martes, 7 de enero de 2014

Hoy los dominicos y la Iglesia entera celebra


San Raimundo de Peñafort.


Raimundo nace en el castillo de Peñafort, cerca de Barcelona, hacia el año 1175. Joven, ingresa en la comunidad de la catedral de Barcelona para prepararse al presbiterado. A los 20 años asume la enseñanza de las artes liberales. Es ordenado presbítero. Cerca de los 30 años se dirige a Bolonia a perfeccionarse en ciencias jurídicas. Allí obtiene el doctorado en derecho civil y eclesiástico.

En Bolonia conoce a Domingo de Guzmán así como la vida y misión de los hermanos. Entonces pide a su obispo Berenguer de Palou la creación de una comunidad dominicana en Barcelona. Raimundo retorna allí como eminente jurisconsulto y se dedica a la enseñanza del derecho; es tenido como árbitro por excelencia en pleitos y litigios.

Visita con frecuencia la nueva comunidad de hermanos predicadores.

El obispo le nombra canónigo de Barcelona; Raimundo lo acepta consagrándose más al retiro, a la celebración de las Horas y a la docencia. Anhela potenciar su presbiterado con un estilo de vida más evangélico. Por eso, a sus 47 años, el viernes santo de 1222, renuncia a la canonjía y entra en la Orden de Predicadores. Opta así por una vida de austeridad e incesante trabajo.

Por aquella región los mahometanos encarcelan y torturan a cristianos para hacerlos abandonar su fe y someterlos. En 1223 colabora con Pedro Nolasco, de quien era confesor, y con el rey Jaime I de Aragón en la fundación de la Orden de Nuestra Señora de la Merced, para liberar a los cristianos cautivos y esclavizados por los islamitas.

Colabora en la redacción de las Constituciones de la nueva Orden. Posteriormente es invitado por Gregorio IX a Roma para trabajar el "Corpus Decretalium", es decir, el Código de Derecho Canónico Medieval.

Retorna a Barcelona y mientras permanece allí, el capítulo general de Bolonia de 1238 le elige Maestro de la Orden. Visita las comunidades, comprensivo con todos, se opone en cuanto puede a que los hermanos sean consagrados obispos; él mismo rehúsa, de Gregorio IX, los arzobispados de Tarragona en España y de Braga en Portugal.

Debido a sus enfermedades, convoca el capítulo general de Bolonia de 1240 para presentar su renuncia que es aceptada. Vuelto a su región crea dos institutos para la evangelización de mahometanos y judíos, uno en Murcia y otro en Túnez. Allí se forman los hermanos en las costumbres y lenguas árabes y judías.

Pide a fray Tomás de Aquino un proyecto teológico que ayude a la formación y predicación de los hermanos en este campo; así nace la "Summa contra gentes".
San Raimundo de Peñafort murió en Barcelona, casi centenario, el 6 de enero de 1275. Su cuerpo se venera en la catedral de Barcelona. Fue el primer santo canonizado en la actual Basílica Vaticana, por Clemente VIII, el 29 de abril de 1601.

Es el patrón de los juristas católicos.

Raimundo de Peñafort se dio del todo al estudio de las letras y de las artes liberales. De vuelta de Roma a Barcelona, escribe un tratado sobre el sacramento de la Penitencia; otro, sobre visitas pastorales, a petición de los obispos de Aragón; y uno más sobre la compra y la venta, para regular las relaciones justas entre los comerciantes cristianos.

Recibe con amabilidad a débiles e importantes. Predica cruzadas como itinerante, sin dispensarse de ayunos, vigilias y observancias de la Orden. Gran amante de la Virgen María, colaboró en la fundación de la Orden de la Misericordia o Merced, cuyo objeto fue la redención de los cristianos cautivos de los moros, o con bienes materiales o quedando cautivos los religiosos para que no peligrase la fe de los cautivos.

Escribió una Suma de Moral y de Derecho que fue guía especialmente para los jóvenes en la resolución de los casos de conciencia. En honra de Nuestro Señor Jesucristo, de la gloriosa Virgen María y de Santa Catalina Mártir, compuso la Suma Raimundiana.

Gran penitente en vigilias y en ayunos, entregado a la predicación, con gran cuidado de los pobres y oprimidos de los que fue defensor. Consejero prudentísimo, el legado pontificio lo recomendó al Sumo Pontífice que le nombró capellán de su palacio, penitenciario mayor y confesor suyo.

San Raimundo de Peñafort tenía gran humildad y prudencia en dar consejos, recibiendo a las personas que le consultaban con benignidad y dulzura.

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