“Tú me dices que a pesar de lo miserable que sea, soy un árbol plantado al borde del agua viva de la voluntad divina, del amor divino, de la gracia… y que daré fruto a su debido tiempo. Tú te dignas a consolarme; yo siento que no doy fruto, que no hago obras buenas; y me digo: “Hace once años que me convertí, y ¿qué he hecho? (…) Me veo con las manos vacías de bien. Tú te dignas consolarme y me dices que daré fruto a su debido tiempo”.
De los escritos esenciales de Charles de Foucauld
Señor,
muchas veces me agobio pensando
si estaré haciendo con mi vida lo que Tú quieres,
si mi vida merece la pena,
y me doy cuenta de que se me meten
las prisas y la búsqueda de eficiencia de este mundo.
Pero Tú, Señor, esperaste 30 años oculto en Nazareth,
y diste fruto cuando el Padre dispuso,
porque te fiaste de Él.
Ayúdame a fiarme sencillamente de Ti
y a saber que mis tiempos no son tus tiempos.
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