Con
el debido respeto
En la pasada campaña de Manos Unidas, ésta nos
provocaba con un lema que rezaba: El mundo no necesita más comida, necesita
más gente comprometida. En la motivación del mensaje nos sacaban los
colores al indicar que en occidente parte de lo que se compra en las tiendas y
en el supermercado va a la basura. Asimismo, en nuestros usos alimenticios se
ha logrado una tal diversidad de ofertas, naturales o no, ecológicas o no, que
siempre se tiene al alcance de la mano varias alternativas para satisfacer la
necesidad del comer diario.
En el uno de marzo comenzaba la cuaresma con la
música de fondo de sus prácticas de siempre, oración, ayuno y abstinencia. Bueno
es pensar que lo más cuaresmal sea la oración, pero admitamos que el ayuno y la
abstinencia están más presentes en el decir colectivo. El DRAE en la segunda
acepción de ayuno indica: Manera de mortificación por precepto eclesiástico o
por devoción, y la cual consiste sustancialmente en no hacer más que una comida
al día, absteniéndose por lo regular de ciertos alimentos. Por su parte, y
referido a la abstinencia, en su cuarta entrada consta: Por excelencia,
privación de determinados alimentos o bebidas, en cumplimiento de precepto
religioso o de voto especial.
Desde la cuaresma del 2014, se nos recuerda además
el sencillo mensaje que el Papa Francisco nos regaló entonces. Sorprende que a
la hora de ponderar el ayuno y la abstinencia el pontífice no aluda en sus
sugerencias a la privación de alimentos, ni a sustituir unos por otros (pescado
por carne, por ejemplo). Señala, por el contrario, una firme apuesta por una cuaresma
del corazón: mejor calidad y caridad en las relaciones interpersonales,
humanizar nuestro día a día con actitudes de gratitud, perdón, escucha, compasión
y confianza en Dios. Parece que es otra música.
Fr. Jesús Duque OP.