miércoles, 15 de octubre de 2014

En el V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús




Santa Teresa y los dominicos  -1-:


«Saliendo de San José de Segovia para venir a Avila, quiso visitar primero el monasterio de los padres de Santo Domingo, que se llama Santa Cruz, porque ay en el una capilla donde el glorioso padre hizo penitencia, u derramó mucha sangre... Estuvose allí la Madre como dos horas, y el Santo siempre con ella diziendola lo mucho que se avia holgado con su venida, y contandola los trabajos que avia padecido en aquella capilla, y las mercedes que nuestro Señor en ella le avia hecho, y asiola de la mano prometiendola de ayudarla mucho en las cosas de su orden, y diziendola otras palabras de mucho consuelo, y regalo. Dezia despues la Madre, que le avia hecho Dios allí tanta merced, y avia tenido tan gran consuelo que no quisiera salir de aquella capilla.»


RIBERA, Francisco, S.I., “La vida de la Madre Teresa de Jesús”, Libro IV, cap. XIII, pág 637, Madrid, 1602.

sábado, 11 de octubre de 2014

Devoción de los Quince Sábados – Primer sábado



La Devoción de los Quince Sábados nació por inspiración del amor a la Virgen María en su advocación de la Virgen del Rosario en la Ciudad de Pompeya.

Su creador fue el Beato Bartolo Longo, seglar de la Tercera Orden de Santo Domingo, abogado, casado y dedicado a acoger adolescentes incorregibles. Fundó el santuario de Nuestra Señora del Rosario de Pompeya y la congregación dominicana de Hijas del Santísimo Rosario de Pompeya. Fue beatificado por Juan Pablo II.

La "devoción de los Quince Sábados" consistía en prometerle a Dios un rezo por 15 sábados consecutivos, en memoria de los entonces 15 misterios del Rosario, con el fin de honrar a la Santísima Virgen y obtener por su mediación alguna gracia especial.

PRIMER SÁBADO

Meditación sobre el primer misterio gozoso: La Anunciación del ángel  a María Santísima.

Virtud.- Humildad

Lectura.-  San Lucas 1: 26-33, 38

Al sexto mes, envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una joven prometida a un hombre llamado José , de la estirpe de David; el nombre de la joven era María. El ángel entró donde estaba María y le dijo:  “Dios te salve, llena de gracia, el señor está contigo”.

Al  oír estas palabras, ella se turbó y se preguntaba qué significaba tal saludo. El ángel le dijo: “No temas, María, pues Dios te ha concedido su favor. Concebirás y darás a luz un hijo, al que pondrás por nombre Jesús. El será grande, será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la estirpe de Jacob por siempre y su reino no tendrá fin.

María dijo: “Aquí está la esclava del Señor, que me suceda según dices”. Y el ángel la dejó.

JACULATORIA- Oh María, Virgen bella e inmaculada, haz mi corazón puro y humilde como el tuyo.

RECORDATORIO: Sor María Romero Meneses.- Aprovechan poco los más bellos sentimientos si no van acompañados de las obras (F II 9).

ORACIÓN INICIAL

Oh María, verdadera y digna Madre de Dios, por el inefable consuelo que sentiste en aquellos primeros momentos que por virtud del Espírito Santo recibiste en tí al Omnipotente hecho Niño; al mismo Creador hijo tuyo. Ah!, Concédeme un instante de ese tu amor divino, de aquella fe humilde y fuerte para que yo acoja a Jesús humilde y dignamente. Uno mis deseos, afectos adoraciones y agradecimientos, a todos los que Tú hiciste a tu Divino Hijo.

ORACIÓN DE PETICION

Oh Salvador mío y Dios mío, por tu nacimiento, pasión y muerte y por tu gloriosa resurrección, concédeme estas gracias: ( se hace la petición ).

Te las pido por el amor de este misterio en honor del cual recibiré tu Carne y Sangre divina. Te las pido por tu Corazón Sacratísimo, por tu Santísima Madre Inmaculada, por tu Santísimo Nombre, oh Jesús, mío, por el que has prometido toda suerte de gracias.

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN DEL ROSARIO.

Oh Reina, gloriosa del Santísimo Rosario, Hija del Eterno Padre, Madre del Divino Hijo y Esposa del Espíritu Santo, por tus goces y dolores, por tus glorias y por los méritos de este misterio en honor del cual ahora me acerco a la Santa Mesa, te pido con toda mi alma me concedas estas gracias, Angel de mi guarda, acompáñame y sugiéreme los afectos más santos, más humildes y más puros que me sean posibles.

