sábado, 17 de noviembre de 2018

A propósito de la festividad de San Alberto Magno (II)

(Segunda parte de la Conferencia pronunciada
ante los miembros de la Fraternidad Laical Dominicana de
Sto. Domingo de Scala Coeli y P. Posadas, de Córdoba)







SAN ALBERTO MAGNO
(1206 - 1280)
CIENTÍFICO Y SANTO



                                                                                   Manuel Antonio Navío Perales, O.P.

   
                                                                                   Fraternidad Laical Dominicana de

                                                                                     Sto. Domingo y P. Posadas - Córdoba




3. Su Obra.

San Alberto es Magno por la grandeza de su espíritu abierto a lo universal. Observador nato, dotado de una gran capacidad y vocación analítica, en sus obras destacan afirmaciones tales como: "Yo lo observé", "Yo hice el experimento" o, "Esto me lo han referido pescadores o cazadores expertos".

Destaca en el campo de las ciencias naturales, cuya finalidad, según dice, consiste en "investigar las causas que operan en la naturaleza".Fue una autoridad en física, geografía, astronomía, mineralogía, alquimia (es decir, química) y biología. En sus tratados de botánica y fisiología animal, su capacidad de observación le permitió disipar mitos y leyendas populares, como la del águila, la cual, según Plinio, envolvía sus huevos en una piel de zorra y los ponía a incubar al sol. Muy elogiadas han sido sus observaciones geográficas, ya que hizo mapas de las principales cadenas montañosas de Europa, explicó la influencia de la latitud sobre el clima y, en su excelente descripción física de la tierra demostró que ésta es esférica.

A pesar de vivir en plena Edad Media, supo alejarse de prejuicios y supersticiones y basar su conocimiento no solo en las obras de autores anteriores, sino en su propia experimentación y observación de la naturaleza, adoptando un método científico, como afirma él mismo en una de sus obras: “… en el dominio de la ciencia no se debe solamente creer lo que dijeron otros, sino que se debe seguir la disciplina experimental para investigar por sí mismo la naturaleza de las cosas…”.

Es preciso subrayar que San Alberto estudia, investiga y analiza todo en función de la Santa Predicación; por eso utiliza tanto las Ciencias Naturales (Biología, Botánica, Química, Zoología, Arqueología), como la Filosofía y la Teología, buscando la síntesis de todos los conocimientos, incluidos los provenientes del paganismo. Profesor y escritor incansable, en sus escritos, que forman una colección de treinta y ocho volúmenes “in-quarto”, hay obras sobre todas esas materias, además de los sermones.

Pero el principal mérito científico de San Alberto, en palabras de Benedicto XVI, reside en que, “con rigor científico estudió las obras de Aristóteles, convencido de que todo lo que es realmente racional es compatible con la fe revelada en las Sagradas Escrituras, contribuyendo así a la formación de una filosofía autónoma, distinta de la teología y unida a ella sólo por la unidad de la verdad”. Por así decirlo, reescribió las obras del filósofo haciéndolas aceptables a los ojos de los críticos cristianos. Aplicando el método y los principios aristotélicos al estudio de la teología, se convirtió en el iniciador del sistema escolástico, que su discípulo Tomás de Aquino habría de perfeccionar. Así pues, fue San Alberto el principal creador del “sistema predilecto de la Iglesia”. Él reunió y seleccionó los materiales, echó los cimientos y Santo Tomás construyó el edificio. Además, planificó los estudios de la Orden junto con otros cuatro frailes y de él parte también la corriente místico-agustiniana de su discípulo Ulrico de Estrasburgo.A pesar de ello, no se ufana de su labor, se mantiene humilde y reza así: “Señor Jesús pedimos tu ayuda para no dejarnos seducir delas vanas palabras tentadoras sobre la nobleza de la familia, sobre el prestigio de la Orden, sobre lo que la ciencia tiene de atractivo”.

Sus abundantes obras, que no voy a enumerar, se pueden clasificar atendiendo a los diversos tipos de enseñanza existentes en las Escuelas de Teología de la época, en los siguientes grupos: 

1)  Comentarios de la Escritura, del Antiguo y del Nuevo Testamento.
2)  Comentario del “Liber Sententiarum” de Pedro Lombardo, y de las obras de Dionisio el Areopagita.
3)  “Summa de creaturis”, compendio de su enseñanza en París, evidencia su asimilación viva de la filosofía griega.
4)  Comentarios de la obra de Aristóteles, desde las Ciencias Naturales a la Metafísica.
5)  “Summa Theologiae”, escrita en su vejez, integra su opúsculo “De unitate intellectus” de1256.