lunes, 13 de diciembre de 2021

ADVIENTO 2021 desde SCALA COELI: Tercera Semana

 LA ORACIÓN COMO EXPERIENCIA REGENERADORA

Velad y Orad en todo tiempo (Lc 21,36)

 

En Adviento te dice la Sabiduría de Dios: “Hijo mío, atiende mis palabras, presta oído a mis consejos; consérvalos y vivirás;  mi instrucción es como la niña de tus ojos; átatelos a los dedos, escríbelos en la tablilla de tu corazón. Al caminar no serán torpes tus pasos, al correr no tropezarás; agárrate a la instrucción, no la sueltes, consérvala, porque te va la vida. Por encima de todo, cuida tu corazón porque en él están las fuentes de la vida» (Pr 7,1-3; 4,23).


1.     “La Oración”,  experiencia regeneradora.

a) La oración es un encuentro con Dios para escucharle y dejarte hacer. La iniciativa y la llamada son suyas, y es El quien desea tu presencia infinitamente más que tú la suya. «Lo tuyo» es, en primer lugar, tomar la decisión de orar para responder a esa llamada y crear el clima que precede a una cita. Después intenta permanecer silencioso en su presencia, con toda tú fe y tu amor despiertos para adherirte a lo que quiere hacer en ti. Y el deseo del Padre es hacer de ti, medio del Espíritu de Jesús que te habita, alguien cada vez más parecido a su Hijo. Buscar a Dios en su Palabra. ¿Voy a la oración a hablar yo, o a dejar que Dios me hable?

b) Al comenzar la oración, trata de situarte en tu centro más profundo y, desde ahí, ábrete a la presencia de Dios y trata de hacerte disponible para El. Este primer momento de la oración, en el que tratas de movilizar toda tu atención, pide de ti esfuerzo, obstinación, paciencia e intensidad. Es tu humilde manera de colaborar a la acción de Dios en ti: porque lo que importa en la oración no es lo que tú haces, sino lo que consientes que haga El. Acercarme a lo que hay en mi corazón. ¿Cómo cuido la relación íntima que se da en la oración ?.

c) Desde el principio toma conciencia de lo que deseas y necesitas, agradeces o buscas, y lo exprésalo con alguna frase breve que puedas repetir a lo largo del día. Será como un «ansia» que te ayude a volver al centro de tu corazón. ¿Cuál es mi oración más recurrente?. “Señor, aumenta mi fe”. “Señor, que vea”. Señor, ¿no te importa que perezcamos?......

d) Recuerda que nunca llegas solo a la oración: estás ahí en nombre de muchos hermanos, de su deseo y de su clamor. Siéntete unido a ellos y sostenido por ellos, y en contrarás fuerza en momentos de cansancio. “Padre nuestro”. Abrirme a su presencia. ¿Cómo vivo esa comunión de la Oración?.

e) No acabes la oración bruscamente, porque no se terminan así los encuentros personales; dirígete al Padre, con la confianza de los hijos o «como un amigo habla con su amigo», y luego detente unos momentos a ver cómo te ha ido: lo que te ha sido ayuda o dificultad. Este pequeño examen hará crecer en ti la «sabiduría oracional» y te ayudará a adquirir el discernimiento. ¿Cambia mi vida la oración? Señor, en todas partes te busco por si te puedo encontrar. Y en todas partes te encuentro, sólo por irte a buscar. AMEN


           2.      Orar es Amar y dejarse Amar. Escuchar y hablar a quien más me ama.

 Una vez que estaba Jesús orando, le dijo uno de sus discípulos: ¡Señor, enséñanos a Orar! .Lc 11,1. Y El le dijo, cuando oréis decid: ¡Padre!.

a) ¡Padre!.¡Este es mi Hijo Amado! (Lc 9,29). Orar es amar y sentirse amado. Con la oración entramos en contacto con nuestra verdadera esencia. Lo superfluo está de sobra. Se rompen las máscaras bajo las que nos escondernos. Cuando oramos, nuestra vida se pone en orden, experimentamos la verdadera libertad en Dios y la imagen que los hombres tienen de nosotros ya no es tan importante. Ciertamente, la experiencia de oración no se deja contener: Una nube oscurece de nuevo nuestra mirada y debemos volver solos con los recuerdos de esa experiencia de luz a menudo nebuloso valle de nuestra vida diaria. Bien pudiera el Señor transfigurarse fuera de la oración, si quisiera; más quiso de propósito que allí fuese, para mostrarnos en la transfiguración de su cuerpo la virtud que la oración tiene para transfigurar las almas, perder las costumbres del hombre viejo y vestirse del nuevo.