ORACIÓN A SAN JOSÉ

Oh Padre Augusto de Jesús y Padre nuestro San José, a quién el Eterno Padre confió su querido Hijo, el Espíritu Santo; su castísima Esposa; y la Madre Virgen, todos los tesoros de su virginidad. Tú que tanto puedes con el Corazón de Jesús y el de María, tienes que concederme estas gracias que tanto deseo.

ORACIÓN A JESÚS CRUCIFICADO

Heme aquí, mi amado y buen Jesús, que postrado en vuestra santísima presencia, os ruego con el fervor más vivo que imprimáis en mi corazón los sentimientos de Fe, de Esperanza, de Caridad, de dolor de mis pecados y de propósito de no ofenderos más; mientras yo con todo el amor y con toda la compasión considero vuestras cinco llagas, comenzando de lo que de Vos, oh Dios mío, dijo el Santo Profeta David: Traspasaron mis manos y pies y contaron todos mis huesos.

Padre Nuestro...,

Dios te Salve María...,

Gloria…..

miércoles, 8 de octubre de 2014

Origen del Rosario, según el Beato Alano de la Rupe, O.P.


El Rosario compuesto fundamental y sustancialmente por la oración de Jesucristo (Padrenuestro), la salutación angélica (Avemaría) y la meditación de los misterios de Jesús y de María, constituye sin duda, la primera plegaria y la primera devoción de los creyentes. Desde los tiempos de los apóstoles y discípulos, ha estado en uso siglo tras siglo, hasta nuestros días.

Sin embargo, el Santo Rosario en la forma y método de que hoy nos servimos en su recitación fue inspirado a la Iglesia en 1214 por la Santísima Virgen que lo dio a Santo Domingo para convertir a los herejes albigenses y a los pecadores. Ocurrió de la forma siguiente según lo cuenta el Beato Alano de la Rupe, O.P.  en su famoso libro intitulado “De la dignidad del Salterio de María” :

Viendo Santo Domingo que los crímenes de los hombres obstaculizaban la conversión de los albigenses, entró en un bosque próximo a Tolosa y permaneció allí tres días y tres noches dedicado a la penitencia, a la oración continua, sin cesar de gemir llorar y mortificar su cuerpo con disciplinas para calmar la cólera divina, hasta que cayó medio muerto. La Santísima Virgen se le apareció en compañía de tres princesas celestiales y le dijo: "¿Sabes, querido Domingo de qué arma se ha valido la Santísima Trinidad para reformar el mundo?"

¡Oh Señora, tú lo sabes mejor que yo, respondió él; porque después de Jesucristo, Tu Hijo, Tú fuiste el principal instrumento de nuestra salvación!


Pues sabe, añadió Ella, que la principal pieza de batalla ha sido el salterio angélico (El Rosario), que es el fundamento del Nuevo Testamento. Por ello, si quieres ganar para Dios esos corazones endurecidos predica mi salterio.

Levantose el santo muy consolado. Inflamado de celo por la salvación de aquellas gentes, entró en la catedral. Al momento repicaron las campanas para reunir a los habitantes, gracias a la intervención de los ángeles. Al comenzar él su predicación, se desencadenó una terrible tormenta, tembló la tierra, se oscureció el sol, truenos y relámpagos repetidos hicieron temblar y palidecer a los oyentes. El terror de estos aumentó cuando vieron que una imagen de la Santísima Virgen expuesta en un lugar prominente, levantaba por tres veces los brazos al cielo para pedir a Dios venganza contra ellos si no se convertían y recurrían a la protección de la Santa Madre de Dios.

Quería el cielo con estos prodigios promover esta nueva devoción del Santo Rosario y hacer que se la conociera más.

Gracias a la oración de Santo Domingo, se calmó finalmente la tormenta. Prosiguió él su predicación, explicando con tanto fervor y entusiasmo la excelencia del Santo Rosario, que casi todos los habitantes de Tolosa lo aceptaron, renunciaron a sus errores. En poco tiempo se experimentó un gran cambio de vida y de costumbres en la ciudad.


martes, 7 de octubre de 2014

Hoy la Iglesia celebra la festividad de Nuestra Señora del Rosario




Fray Luis de Granada y el Rosario de Nuestra Señora

En el año 1573 escribió las “Meditaciones de la vida de Cristo”. El último de los capítulos se titula “De cuán excelente sea la devoción del rosario de Nuestra Señora y de los quince misterios que contiene”.

