Señor, llénanos de la misericordia
con la que miraste a la multitud,
la comprendiste y la amaste.
Tus palabras no eran nunca
de reproche
para aquellas gentes
que estaban como ovejas sin pastor, dispersas;
eran palabras de amor, de salvación,
y las pronunciabas para reunir a la gente,
para recogerla.
Haz que entre en sintonía
contigo,
para que piense junto a tí y contigo,
sobre la realidad de hoy,
sobre el mundo, sobre mi vida dispersa.
Haz que sienta que esta vida
mía
me ha sido dada por tí
para reconducirla a la unidad,
para vencer frustraciones,
resistencias, resentimientos,
y para llegar a aquella paz
mesiánica
que Tú me prometes.
Amén.
(Cardenal Martini)
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