viernes, 30 de noviembre de 2018
martes, 27 de noviembre de 2018
Bicentenario Beatificación P. Posadas: Jornada Académica 24 Noviembre 2018
EL BEATO PADRE FRANCISCO DE POSADAS, O.P.
EN LA JORNADA
ACADEMICA DEL PASADO 24 DE NOVIEMBRE
Día netamente “posadiano” el
vivido por la Familia Dominicana de Córdoba el pasado sábado 24 de Noviembre,
dentro de la Jornada Académica organizada por el Instituto Histórico Dominicano
y la Fundación “Miguel Castillejo” con el título de “Venerables, Beatos y
Santos de la Orden de Predicadores”. La organización de dicha Jornada también
contó con la colaboración de los Dominicos de Córdoba y de la Fraternidad laical
dominicana de Santo Domingo de Scala Coeli y P. Posadas.
La mencionada Jornada Académica
sirvió como brillante conclusión de los distintos actos que la Familia
Dominicana en Córdoba ha venido organizando en los pasados meses con motivo del
bicentenario de la Beatificación de Fr. Francisco de Posadas, insigne cordobés
y dominico (1644-1713).
El. P. Segovia realizó un resumen
de los actos organizados en los meses anteriores cuyo fin había sido el
resaltar en Córdoba la figura espiritual e histórica del P. Posadas, con un
pasado vivo y dinámico.
Al referirse al presente del P.
Posadas destacó que el mismo está representado tanto por la Comunidad de Scala
Coeli como por la Fraternidad laical
dominicana; en ambos casos queriendo “mantener encendida la candela” de la obra
del P. Posadas. Mencionó igualmente que hasta no hace mucho existió en el
Convento dominico de San Pablo, en la Iglesia de San Agustín, un “Centro de
Misión Popular P. Posadas”, creado en su día por Fr. Carlos Romero, O.P.
recientemente fallecido, y al que dedicó un sentido recuerdo. De dicho Centro
aún tienen memoria los cordobeses.
Y al hilo de lo anterior y como
futuro cercano para que el espíritu y la obra del P. Posadas se sigan
manteniendo y dando frutos en Córdoba, anunció la próxima puesta en marcha de
la que denominó “Aula de Espiritualidad Popular P. Posadas”, cuya ubicación
también se situaría en dependencias del Convento dominico de San Pablo-Iglesia
de San Agustín, con el fin de acercarnos a los problemas y demás circunstancias
del pueblo desde el punto de vista religioso, adelantando que las primeras
charlas se referirían a la predicación y la obra social del P. Posadas en
Córdoba, por el P. Jesús Duque, O.P., y sobre los jóvenes, con motivo de la
celebración del pasado Sínodo de los Obispos, y su documento final, a cargo del
dominico cordobés Fr. Vicente Niño, O.P.
Tras las palabras de Fr. José
Antonio Segovia, comenzaron las distintas ponencias/conferencias previstas en el programa de la Sesión
Académica, mencionando en este punto dado el tema concreto que trató, la
impartida por D. Juan Aranda Doncel, de la Real Academia de Córdoba, sobre “La
sociedad cordobesa y el proceso de beatificación de fray Francisco de Posadas
(1718-1819)” en la que, teniendo como fuentes las actas capitulares del
Ayuntamiento de Córdoba del siglo XVIII, las correspondientes al Cabildo
Catedral de Córdoba también de dicho siglo, y documentos, entre otros, del
Archivo Histórico Provincial, se refirió a distintos personajes históricos
relacionados con el P. Posadas, tales como el Corregidor Francisco Ronquillo
Briceño, el Cardenal Salazar, el Cardenal Luis Antonio de Belluga y el Beato
Padre Cristóbal de Santa Catalina.
