Fray Luis de Granada y el Rosario
de Nuestra Señora
En el año 1573 escribió las “Meditaciones de la
vida de Cristo”. El último de los capítulos se titula “De cuán excelente
sea la devoción del rosario de Nuestra Señora y de los quince misterios que
contiene”.
Es sumamente importante tener en cuenta el testimonio que nos ofrece el santo y
sabio predicador de Granada, porque en él expresa la experiencia que, como
dominico, vivía en su comunidad –desde Santa Cruz la Real de Granada hasta
Santo Domingo de Lisboa- con el rezo del Rosario. Lo mismo que predicaban él y
sus hermanos dominicos en la España del Siglo de Oro, ofreciendo en el Rosario
una aplicación pastoral y espiritual de los misterios de la salvación a la vida
cristiana. El método del rezo del Rosario, que en el siglo XVI tenía la Orden
de Predicadores, es el mismo que se rezaba hasta principios del siglo XXI: el
mismo que Santa María Bernarda Soubirous rezó ante la Virgen en Lourdes en el
siglo XIX, y los beatos Francisco y Jacinta, con su prima sor Lucía, recitaron
ante la Virgen en Fátima en el siglo XX. El Rosario que María recomendó a la
humanidad en Lourdes y Fátima fue ampliado a veinte misterios por Juan Pablo II
el 16 de octubre de 2002.
He aquí lo que escribía Luis de Granada:
“Pues en este libro (Meditaciones de la vida de Cristo) se ha tratado hasta
aquí de los principales misterios de la vida de nuestro Salvador, es ahora de
saber que, entre otros muchos frutos para que sirve esta doctrina, uno de ellos
es saber por aquí la historia de los misterios del Rosario: y por esto me
pareció dar aquí brevemente la razón por la cual esta devoción es tan universal
y tan celebrada en la Iglesia cristiana, y declarar cuáles sean los misterios
que comprende, para que con mayor estudio y diligencia los devotos de nuestra
Señora se apliquen a ella.
“Es, pues, ahora de saber que el principio de toda nuestra bienaventuranza
consiste en el conocimiento de Dios. Mas a este soberano Señor no podemos en
esta vida conocer en sí mismo sino en sus obras, y entre éstas las más
excelentes fueron las de la sagrada humanidad. De donde se sigue que éste es el
medio más excelente que hay para venir en conocimiento de la soberana deidad,
por medio de la sagrada humanidad. Y así no es otra cosa la devoción del
Rosario, si se aplica como conviene, sino meditación de los principales misterios
de la vida de nuestros Salvador y de su santísima Madre, los cuales andan
juntos, porque en todos ellos entrevino la Virgen nuestra Señora como su Hijo
bendito, mayormente en los de su santa niñez.
“Y para los que no están ejercitados en esta devoción, advertimos aquí que ella
se reparte en quince misterios principales de la vida de nuestro Salvador y de
su santa Madre, que son cinco gozosos, y cinco dolorosos, y otros cinco
gloriosos.
“Los cinco primeros gozosos son: la anunciación del ángel a nuestra Señora, la
visitación a Santa Isabel, la natividad del Salvador, la adoración de los Reyes
Magos, la purificación de nuestra Señora y presentación de su Hijo en el
templo, o cuando después de perdido lo halló en el mismo templo.
“Los cinco dolorosos son: la oración del huerto, los azotes a la columna, la
coronación de espinas, el llevar la cruz a cuestas, el ser crucificado en ella,
con lo cual se junta el oficio de la sepultura y la soledad de nuestra Señora.
“Mas los cinco misterios gloriosos son: la resurrección del salvador, con el
aparecimiento a la sagrada Virgen y a los discípulos, la subida al cielo, en la
cual piadosamente creemos haberse hallado la Virgen Santísima, porque justo era
que la que se halló presente a los dolores del monte Calvario, no careciese de
la fiesta y gloria del monte Olivote. El tercer misterio glorioso fue la venida
del Espíritu Santo, a la cual esta Virgen se halló presente con los discípulos
y discípulas de su Hijo. El cuarto fue su gloriosa asunción, y el quinto, la
gloria de su coronación.
“Pues el que quiere cumplir con esta devoción, no se ha de contentar con rezar
secamente las Avemarías que el Rosario comprende, sino, rezando con la boca,
debe el corazón ir rumiando y meditando estos misterios susodichos,
deteniéndose en cada uno con la devoción que el Espíritu Santo le administrare.
Para lo cual le servirá todo lo que se ha tratado en este libro acerca de los
misterios de la vida del Salvador, porque, habiéndolos primero leído con
atención y devoción, ellos le darán motivos y consideraciones para despertar su
devoción, humillándose primero, y pidiendo a nuestro Señor le quiera dar el
sentimiento entrañable de lo que él en este mundo por nosotros hizo y padeció.
Porque él solo es el que da a los humildes y diligentes el verdadero
sentimiento de estos misterios.
“Pues con esta devoción, que pertenece a la gloria del Hijo y de la Madre,
alcanzará el hombre la gracia y favor de ambos, para que le sean favorables en
todos los negocios y trabajos de esta vida, y mucho más en el postrer trance de
la muerte, para que, ayudado en este paso, vaya a gozar y ver esta santa Virgen
con su precioso Hijo en el cielo. Al cual sea honra y gloria en todos los siglos
de los siglos. Amén.”
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