Miedos
Al igual que la nostalgia mata la esperanza, el
miedo en sus varias expresiones no da opción a un mañana con los avatares
propios de un caminar nuevo e ilusionante. Ignoro si es lugar común, pero en
ciertos sectores del Pueblo de Dios hoy se comparte el parecer que, en su día,
el lógico desarrollo del Concilio Vaticano II, generó no poco miedo en amplios
sectores de las autoridades eclesiásticas, lo que se trasladó en sospecha sobre
cierta reflexión teológica, a la clericalización de la Iglesia, a formas
litúrgicas con cierta añoranza del pasado, a creer que el diálogo con el mundo
presente se sustanciaba con condenas y temores, incluso a recelos inamistosos de la jerarquía sobre
algunos sectores eclesiales tales como la vida consagrada.
Grupos de laicos no silencian su extrañeza cuando
entran en contacto directo con algunas de las directrices del Vaticano II y
lamentan su ignorancia y, por ende, su no aplicación. El momento presente es
delicado, tanto en el escenario eclesial como en el sociopolítico. Con todos
los cambios sociales y eclesiales que se han operado desde los años sesenta del
siglo pasado, abrir hoy el arcón del Vaticano II no es parte de una operación
nostalgia, cuanto mirar nuestra realidad con ojos de serenidad y caer en la
cuenta que nuestra fe necesita expresarse en clave actual y atender a los
sectores que hoy llamamos periferias y núcleos humanos de descarte social.
Puede que recuperar el espíritu conciliar ayude a
no pocos creyentes a superar su decepción y tristeza eclesial. Una buena
herramienta para este menester es Evangelii
Gaudium, la primera exhortación que ofreció a la comunidad cristiana el
Papa Francisco (2013), en total sintonía con el gran documento posconciliar de
Pablo VI Evangelii Nuntiandi (1975).
Dos documentos que sirven admirablemente el propósito de crear un clima de
esperanza y de iniciar una sincera evangelización que estimule la conversión de
los cristianos y de las comunidades. Porque de lo que se trata es de vivir hoy,
aquí y ahora, la limpia frescura del evangelio del Señor Jesús.
Fr. Jesús Duque OP.