El Profesor Aranda Doncel destacó
igualmente tanto la labor pastoral del P. Posadas, desde el púlpito con sus
reconocidos sermones y desde el confesionario, y la labor social con la
llevanza de su famoso “hospitalico”, el hospital de incurables de S. Jacinto, y
la colaboración con el P. Cristóbal de Santa Catalina en la creación del
Hospital de Jesús Nazareno.

Además de las distintas
conferencias, los asistentes a la mencionada Jornada Académica tuvieron la
oportunidad de visitar diversos “lugares posadianos” de Córdoba, como el templo
de San Pablo el Real, donde se conservan los restos del P. Posadas, la Iglesia
de los Dolores y el Hospital de San Jacinto y la Iglesia de Jesús Nazareno,
dentro del Hospital-Asilo del mismo nombre.
Antonio-Jesús Rodríguez Hernández
Vocal de Comunicación
Fraternidad laical
dominicana Sto. Domingo de Scala Coeli y P. Posadas.
domingo, 18 de noviembre de 2018
A propósito de la festividad de San Alberto Magno (y III)
(Tercera parte de la Conferencia pronunciada
ante los miembros de la Fraternidad Laical Dominicana de
Sto. Domingo de Scala Coeli y P. Posadas, de Córdoba)
SAN
ALBERTO MAGNO
(1206 - 1280)
CIENTÍFICO
Y SANTO
Manuel
Antonio Navío Perales, O.P.
Fraternidad Laical Dominicana de
Sto.
Domingo y P. Posadas - Córdoba
4. Su Espiritualidad.
San Alberto es un científico, sin duda alguna. Pero,
además y ante todo es un teólogo observante y penitente, hombre de oración constante
y amante de la Eucaristía: "Celebraba los Misterios Divinos con la más
grande pureza y el más ardiente amor".En él se encarna el carisma
dominicano de búsqueda de la Verdad, siendo en todo momento y sobre todo al
final de su vida un Contemplativo y Maestro espiritual.
Gran parte del S. XIII no conoció la oposición
entre la ciencia y la fe gracias a él. Su obra es una fundamentación pujante y
armoniosa, una síntesis de todo lo elaborado, donde la doctrina espiritual
coronaba naturalmente una física, una medicina, una lógica, una filosofía y una
teología. Nada tenía interés para él si no terminaba en Dios, y se lo propone
como meta clara al principio de su obra: “terminaremos
todos hablando de las cosas de Dios”.
La
contemplación fue definida por él como “Abrazar
la Verdad con amor”. Saborear la Verdad con amor, es lo propio de la
sabiduría, que es un don del Espíritu Santo, cuando se trata de la Verdad que
es Dios. “La contemplación que está
empapada de amor, es cálida y lleva siempre a la unión que transforma por
asimilación de lo contemplado, no es un conocimiento frío y teórico en las
esferas de lo inerte, sino que profundiza en el calor del corazón, latiendo al
unísono con la Verdad contemplativa”. Es la descripción que hacen los
Maestros de vida mística de la oración contemplativa, que es como un anticipo
de la visión beatífica.
Alberto, contempló desde joven la naturaleza, abrazando
con gusto la verdad de las cosas creadas, como obras en las que Dios ha estampado
su huella, dejándolas, como dicen las criaturas del Cántico Espiritual de San
Juan de la Cruz:“vestidas de su hermosura”.
Pero a medida que maduró en su vida, el Maestro se vio empujado
irresistiblemente a contemplar la Verdad de Dios en sí misma. Por eso, en la
plenitud de su vida, contempla casi todos los libros de la Sagrada Escritura,
especialmente los Evangelios.
Es un Maestro Orante. Terminadas sus clases se
dedicaba a la meditación y contemplación de las cosas divinas. Fray Tomás de
Cantimpré, describe así su vida de maestro: “Lo
vi con mis ojos durante mucho tiempo, y observé cómo diariamente, terminada la
cátedra, decía el Salterio de David y se entregaba con mucha dedicación a
contemplar lo divino y a meditar”.De día y de noche estaba en meditación.
