Hay en la historia del Convento de Santo
Domingo de Scala Coeli en la ciudad de Córdoba,
cuatro figuras señeras que a lo largo de los siglos han ido marcando la
vida, tanto interior como exterior, de este enclave dominicano en nuestra
Sierra cordobesa.
A principios del siglo XV, San Álvaro de
Córdoba, quien lo fundó en 1423, que con su vida de santidad, su teología de la
cruz y todo su bagaje apostólico y espiritual y la fundación en este entorno,
en 1425, de la devoción del Vía Crucis,
perpetuó para siempre su memoria en lo más profundo del sentir cordobés y cristiano
que aún pervive entre nosotros.
Fray Luis de Granada, en el siglo XVI,
durante los diez años que vivió en Santo Domingo compartió su saber y
elocuencia en la predicación y sus escritos, y nos dejó la mejor muestra de
cómo se puede ser no sólo gran
observante, sino también gran observador, especialmente en su condición
de amante de la naturaleza, convencido que a través de ella se puede llegar a
los más altos valores, especialmente al Creador de todo. Y así lo dejó plasmado
sobre todo en su gran obra, El Símbolo de
la Fe.
El Beato Francisco de Posadas, siglo XVII,
natural de Córdoba, que entró en la
Orden en este Convento de Scala Coeli, donde recibió el hábito dominicano. Gran
predicador y mejor sucesor del legado espiritual y apostólico que nos dejara
San Álvaro de Córdoba.
El padre Lorenzo de la Concepción Ferrari,
siglo XVIII, Conde de Cumbre Hermosa, que también recibió el hábito dominicano
en este convento. A él se le debe la joya del barroco cordobés que alberga en
la actualidad y que podemos contemplar en la iglesia del Santuario, y que a su
vez, es un cuidadoso monumento a la Orden de Predicadores.
Como este año 2013 celebramos el III
Centenario de la muerte del beato Francisco de Posadas, tercera figura señera,
en orden cronológico de la historia de este Convento, queremos rendirle desde
aquí este pequeño homenaje.
Nace en Córdoba el 25 de noviembre de 1644
y fue bautizado en la Parroquia de San Andrés Apóstol el 4 de diciembre de ese
mismo año. Muere, también en Córdoba, en 1713. Evangelizador de sus
conciudadanos, profeta en su tierra, misionero incansable de Andalucía, maestro
de lejanas tierras con su pluma.
Gran maestro espiritual y
seguidor de la cruz, emulando a San Álvaro. De él dejó escrito D. Juan de Ferrer,
decano de la Real Academia y Bibliotecario Mayor de la Librería de Su Majestad
en 1727: “El mayor lustre de las ciudades es el soberano esplendor de la
santidad de sus hijos… y la Divina Providencia ha querido darle a Córdoba nuevo
lustre, nuevo honor y nueva gloria con el Venerable Siervo de Dios, el
Presentado fray Francisco de Posadas,
natural de ella y estrella portentosa de la Orden de Santo Domingo…”.
P. José Antonio Segovia O.P.
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