Tú eres el Dios de la Paz,
Precisamente por esto,
Señor del Amor y de la paz,
¡queremos convertirnos a Tí!
No podemos engañarnos
con llegar a vivir bien,
en paz, sin tí.
No podemos pensar en superar
las inquietudes interiores
y nuestras guerras personales
si no nos volvemos a tí,
Señor de la Paz,
Jesucristo crucificado
y Resucitado,
que has padecido la muerte
para darnos paz.
Te pedimos aquella paz,
que supera todo proyecto
y posibilidad
y que puede fortalecer
nuestros pensamientos,
nuestras voluntades,
nuestros corazones.
Amén.
(Cardenal Martini)
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