EN ADVIENTO
LA REGENERACIÓN nos hace, como a las Madres: Testigos de Esperanza
En Adviento y ante la Navidad, los cristianos nos sentimos como si
estuviésemos en estado de buena esperanza. ¡Como María! ¿Cómo?. ¿Por
qué?. Porque podemos descubrir que en lo profundo de todo sufrimiento, aún hay mucha vida. Y esto lo vivimos, no sólo
mirando a María, sino volviendo a la
realidad, donde, entre las incertidumbres y dificultades encontramos a Dios. Sabemos en
efecto que la creación entera está gimiendo
con dolores de parto, pero en esperanza (Rom 8,18-24). ¿Cómo
regenerarnos y alumbrar vida en situaciones embarazosas?. Como María, Madre. ¡Contemplando desde dentro el fruto de su vientre y mirando
hacia el futuro, anhelando como ella, una vida plena, para todos, porque Dios sigue latente, en medio
de los sufrimientos humanos.
1.Nuestra Regeneración de hoy, nos sacará de las
muertes de cada día. Tenemos y debemos creer en la Encarnación y en la Resurrección, pero no como un hecho privado de la vida de Jesús, que
nunca llegaremos a explicar, sino como una resurrección de todos con El en
nuestra propia humanidad. El dijo que el Reino ya está presente y éste se
pone de manifiesto en la liberación total de los hombres: los ciegos ven, los
cojos andan, los muertos resucitan y los pobres son evangelizados. Cristo es el Hombre de las esperanzas de
todos los que sufren en este mundo. En El son vencidos la muerte y las
catástrofes. En Jesucristo recibimos la respuesta definitiva de Dios a
todas las preguntas que nos hacemos los hombres, sobre todo cuando peor lo
pasamos; no ha sido la muerte sino la
vida, la última palabra que Dios, ha pronunciado sobre el destino humano. Por
eso, el futuro de Cristo es también mi futuro y el futuro de la humanidad.
2. En el mundo hay miedo porque hay sufrimiento,
pero también hay alegría porque ya hay resurrección a una vida eterna con El. La muerte ya no
tiene la última palabra, pase lo que pase estamos resucitados. Si la muerte no
tiene la última palabra, menos aún muchas de las situaciones o circunstancias
que nos angustian y tememos. Experimentar esto tiene como consecuencia que la
alegría profunda y verdadera ha de ser característica de nuestra vida.
3. La vida nueva, se logra en unión con Cristo Encarnado y Resucitado, porque Dios no solo toma nuestra carne y nos resucita con El, sino
que nos sienta ya desde ahora en los cielos. Nosotros somos testigos, porque
comimos y bebimos con El después que resucitó de entre los muertos. Y como ya estamos ahora con Cristo, la muerte
es una de las formas de estar con El (2Cor 5,8). Estoy seguro de que Cristo
será glorificado en mi cuerpo ( Flp 1,20). Para mi vivir es Cristo y
morir ganancia. (Flp 1,31)
4. Y
esta unión con el Resucitado aquí en la
tierra es para siempre. Ya vivamos, ya muramos, somos del Señor (Rom 14,8). En
un mundo donde las noticias son cada vez más catastrofistas, donde el pesimismo
y el cansancio existencial se van extendiendo, los cristianos estamos llamados
a ser, testigos de vida y esperanza, porque Cristo se ha encarnado, ha
resucitado y su Vida ha cambiado ya para siempre el signo de la historia, aunque esto no nos
evite las dificultades presentes.
¡MI DESEO DE “REGENERACION ESPIRITUAL” LA PUEDO VIVIR…
1.Como necesidad y anhelo profundo. Todo ser creado necesita regeneración.
La carne humana, pobre y limitada, anhela la vida de Dios. Por eso en su conversación con Nicodemo, Jesús dijo dos veces que el hombre debe nacer de nuevo para ver el Reino de Dios (Jn 3,3-7). La regeneración no es opcional, porque “lo que nace de la carne es carne; y lo que nace del espíritu, es espíritu. (Jn 3,6). Se vive como necesidad de gracia, que yo acojo y coopero con ella.
