La comunidad de Santo Domingo
de Scala Coeli, Córdoba
Los frailes dominicos que vivimos en Santo Domingo de
Scala-Coeli, Córdoba, somos conscientes del fecundo pasado de este convento y
de los ilustres hermanos que han vivido aquí desde su fundación. Baste aludir
solo a San Álvaro de Córdoba, a fray Luis de Granada o al Beato Francisco
Posadas para apreciar la riqueza religiosa de este lugar predicador. El primero
de los citados fundó este convento como primer lugar de la reforma de la Orden
en el lejano 1423 y dejó una huella de compa-sión y enamoramiento de Cristo
crucificado que nos enorgullece; el se-gundo fue prior de este convento,
residió aquí unos diez años (1535-1545), se encontró en esta casa con san Juan
de Ávila y aquí redactó su precioso Libro de la oración y meditación; y el
último, un fraile que en su entusiasta predicación encarnó con gracia y
cercanía la compasión de Cristo Jesús y de N.P.Santo Domingo en su trabajo
pastoral y en el hospitalico del Padre Posadas, de vigente memoria aún entre los
cordobeses.
Agradecemos el pasado de nuestros hermanos dominicos y
lo hacemos con fraterna alegría. Nos sentimos muy ufanos de nuestra hermosa memoria
dominicana, pero también, nos vemos ilusionadamente compro-metidos con el hoy
de nuestra presencia predicadora. El entorno físico del convento, de una
belleza natural serena, ayuda a nuestro propósito actual. Este enclave sito en
la Sierra Morena, y a media docena larga de kilómetros de la capital cordobesa,
queremos que sea hoy un centro de espiritualidad dominicana y un lugar de
formación y encuentro de la Familia Dominicana cordobesa y andaluza. A tal fin,
ofrecemos en los momentos llamados fuertes de la vida cristiana (adviento,
cuaresma, pascua, pentecostés) retiros en los que, en silencio y en clima
orante, servimos al Pueblo de Dios ocasión para la contemplación y
profundiza-ción en la fe cristiana.
Asimismo, atendemos varios Talleres de Oración y
Crecimiento Espiri-tual en esta casa, con frecuencia mensual, y organizamos
jornadas de espiritualidad durante el año destinadas a las Fraternidades
Laicales y a todos los que deseen vivir unas horas de tranquila meditación.
También, este convento es lugar de encuentro de varios grupos de matrimonios
que aquí hacen un alto en el camino en clima de sosegada reflexión y oración.
Los frailes de la comunidad de Scala-Coeli sirven,
además, a la tarea de formación de las novicias de la Federación de Nuestra
Señora del Santo Rosario, cuyo noviciado radica en la ciudad cordobesa, y
atendemos el sacramento de la reconciliación del convento. Atendemos, además, a
la Hermandad del Cristo de San Álvaro que, una vez al año, cursa una po-pular
romería hasta este santuario; y servimos igualmente a la pastoral general del
pueblo de Dios que aquí celebra sus mejores momentos, y a la pastoral de
algunos colegios en el campo de la asistencia religiosa.
Este convento, además, y según disponibilidades de un calendario ya de suyo apretado, está abierto a cuantas demandas de grupos de jóvenes que quieren vivir aquí momentos de retiro, oración y recogimiento, sobre todo en fines de semana y sin pernoctar aquí.
Cumplimos también cuantas demandas de predicación y
reflexión teológica, doctrinal y espiritual podemos, según permita el
calendario de cada uno de los frailes aquí residentes.
Estamos convencidos que la fuerza del seguimiento de
Cristo, la espiritualidad dominicana, los momentos de oración y los espacios de
reflexión teológica que desde aquí servimos con ilusión tienen plena vigencia y
responden a lo que la Orden puede y debe ofrecer desde este convento. Lo
ponderamos por la positiva acogida que suelen tener los diversos momentos de
encuentro que programamos cada año, pero mejor lo argumentamos porque como
frailes predicadores no sabemos hacer otra cosa que evangelizar con todas las
posibilidades que nos facilita este convento, este paisaje serrano con su
hermosa historia religiosa y nues-tra vocación de predicadores y servidores de
la fe en Cristo Jesús. Somos conscientes que el hombre actual necesita silencio
enriquecedor, contemplación serena de la luz de nuestra fe, hacer un alto en el
camino… y a ello nos dedicamos como servidores del evangelio hoy, y lo hacemos
con mucha alegría.