Nacido en Lima, hizo la profesión solemne como dominico hermano cooperador. Dedicado casi continuamente a la oración, especialmente, a ejemplo de santo Domingo, por la noche, tuvo en ella frecuentes éxtasis.
Era muy devoto de la Eucaristía y de la Virgen María. Llevó una vida de extrema pobreza y penitencia. Fue para todos los habitantes de Lima espejo de buenas costrumbres; extraordinario en su humildad y paciencia; generosísimo en limosnas a las pobres; muy solícito con los enfermos, de tal modo que fue aclamado "padre y consuelo de los afligidos".
Señor, Dios nuestro,
que has querido conducir a San Martín
por el camino de la humildad a la gloria del cielo,
concédenos
la gracia de seguir sus ejemplos
para que merezcamos ser coronados con él en la gloria.
Por nuestro Señor Jesucristo.