"En aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro;
impresionadas y llenas de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: "Alegraos".
“La alegría que la Santísima Virgen recibió este día
con la vista de su Hijo resucitado, ¿quién la explicará? Porque es cierto que, como ella fue la que
más sintió los dolores de su pasión, así ella fue a quien más
parte cupo en la alegría de su resurrección. Pues ¿qué sentiría esta bendita Señora cuando viese ante sí su Hijo vivo y
glorioso, acompañado de todos aquellos santos padres que
resucitaron? ¿Cuáles serían sus abrazos y besos?, ¿y las lágrimas de sus piadosos ojos?, ¿y los deseos de irse tras él, si le fuera
concedido?
Pues ¿qué diré de la alegría de
aquellas santas Marías; y especialmente de aquella que perseveraba llorando par del sepulcro, cuando se derribase ante los pies
del Señor, y le viese en tan gloriosa figura? Y mira
bien que, después de la Madre, a aquella primero apareció: que más amó, más perseveró, más lloró y más solícitamente le buscó; para que
así tengas por cierto que hallarás a Dios, si con estas mismas
lágrimas y diligencias le buscares.”
( Fray Luis de Granada )