Escuchaba ávidamente las palabras suaves del Espíritu Santo, procurándose así
las aguas salvadoras de la sabiduría, que tan ardientemente deseaba. De ahí
manaba una fuerza íntima, que le llevaba a predicar y a escribir lo que
paladeaba en la oración y en su estudio, que también era oración.
Personificó de modo ejemplar el ideal
dominicano, predica al pueblo de Dios –admirado por su palabra y su ejemplo de
vida– los frutos de su contemplación y busca la Verdad en todas las ciencias
humanas y divinas. Ataca el error previniéndolo y afrontándolo.
Son deliciosas las oraciones que dejó escritas
como conclusiones de las homilías y la colección de sermones sobre el Corpus
Christi, y sobre todo de su relación con la Virgen María. Célebre es su “Mariale”, en el que trata de todas las cuestiones
sobre la Teología y Espiritualidad de la Virgen, poniendo de manifiesto su gran
devoción para la Madre de Dios, la cual, según tradición –como se ha citado
anteriormente–, lo confortó para perseverar en el propósito de la vocación y el
estudio. En el prólogo define su relación con la Santísima Virgen: “Ella ha movido mi voluntad, ha guiado mis
esfuerzos y ve mi intención”.
Voy terminando… Pese a suscitar en seguida
varias formas de devocióntras su muerte, no se le rindió un verdadero culto
hasta finales de la Edad Media. Pío II (1459) lo incluyó entre los “santissimi doctores”, siendo
beatificado en 1622 por Gregorio XIV. Desde mediados del S. XIX los obispos
alemanes habían propuesto –sin éxito–, incluirlo entre los doctores de la
Iglesia. Pío XI lo declaró Santo y Doctor, el 16 de diciembre de 1931 mediante
la bula “In thesauris sapientiae” (En los
tesoros de la sabiduría), donde dice que: “poseyó en el más alto grado el don raro y divino del espíritu
científico...” Destaca la actualidad
de su figura, asegurando que: “Es
exactamente el tipo de santo que puede inspirar a nuestra época, que busca con
tantas ansias la paz y tiene tanta esperanza en sus descubrimientos científicos”.
En 1941, Pío XII lo declaró patrón de los
estudiosos de las Ciencias Naturales.
Benedicto XVI, en Audiencia General del 24 de
marzo de 2010, loando la actualidad de San Alberto, dice:«tiene mucho que enseñarnos aún […] muestra que entre fe y ciencia no
hay oposición, a pesar de algunos episodios de incomprensión que se han
registrado en la historia […] recuerda que entre ciencia y fe hay amistad, y
que los hombres de ciencia pueden recorrer, a través de su vocación al estudio
de la naturaleza, un auténtico y fascinante recorrido de santidad».
Y termino, destacando la fórmula de santidad que
él siguió en su vida: “Querer todo lo que
yo quiero para gloria de Dios, como Dios quiere para su gloria todo lo que Él
quiere”; es decir, conformarse siempre a la voluntad de Dios para querer y
hacer sólo y siempre para su gloria.
sábado, 17 de noviembre de 2018
A propósito de la festividad de San Alberto Magno (II)
(Segunda parte de la Conferencia pronunciada
ante los miembros de la Fraternidad Laical Dominicana de
Sto. Domingo de Scala Coeli y P. Posadas, de Córdoba)
SAN
ALBERTO MAGNO
(1206 - 1280)
CIENTÍFICO
Y SANTO
Manuel
Antonio Navío Perales, O.P.
Fraternidad Laical Dominicana de
Sto.
Domingo y P. Posadas - Córdoba
3. Su Obra.
San
Alberto es Magno por la grandeza de su espíritu abierto a lo universal. Observador
nato, dotado de una gran capacidad y vocación analítica, en sus obras destacan
afirmaciones tales como: "Yo lo
observé", "Yo hice el experimento" o, "Esto me lo han
referido pescadores o cazadores expertos".
