“… En la cruz de Cristo se humilla la soberbia,
y se ensancha la caridad, y se alarga la perseverancia, y se ensalza la
esperanza, y toda nuestra vida se conforma con aquel que por amor se quiso
conformar con nuestra naturaleza…”
“… Todo cuanto enseña la
filosofía cristiana, nos enseña en breve la cruz de Cristo, y todo cuanto obran
la ley y el Evangelio, dándonos conocimiento del bien y amor de Él, todo esto,
en su manera, enseña y obra la filosofía de la cruz. Porque, primeramente, por
aquí mejor que por todos los medios del mundo, se conoce la gravedad y la
malicia del pecado, viendo lo que el Hijo de Dios padeció por él y lo que hizo
por destruirlo… Por aquí se conoce cuán grandes sean los bienes, así de gracia
como de gloria, pues tal mérito fue menester para alcanzarlos, después de
perdidos, por vía de justicia. Por aquí se ve la dignidad del hombre y el valor
de su alma, considerando en lo que Dios la estimó, pues tal precio quiso dar
por ella. Por aquí también, más que por otro medio, venimos en conocimiento de Dios,
no cual lo tuvieron los filósofos, que tan poco les aprovechó, pues poco más
conocieron que la omnipotencia y sabiduría suya, la cual resplandeció en las
cosas criadas, más tal cual conviene para hacer a los hombres santos y
religiosos, que es de la bondad, de la caridad, de la misericordia y de la
justicia de Dios. … Pues, a la bondad pertenece comunicar y darse a sí misma;
al amor, hacer bienes al amado, y a la misericordia, tomar sobre sí todas las
miserias y males del miserable, y a la justicia castigar severamente los
delitos del culpado…”
(Fray Luis de Granada)
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