b) ¡Escuchadlo!. Orar es escuchar y hablar con aquel que más me ama. Con este Amor de la Oración, se alumbra el entendimiento con los rayos del sol de justicia y allí es donde se renuevan las vestiduras y atavíos del alma y se paran más blancas que la nieve. Porque, en hecho de verdad, ésta es una de las grandes excelencias de la oración, que con ser ella una virtud, es común despertador y ejercicio de todas las otras virtudes. Orar no es pensar, sino amar, para poder vivir de otra manera.

c) ¿Qué nos da la experiencia de la Oración regeneradora? (P. Granada)

- Se limpia el alma de los pecados. ¿Qué aspectos de mi vida debería limpiar?

- Se alimenta la caridad. ¿Cómo me llega el Amor de Dios en la Oración?

- Se confirma la fe. ¿Me hace crecer en confianza la Oración?

- Se fortalece la esperanza. ¿Espero recibir lo que pido en oración?

- Se alegra el espíritu. ¿Qué tipo de alegría me da la oración?

- Se derriten las entrañas. ¿Me cambia la oración por dentro?

- Se pacifica el corazón. ¿Pacifico mi vida en la oración?

- Se descubre la verdad. ¿Aprovecho la oración para conocerme según Dios?

- Se vence la tentación. ¿Qué me dice el “velad y orad, para no caer en tentación”?

- Se repara la virtud enflaquecida. ¿Me hago más fuerte en la oración?

- Se despide  la tibieza. ¿Me ayuda a reaccionar la oración?

- Se consume el orín de los vicios. ¿Qué secuelas van dejando los malos hábitos?

- Y en ella saltan centellas  de deseos del cielo. ¿Me estimula la oración?

- Y arde la llama del divino amor. ¿Puedo decir también yo que Orar es Amar?

 

ORAR  LA  PALABRA  PARA  VIVIR  REGENERADOS

 

1. El Señor está cerca. Que nada os angustie, en cualquier situación presentad vuestros deseos a Dios orando, suplicando y dando gracias. (Fil 4,6.24).

2.  Y al orar no os perdáis en palabras como hacen los paganos, creyendo que Dios los va a escuchar por hablar mucho.  (Mt 6,7)

3. El Señor está cerca de quien lo invoca, de quien lo invoca de verdad. (Sal 145,18)

4.  Estad siempre alegres. Orad en todo momento. Dad gracias por todo, pues esta es la voluntad de Dios. (1Tes 5, 16-18).

5.  Todo lo que pidáis en vuestra oración, lo obtendréis si creéis que vais a recibirlo. (Mc 11),

6. Acerquémonos con confianza al trono de la gracia, a fin de alcanza misericordia y hallar la gracia de un socorro oportuno. (He 4, 16).

7. Se acerca el fin de todas las cosas. Sed, pues, sensatos y vivid  sobriamente para dedicaros  a la oración. (1 Pe 4, 7).

8.  Si alguno de vosotros carece de sabiduría, pídasela a Dios y sin echarlo en cara, se la concederá. Pero que pida con fe, sin dudar. (Sant 1,6).

9.  Si sabemos que El nos escucha cuando le pedimos algo, sabemos que tenemos todo lo que hemos pedido. (1Jn 5,15).

10. Vivid alegres por la esperanza, sed pacientes en la tribulación y perseverantes en la oración. (Ro 12,12)


ORACIÓN

 

Estoy aquí, Dios mío. ¿Me buscas? ¿Qué querías de mí? No tengo nada más que darte. Desde nuestro último encuentro, no he puesto nada a un lado para ti. Nada... ni siquiera una obra buena Estaba demasiado cansada. Nada, si siquiera una buena palabra. Estaba demasiado triste. Nada  sino el disgusto de vivir, el aburrimiento, la esterilidad.

- Y me dice Dios. ¡Dámelos a mí!. La prisa de cada día, por terminar la jornada, si servir para nada. El deseo de reposo lejano del deber y de las obras.El desapego del bien por hacer, el disgusto de Ti,  ¡Dámelos!. El sopor de mi alma, los remordimientos de mi flaqueza y la flaqueza más fuerte que los remordimientos...

- ¡Dámelos! Las turbaciones, los miedos, las dudas.

- Señor, pero entonces Tú, como un trapero, recogiendo mis sobras, mis basuras, mis pobrezas. ¿Qué quieres hacer con ellas?

- ¡Quiero hacerlo todo nuevo y construir el Reino de los Cielos contigo!.


Fr. José Antonio Segovia, OP

 

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