El amor liberador es una experiencia divina que nos habita y nos
libera. La
convicción de Jesús no era sólo que Dios está cerca de nosotros, sino que,
además, nos libera porque nos ama. El amor incondicional de Dios era el
fundamento de la espiritualidad de Jesús. Porque si Dios es el misterio que todo lo abarca,
¿cómo no afrontar con El nuestras situaciones de misteriosas de
esclavitud? ¿Puedo sentirme amado en
situaciones misteriosas, por un misterio
como el amor de Dios?
Para responder, puedo empezar
reconociendo que las ataduras y esclavitudes que me condicionan y desconciertan, no son definitivas, mí ni pueden serlo. Desde
ellas, yo soy misterio y parte de un misterio. El misterio me dio a luz. Así
pues, el misterio tiene que cuidar de mí más que yo mismo. Si el misterio de
Dios está más próximo a mi que yo
mismo, entonces no tengo nada que temer
del misterio, él cuidará de mí en todo momento y circunstancia. Nada puede
hacerme daño realmente, y cualquier cosa que suceda será para mi bien. Soy
amado sin límites porque soy uno con todo el misterio de la vida. El camino
espiritual nos hace cada vez más permeables al Espíritu de Jesucristo. Ese
camino pasa por la atención interior de mis Nudos interiores, la oración
para sentir la cercanía del Misterio, y
la docilidad de dejarme desliar de todas las ataduras.. Son medios
concretos que nos acerca a la apertura a Dios y a la liberación por el
Espíritu Santo. Así me puedo convertir en un instrumento de liberación para
otros.
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