Dios todopoderoso, mira la fragilidad de nuestra naturaleza,
y levanta nuestra débil esperanza con la fuerza de la pasión de tu Hijo.
Él, que vive y reina contigo.
Como no hay obediencia sin humildad, así no se da humildad sin caridad.
Ésta se encuentra en el Verbo.
Por obediencia al Padre corre Él a la afrentosa muerte de cruz,
clavándose y adhiriéndose con los clavos y lazos de la caridad
y sufriendo con tal paciencia que no se oye el grito de su clamor.
(Sta. Catalina de Siena)