peregrino, y mira cuán
afable se les mostró, cuán familiarmente los acompañó, cuán dulcemente se les disimuló, y, en cabo, cuán amorosamente se les descubrió,
dejándolos con toda la miel y suavidad en los labios. Sean, pues,
tales tus pláticas, cuales eran las destos, y trata con dolor y sentimiento lo
que trataban estos —que eran los dolores y trabajos de la pasión de Cristo—, y ten por cierto que no te faltará su presencia y
compañía, así como a estos no faltó.”
( Fray Luis de
Granada )