Creer, crear
El indudable
esplendor con el que en varios lugares de nuestro país se da culto externo al
sacramento de la eucaristía no solo marca el brillo festivo de la liturgia del
día del Corpus, también genera alguna reflexión digna de tener en cuenta. Como
primera providencia no hay que olvidar que la eucaristía es el más rico
patrimonio de la comunidad cristiana, lo que no debe dar pie a que su
exaltación se convierta en algunos lugares como una especie de desfile de
entidades y/o vanidades locales de todo tipo (municipal, castrense, provincial,
jurídico y clerical). No debería ser nunca ocasión para que las autoridades
religiosas de la localidad erraran su visión y ante la multitud que procesiona
nos dijeran que la crisis creyente de nuestro momento está ya superada. Una vez
más hay que recordar que quienes creemos somos las personas, si bien en
precario por nuestra debilidad. Sabemos bien que nuestra fe supone lucha, debilidad
y confianza en quien es la solidez de nuestra creencia, Jesús el Señor. El
maestro Miguel de Unamuno, luchador por su fe como pocos, nos dijo que la fe no
es creer lo que no vimos, sino crear lo que no vemos. Crear, sí, que la
voluntad de vivir con sentido y la confianza en quien creemos nos habilita para
construir paz, diseñar verdades, traducir esperanzas, reforzar lazos
solidarios, construir espacios fraternos y códigos comunitarios.
Y, como el
rector de Salamanca, afirmar que la amistad nos perfecciona, que es bueno
fiarnos de Dios y, por descontado, de la Palabra viva de Jesús de Nazaret; y
sentirnos fuertes no porque nos sobre fuerza sino porque en la duda buscamos y
nos robustecemos. Y, porque en la incertidumbre, caminamos hacia adelante y
sabemos llegar al umbral del misterio y decir desde dentro: Señor, yo creo, pero aumenta mi fe.
Fr. Jesús Duque OP.