Es una
persona que tiene los ojos limpios,
muy
despiertos, porque debe leer el misterio de la vida,
porque debe
entender los signos de los tiempos,
porque debe
descubrir las huellas del Amado.
Tiene
también los oídos afinados, muy abiertos,
porque debe
escuchar los mensajes ofrecidos,
los gritos
de las víctimas, los anuncios del profeta.
Es una
persona que tiene las manos abiertas,
sabe que el
Reino de Dios le pertenece,
y lo espera,
también para los pobres.
Manos
disponibles, serviciales, generosas,
para ayudar
a que no tarde la salvación.
Es una
persona de corazón ardiente,
escucha la
palabra y se enardece,
escucha la
promesa, lee los signos y se enciende.
Contagia el
optimismo, cree en la utopía y la trabaja.
Es una
persona que eleva los brazos en actitud suplicante.
Necesita de
la fuerza de lo alto,
consciente
de la necesidad de Dios y de su Espíritu,
el que
fecunda la historia y hace posible el fruto deseado.
el que hace
“gemir la Creación entera como en el dolor de parto” (Rm 8, 22).
Su oración
favorita es: Ven, Espíritu de Dios. Ven Espíritu amado,
Adelanta el
día del Señor que todos deseamos.
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