SEMANA SANTA Y PASCUA EN PANDEMIA
Todo cuanto hemos sufrido a lo largo de
este año de Pandemia, se hace presente especialmente en esta Pascua-21, para acercarnos
al Dios de Jesús. La celebración de los últimos acontecimientos de su vida, dio
origen a la Semana Santa. Jesús entró en Jerusalén el Domingo de Ramos; cenó
con sus discípulos por última vez el Jueves Santo; fue apresado, juzgado y
condenado en la noche del Jueves; crucificado el Viernes santo; descansó en el
sepulcro el Sábado y Resucitó al tercer día, en la madrugada del Domingo. Ahí, en
la Pasión de Cristo, se hacen presentes las víctimas del dolor y del
sufrimiento de esta Pandemia. Pero con su Resurrección, Dios quiere responder
a tanto dolor. Toda la vida es Pascua,
paso, tránsito. Compromiso actual desde el Reino, causa predicada por Jesús
y por la que murió para la salvación del mundo. Es esperanza de vida plena,
amor total y verdad completa, basados en el triunfo de Cristo sobre los
infiernos de la naturaleza humana. Muriendo destruyó la muerte, y
resucitando restauró la vida. ¡Así lo queremos vivir nosotros!.
DOMINGO DE RAMOS.
Paradojas de la fe: Gloria y Fracaso. Triunfo y Muerte
1. Jesús tomó la determinación de ir a Jerusalén. Según los sinópticos, Jesús no había estado en Jerusalén durante su vida pública. Ahora, coincidiendo con la fiesta de Pascua se dirige allí decididamente, a pesar de conocer la intención de los jefes de los judíos de acabar con él. Este acontecimiento tiene un sentido teológico. Hasta ahora Jesús nunca ha manifestado públicamente que es el Mesías. Sin embargo, ahora prepara él mismo, conscientemente, su manifestación. Ha llegado la hora. Esta declaración pública de su mesianidad y realeza, es un paso hacia el Calvario y hacia el establecimiento del Reino que ha anunciado.
2. Un Mesías Necesitado. Para ello envía a dos discípulos por delante a buscar un pollino, dispuesto para él. La única explicación es: “El Señor lo necesita”. En su entrada triunfal en Jerusalén, proclama abiertamente su necesidad de los hombres. En el pórtico de la Semana Santa, estas palabras expresan una de las paradojas más sublimes del misterio de Jesús y de nuestra fe en El. Va a proclamar su soberanía como Mesías y a la vez, la necesidad que tiene de los hombres. Es el misterio de un Dios dependiente, pobre y necesitado. Toda la vida del Hijo de Dios se manifiesta en el anonadamiento; en el despojo libremente buscado, en su consciente y total dependencia y abandono en manos ajenas, en su estar a merced no sólo de Dios, sino también de los hombres. ¿Qué necesita Jesús de mi?
3. Las diferentes reacciones en Domingo de Ramos. Los apóstoles y quienes le acompañan se sienten alborozados y felices por esa entrada triunfal. Pero no comprendieron que, para Jesús, el único triunfo es el de la humildad y la mansedumbre. Y la única fuerza es el amor. La gente que corre a su encuentro, quizás son los mismos que después pedirían su condena. Y los jefes religiosos, los fariseos., que no se oponen, pero tampoco ocultan su malestar. Y Jesús, que parece se siente también contento en esta misión. ¿Cómo me siento yo ante el Mesías?
4. Pero en el horizonte que ilumina esa entrada triunfal, aparece la Cruz. Jesús entra en Jerusalén como Rey y Mesías, pero no como un rey triunfador, sino como un rey pobre y humilde, seguido del entusiasmo y esperanza de los sencillos de corazón. Hoy tenemos que mirar a Cristo como Rey y Mesías, Liberador y Salvador, como centro de la historia, como Señor. Pero este Cristo, no tiene nada que ver con el triunfante que esperaba el pueblo judío. Nuestro Cristo entra en Jerusalén y en el corazón de los creyentes, en el dolor, la humillación y la muerte. Tras los vítores y hosanna, se encuentra la cruz, el misterio de la Pascua. Si queremos que El sea el centro de nuestra vida, si queremos llegar a ser discípulos fieles y seguidores comprometidos, miremos a Cristo en la dirección correcta: El es rey en la cruz. Triunfa dando cuanto tiene: sangre y honra, vida, libertad y amor, por nosotros. Así es Señor de la Historia, centro de toda aspiración y de todas las esperanzas del hombre. ¿Acepto a Jesús como Mesías humillado?
5. La entrada de Jesús en Jerusalén define su misión y nuestra fe en El. Pero es sólo el primer paso, la primera estación de lo que va a ser su verdadera teofanía y verdadero triunfo en la cruz. La cruz nos descubre el señorío de Cristo, su victoria, el sentido de su reino. La cruz revela el significado del triunfo de Cristo y la naturaleza del Reino de Dios. Con la cruz entra en el mundo la fuerza del amor. Si aclamamos a Jesús cuando entra en Jerusalén, tenemos que estar dispuestos a seguirle en el Camino de la Pasión. ¿Qué alcance puede tener esta Semana Santa en el año de la Pandemia?. ¿Qué luces y fuerzas me ofrecen?
EN LA CRUZ GLORIOSA, JESUS ME AMO Y SE ENTREGÓ POR MI.
(Ga 2,20)
Cada uno de nosotros puede decir: “Me amó y se entregó por mi”.
Cada uno puede decir esto: “Por mi”
Jesús en su misión terrena recorrió nuestra tierra, curó, consoló,
comprendió, dio esperanza; trajo para todos la presencia de Dios que se
interesa por cada hombre y por cada mujer.
Dios no esperó que fuéramos a El, sino que El se puso en
movimiento hacia nosotros, sin cálculos, sin medida.
Dios es así: El da siempre el primer paso, El se mueve hacia
nosotros. Jesús vivió las realidades cotidianas de la gente más sencilla.
¿Qué significa todo esto para nosotros?
Significa que éste es también mi camino, el tuyo, el nuestro.
Quiere decir aprender a salir de nosotros mismos para ir al
encuentro de los demás, para ir hacia las periferias de la existencia.
¡Hay tanta necesidad de llevar la presencia viva de Jesús
misericordioso y rico de amor!
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