viernes, 18 de febrero de 2022

Modos de Orar de Santo Domingo (III)

 


 

TERCER MODO DE ORAR DE SANTO DOMINGO DE GUZMAN

 

“Por esta razón, levantándose del suelo, se disciplinaba con una cadena de hierro, como ya se comentó anteriormente, mientras decía: Tu disciplina me corrigió hasta el fin (Sal 18, 36).

De aquí provino que en toda la Orden se estableciera que los frailes se disciplinen con varas de madera sobre la espalda desnuda todos los días de feria después de completas, recordando con veneración el ejemplo de santo Domingo, mientras recitan el Miserere mei Deus... o el De profundis..., por sus propias culpas y por las ajenas de aquellos de cuyas limosnas viven. Y nadie se debe excluir de este santo ejemplo, por muy inocente que se considere.”

 

Este modo de orar resulta extraño y difícil de comprender en el momento presente; además, la historicidad de que santo Domingo se disciplinara, es hoy discutida por algunos autores. Es necesario intentar el necesario salto cultural e histórico para rescatar el auténtico sentido de esta práctica que nos habla de conversión, esfuerzo, liberación, penitencia…

La consecuencia ineludible de los modos anteriores, de la toma de conciencia del propio pecado y de la misericordia divina recibida es el deseo de cambiar, de mejorar, de vivir cada día más cerca de Dios y de los hombres.

Las ilustraciones del momento nos muestran a Domingo arrodillado, una posición que, aunque ya no adoptamos en ninguna circunstancia en nuestras relaciones sociales, tiene un profundo sentido en el ámbito de la fe que, además, se enriquece al reservar dicha actitud solo para Dios: indica, ante todo, humildad ante la presencia del misterio, un reconocimiento de la propia pequeñez ante la grandeza de Dios. Por tanto, también representa admiración, sobrecogimiento y adoración ante la inmensidad de ese amor. Es una postura clásica para la oración personal o privada y para significar la propia penitencia.

Así, arrodillado, nuestro padre manifestaba esa voluntad de crecer en el Amor. Para poder hacer esto realidad el primer paso es, además de reconocer los errores y caídas del pasado, tratar de reparar los posibles daños que estos han podido causarnos a nosotros mismos o a los demás, aunque esto pueda suponer sacrificio o resultar doloroso. Estos conceptos no están muy de moda en una sociedad como la nuestra, que nos invita a tratar de eludirlos por todos los medios, sin embargo, son componentes esenciales del amor.

Después, es preciso también ser dueño de uno mismo, despojarse de todo aquello que nos esclaviza, el egoísmo, las apetencias o comodidades que nos impiden orientar nuestra vida en la dirección que verdaderamente deseamos, la que únicamente puede hacernos felices en el servicio y el amor. También esto cuesta, es exigente e incómodo.

Domingo de Guzmán expresa, de este modo, su decisión a asumir todo esto, cuanto sea necesario para amar más y mejor cada día.

Hoy podemos actualizar esta tercera forma de oración arrodillándonos también y, así pedir al Señor luz para entender, fuerza para liberarnos, creatividad para descubrir caminos de conversión y fe para recorrerlos.

Fr. Félix Hernández Mariano, OP

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comparte con nosotros...