Destaca
en el campo de las ciencias naturales, cuya finalidad, según dice, consiste en "investigar las causas que operan en la
naturaleza".Fue una autoridad en física, geografía, astronomía,
mineralogía, alquimia (es decir, química) y biología. En sus tratados de
botánica y fisiología animal, su capacidad de observación le permitió disipar mitos
y leyendas populares, como la del águila, la cual, según Plinio, envolvía sus
huevos en una piel de zorra y los ponía a incubar al sol. Muy elogiadas han
sido sus observaciones geográficas, ya que hizo mapas de las principales
cadenas montañosas de Europa, explicó la influencia de la latitud sobre el
clima y, en su excelente descripción física de la tierra demostró que ésta es esférica.
A
pesar de vivir en plena Edad Media, supo alejarse de prejuicios y
supersticiones y basar su conocimiento no solo en las obras de autores
anteriores, sino en su propia experimentación y observación de la naturaleza,
adoptando un método científico, como afirma él mismo en una de sus obras: “… en el dominio de la ciencia no se debe
solamente creer lo que dijeron otros, sino que se debe seguir la disciplina
experimental para investigar por sí mismo la naturaleza de las cosas…”.
Es
preciso subrayar que San Alberto estudia, investiga y analiza todo en función
de la Santa Predicación; por eso utiliza tanto las Ciencias Naturales
(Biología, Botánica, Química, Zoología, Arqueología), como la Filosofía y la
Teología, buscando la síntesis de todos los conocimientos, incluidos los
provenientes del paganismo. Profesor y escritor incansable, en sus escritos,
que forman una colección de treinta y ocho volúmenes “in-quarto”, hay obras
sobre todas esas materias, además de los sermones.
Pero
el principal mérito científico de San Alberto, en palabras de Benedicto XVI, reside
en que, “con rigor científico estudió las
obras de Aristóteles, convencido de que todo lo que es realmente racional es
compatible con la fe revelada en las Sagradas Escrituras, contribuyendo así a
la formación de una filosofía autónoma, distinta de la teología y unida a ella
sólo por la unidad de la verdad”. Por así decirlo, reescribió las obras del
filósofo haciéndolas aceptables a los ojos de los críticos cristianos.
Aplicando el método y los principios aristotélicos al estudio de la teología, se
convirtió en el iniciador del sistema escolástico, que su discípulo Tomás de
Aquino habría de perfeccionar. Así pues, fue San Alberto el principal creador
del “sistema predilecto de la Iglesia”.
Él reunió y seleccionó los materiales, echó los cimientos y Santo Tomás
construyó el edificio. Además, planificó los estudios de la Orden junto con
otros cuatro frailes y de él parte también la corriente místico-agustiniana de su
discípulo Ulrico de Estrasburgo.A pesar de ello, no se ufana de su labor, se
mantiene humilde y reza así: “Señor Jesús
pedimos tu ayuda para no dejarnos seducir delas vanas palabras tentadoras sobre
la nobleza de la familia, sobre el prestigio de la Orden, sobre lo que la
ciencia tiene de atractivo”.
Sus
abundantes obras, que no voy a enumerar, se pueden clasificar atendiendo a los
diversos tipos de enseñanza existentes en las Escuelas de Teología de la época,
en los siguientes grupos:
1) Comentarios de la Escritura, del Antiguo y del Nuevo
Testamento.
2) Comentario del “Liber
Sententiarum” de Pedro Lombardo, y de las obras de Dionisio el Areopagita.
3) “Summa de creaturis”, compendio de su enseñanza en París, evidencia su
asimilación viva de la filosofía griega.
4) Comentarios de la obra de Aristóteles, desde las Ciencias
Naturales a la Metafísica.
5) “Summa Theologiae”, escrita en su vejez, integra su opúsculo “De unitate intellectus” de1256.
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