sábado, 23 de junio de 2018

La mesa de la Palabra: Punto y seguido.

Punto y seguido

Por estas fechas, parte del segmento juvenil de nuestros pueblos y ciudades cierran etapa y ciclo, sobre todo en el ámbito educativo. Se cierran cursos y tramos enseñantes y no faltan los inevitables balances para abrir el verano que, salvo en el sector terciario, rebaja su habitual actividad. La vida eclesial y cristiana no tiene por qué someterse a este ritmo cíclico de comenzar y terminar, ni siquiera al de ralentizar su dinamismo, porque siempre es ocasión para dar razones de nuestra esperanza.

No obstante, entendemos algo que nunca debemos olvidar ni dejar en un segundo plano, y es el del esmero y dignidad, amén del irrenunciable amor de todos nuestros actos. Si no se entiende como un brindis al sol, este modesto rincón de la palabra recuerda que aún es posible elevar el listón de la honestidad en nuestra parcela pública, y el de la eficacia servicial de la clase política, así como un maridaje menos sectario y más defensor de la verdad en el proceloso mundo de la información pública en nuestra sociedad. No me olvido de la institución eclesial ni de las comunidades que nos congregamos al conjuro del Evangelio del Señor que tenemos que adoptar la condición de testigos de lo que creemos y vivimos antes que difusores de esta o aquella doctrina o sentimiento de pertenencia. El creyente en Jesús de Nazaret no puede resignarse a la frivolidad que se advierte en algunas parcelas de nuestra vida colectiva, ni al fatalismo de una cultura que creó la picaresca como género literario ni a la liviandad de no pocos medios que dicen nada al resto, cuando no alardean de parcialidad.

La vida compartida en sociedad es susceptible de avanzar en calidad y en dignidad. Es posible más tolerancia y respeto entre nosotros; si nos convencemos de que nuestra convivencia admite más excelencia y nobleza, seguro que será más fácil implicarnos en el empeño y así nos enriquecemos todos, previa participación en el empeño. No somos un pueblo sin remedio, sí un pueblo plural y, si queremos, con enormes posibilidades aún por estrenar.


Fr. Jesús Duque OP.