2. Como “cambio y conversión”. La regeneración es un cambio del corazón
Tal como nuestro nacimiento físico resultó en un nuevo
individuo entrando en un mundo terrenal, nuestro nacimiento espiritual resulta
en una nueva persona que entra en el reino de los cielos (Ef 2,6). Después
de la regeneración comenzamos a ver, a oír y a buscar las cosas celestiales:
empezamos a vivir una vida de fe y de santidad. Ahora somos partícipes de la
naturaleza divina, habiendo sido hechos
nuevas criaturas (2Cor 5,17). Dios y no el hombre, es el origen de esta
transformación (Ef 2,1-8). El Amor de Dios, su abundante gracia y misericordia,
son la causa del nuevo nacimiento.
(1Ef,1,19-20).
3.Como “docilidad
al Espíritu”. La regeneración es
lo que Dios hace en nosotros, en el momento de
salvación, junto con el sello del Espíritu Santo (Ef 1,13): la adopción como hijo (Gal 4,5), y la
reconciliación misericordiosa (2Cor 5,18-20). La oportunidad de
que una persona viva espiritualmente. Antes de la salvación, no éramos hijos de Dios
(Jn , 1,12), más bien éramos hijos de la
ira (Ef 2,3, Rom 5, 18-20). Antes de la salvación estábamos perdidos; después
de la salvación somos regenerados. Y las señales de esta nueva vida son: la paz
con Dios (Rom 5,1), un bautismo regenerador (Tit 3,5; 2Co 5,17) y la
filiación, (Jn 1,12-13; Gal 3,26),
siendo sus hijos para siempre. Cada regeneración inicia un proceso de santificación, por medio de la cual nos
convertimos en las personas que Dios quiere que seamos (Rom 8,28-30).
4.Regenerarse
no se logra por las buenas obras, sino por docilidad y humildad “Ya que por las obras de la ley ningún ser
humano será justificado delante de Dios (Rom 3,20). No tenemos necesidad de
una reforma personal como reorganización;
pero sí como “nuevo nacimiento” o “regeneración.
¿Cómo se manifiesta esto ?
a) Mis ojos se abren. Comprendo el mundo de una forma nueva y me comprendo
a mí mismo también de un modo nuevo. ¿Qué novedad me ofrece Dios en estos
momentos?
b) Me permite ver
la presencia de Dios, como el yo
divino en la humanidad de Cristo y en la de los hombres” ¿Cómo se ve iluminada mi
realidad por la presencia de Cristo?. ¿Estoy abierto a El?. ¿Me fío de El?
c) Puedo
empezar de nuevo. Nacer de Dios, es la verdadera naturaleza del ser humano.
¿Cómo puedo ir más allá de la realidad humana que me esclaviza?. ¿Estoy
dispuesto a nacer de nuevo?. Un autor espiritual entiende el nuevo
nacimiento en el espíritu como un “conocimiento de su corazón, comprendiendo
cuanto hay en él y no sintiéndose afligido por nada”. ¿En qué aspectos
puedo nacer de nuevo?
ORACION a María, Madre, de nuestra Regeneración
Señora del Adviento,
Señora de la preñez evidente y extenuante. ¡Cuánto deseamos que camines con
nosotros! ¡Cuánto necesitamos de ti, mujer del pueblo, que viajas presurosa y
alegre a servir a Isabel, a pesar de tu vientre pesado y fatigoso!.
Señora del Adviento,
Señora de los Brazos Vacíos, también nosotros estamos preñados de esperanzas y
sueños. Soñamos con que el canto de las
aves no vuelva a ser turbado por el ruido de las balas. Soñamos con nuestros
niños y jóvenes sin temores, cantando al fruto de tu vientre ya cercano.
Soñamos con nuestras comunidades durmiendo tranquilas al arrullo de una
oración. Soñamos que nuestros mayores y enfermos se encuentran contigo
tranquilos y en paz con nosotros, regalándonos una sonrisa.
Soñamos con que algún día
nosotros podamos recuperar el sueño de nuestra vocación a la vida y santidad
plena.
Señora del Adviento, la
de los Brazos Vacíos, visítanos como a tu prima. Monta en el burrito de tu
humildad generosa y ayúdanos a
regenerarnos. Nuestros corazones son pesebres huecos y fríos donde hace falta
que nazca tu Hijo.
Ven, Señora, con tus
gritos de parto a calentar nuestros corazones, y a seguir tejiendo esperanzas
con nosotros, como lo hiciste con Isabel.
Solo así, en medio de la
noche iluminada por tus brazos ahora llenos, y por tus pechos que amamantan,
podremos volver a soñar y gritar: ¡Ven Señor Jesús!
Fr. José Antonio Segovia,
OP
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