NAVIDAD: Un Injerto Divino en nuestra Humanidad.
Después de recorrer el camino de Adviento, como una oportunidad de Regeneración de todas las crisis, llegamos a Navidad y como resultado, vivimos una experiencia de INJERTO DIVINO en nuestra carne maltrecha. “La Navidad es la fiesta en la que no se celebra un acontecimiento del pasado, que ocurrió una vez y ya pasó; sino algo presente, que es, al mismo tiempo, el comienzo de un futuro eterno que se nos acerca. Es la fiesta del Nacimiento de la eterna juventud. Nos ha nacido un niño y en El se injerta definitiva y triunfalmente en este mundo la eterna juventud de Dios”. K.Rahner).
La Navidad es un injerto Divino en nuestra humanidad. ¿Qué hace en nosotros ese injerto divino que se llama Jesús?.
A.“Creo que fue concebido de María Virgen, por obra del Espiritu Santo”. "Es necesario que el cristiano crea no sólo en el Hijo de Dios, sino incluso en su Encarnación” (Santo Tomás). El misterio de la Encarnación y del Nacimiento de Jesús la podemos vivir como una Regeneración espiritual. Según Santo Tomás, al entrar en comunión con El por este misterio, recibimos gracias especiales.
1. Se refuerza la fe debilitada por los problemas de la vida. Gracias a Cristo, nuestra fe se refuerza: "A Dios nadie lo ha visto jamás, el Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es el que nos lo ha dado a conocer” (Jn 1, 18).
2. Se eleva nuestra Esperanza en la Vida Feliz y Eterna. El Hijo de Dios, cuando asume nuestra carne, no viene a habitar en medio de nosotros para una empresa de poca importancia, sino por nuestro bien, para lo cual obró una especie de intercambio: asumió un cuerpo dotado de alma, dignándose nacer de la Virgen, para ofrecernos su propia divinidad; se ha hecho hombre, para que el hombre se hiciese Dios. "Gracias a él hemos alcanzado, mediante la fe, esta gracia, en la cual estamos salvos y nos gloriamos, en la esperanza de los hijos de Dios”,
3. Se enciende la Caridad, el Amor divino, en el amor humano.. No existe prueba más evidente del Amor divino que el hecho que Dios, Creador, se ha hecho criatura; el Señor nuestro se ha hecho hermano nuestro; el Hijo de Dios se ha hecho Hijo del hombre: Dios ha amado tanto al mundo, que le ha dado a su Hijo Unigénito. Valga esta consideración para volver a encender y volver a inflamar en nosotros el amor de Dios.
4. Somos animados a llevar una vida humana más plena. Nuestra naturaleza tanto fue ennoblecida y elevada a la comunión de Dios, en cuanto que fue admitida a formar parte de una Persona divina. El hombre, orando y reflexionando sobre la propia exaltación, mantiene íntegra su alma.
5. Arde en nosotros el deseo de vivir unidos al Cristo total. Imaginemos que un rey tiene un hermano, que vive lejos de él. Este otro, que tiene a un rey por hermano, desea ir y llegar a él y con él permanecer continuamente. Así pues, ya que Cristo es nuestro hermano, debemos desear estar con él y unirnos a él. El apóstol Pablo, alimentaba el deseo de ser liberado y de estar con Cristo. Tal deseo crece con la meditación de su Encarnación
B. El Misterio de la Encarnación, lo vivo como una “Vida injertada en Cristo”.
Sta Catalina de Siena, Dominica, Laica y Mística-Apostólica, ora así la Encarnación de Jesús
¡Oh dulce y suave Injerto!.
Tu suma dulzura, se ha dignado unirse con nuestra amargura.
Tu esplendor, con las tinieblas.
Tu sabiduría, con la necedad.
Tu vida, con la muerte
Y Tú, infinito, con nosotros finitos.
Oh dulce y suave injerto (Santa Catalina)
El injerto es la práctica de la propagación vital, que consiste en unir dos plantas diferentes, que sean de la misma especie y familia, para que una vez unidos sus tejidos, las dos partes del injerto se comporten como si se tratara de un solo y único individuo. Por el Misterio de la Encarnación, se da esa unión vital entre Dios y nosotros. Pero ¿qué hace y como se realiza este injerto?
1.La relación que Dios desea es aquella en la que El y el hombre, sean uno.
· Dios desea que su vida divina y la vida humana se unan en una sola.
· Una vida en la que somos un espíritu con el Señor.
· Esta unión es orgánica, vital, una vida injertada y fructífera.
2.Somos injertados en Cristo, por su Encarnación,Crucifixión y Resurrección
· Cristo se hizo Carne a fin de que podamos ser injertados con El.
· Cristo fue cortado en la Cruz a fin de que podamos ser injertados en El,
· y El resucitó como Espíritu vivificante a fin de entrar en nuestro ser.
3.Por este “injerto divino”, vivimos regenerados, con alegría y fecundidad. llevando una vida en la que nuestra humanidad y la divinidad de Jesús, se unen para crecer vitalmente. Mediante este injerto, somos unidos a El, mezclados con El e incorporados para llegar a ser el Cuerpo actual de Cristo.
4. En la vida injertada, la vida humana no es eliminada, sino fortalecida.
· En la vida injertada, aunque la rama retiene características propias, su vida es elevada y transformada por haber sido injertada en una vida superior.
· En la vida injertada la vida divina opera en nuestra carne a fin de depurarla de todo elemento negativo.
· En la vida injertada la vida divina resucita la creación original de Dios, y nuestras facultades son elevadas
· En la vida injertada la vida divina satura todo nuestro ser, por medio de esta unión somos transformados y conformados a la imagen de Cristo
CONCLUSION Con su Encarnación, Jesús viene a rejuvenecer nuestra vida y la de la humanidad. ¡Por humanos, somos vulnerables, pero con su Encarnación, El nos levanta siempre en un nuevo nacimiento!: El Injerto divino hace que nuestra humanidad exprese los atributos divinos, con los que podemos llamar a Dios: “Enmanuel”, Dios con nosotros y con todos, para siempre.
CONTEMPLACION de S. Juan de la Cruz en Navidad.
Ya era llegado el tiempo, en que de nacer había,
así como desposado, de su tálamo salía.
Abrazado con su esposa, que en sus brazos la traía;
al cual la graciosa Madre en un pesebre ponía
entre unos animales que a la sazón allí había.
Los hombres decían cantares,
los ángeles melodía,
festejando el desposorio que entre tales dos había.
Pero Dios en el pesebre allí lloraba y gemía;
que eran joyas que la esposa, al desposorio traía;
Y la Madre estaba en pasmo el que tal trueque veía:
el llanto del hombre en Dios,
y en el hombre la alegría.
Fr. José Antonio Segovia, OP
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