             Es sumamente importante tener en cuenta el testimonio que nos ofrece el santo y sabio predicador de Granada, porque en él expresa la experiencia que, como dominico, vivía en su comunidad –desde Santa Cruz la Real de Granada hasta Santo Domingo de Lisboa- con el rezo del Rosario. Lo mismo que predicaban él y sus hermanos dominicos en la España del Siglo de Oro, ofreciendo en el Rosario una aplicación pastoral y espiritual de los misterios de la salvación a la vida cristiana. El método del rezo del Rosario, que en el siglo XVI tenía la Orden de Predicadores, es el mismo que se rezaba hasta principios del siglo XXI: el mismo que Santa María Bernarda Soubirous rezó ante la Virgen en Lourdes en el siglo XIX, y los beatos Francisco y Jacinta, con su prima sor Lucía, recitaron ante la Virgen en Fátima en el siglo XX. El Rosario que María recomendó a la humanidad en Lourdes y Fátima fue ampliado a veinte misterios por Juan Pablo II el 16 de octubre de 2002.

             He aquí lo que escribía Luis de Granada:

             “Pues en este libro (Meditaciones de la vida de Cristo) se ha tratado hasta aquí de los principales misterios de la vida de nuestro Salvador, es ahora de saber que, entre otros muchos frutos para que sirve esta doctrina, uno de ellos es saber por aquí la historia de los misterios del Rosario: y por esto me pareció dar aquí brevemente la razón por la cual esta devoción es tan universal y tan celebrada en la Iglesia cristiana, y declarar cuáles sean los misterios que comprende, para que con mayor estudio y diligencia los devotos de nuestra Señora se apliquen a ella.

            “Es, pues, ahora de saber que el principio de toda nuestra bienaventuranza consiste en el conocimiento de Dios. Mas a este soberano Señor no podemos en esta vida conocer en sí mismo sino en sus obras, y entre éstas las más excelentes fueron las de la sagrada humanidad. De donde se sigue que éste es el medio más excelente que hay para venir en conocimiento de la soberana deidad, por medio de la sagrada humanidad. Y así no es otra cosa la devoción del Rosario, si se aplica como conviene, sino meditación de los principales misterios de la vida de nuestros Salvador y de su santísima Madre, los cuales andan juntos, porque en todos ellos entrevino la Virgen nuestra Señora como su Hijo bendito, mayormente en los de su santa niñez. 

             “Y para los que no están ejercitados en esta devoción, advertimos aquí que ella se reparte en quince misterios principales de la vida de nuestro Salvador y de su santa Madre, que son cinco gozosos, y cinco dolorosos, y otros cinco gloriosos.

             “Los cinco primeros gozosos son: la anunciación del ángel a nuestra Señora, la visitación a Santa Isabel, la natividad del Salvador, la adoración de los Reyes Magos, la purificación de nuestra Señora y presentación de su Hijo en el templo, o cuando después de perdido lo halló en el mismo templo.

             “Los cinco dolorosos son: la oración del huerto, los azotes a la columna, la coronación de espinas, el llevar la cruz a cuestas, el ser crucificado en ella, con lo cual se junta el oficio de la sepultura y la soledad de nuestra Señora.

             “Mas los cinco misterios gloriosos son: la resurrección del salvador, con el aparecimiento a la sagrada Virgen y a los discípulos, la subida al cielo, en la cual piadosamente creemos haberse hallado la Virgen Santísima, porque justo era que la que se halló presente a los dolores del monte Calvario, no careciese de la fiesta y gloria del monte Olivote. El tercer misterio glorioso fue la venida del Espíritu Santo, a la cual esta Virgen se halló presente con los discípulos y discípulas de su Hijo. El cuarto fue su gloriosa asunción, y el quinto, la gloria de su coronación.

             “Pues el que quiere cumplir con esta devoción, no se ha de contentar con rezar secamente las Avemarías que el Rosario comprende, sino, rezando con la boca, debe el corazón ir rumiando y meditando estos misterios susodichos, deteniéndose en cada uno con la devoción que el Espíritu Santo le administrare. Para lo cual le servirá todo lo que se ha tratado en este libro acerca de los misterios de la vida del Salvador, porque, habiéndolos primero leído con atención y devoción, ellos le darán motivos y consideraciones para despertar su devoción, humillándose primero, y pidiendo a nuestro Señor le quiera dar el sentimiento entrañable de lo que él en este mundo por nosotros hizo y padeció. Porque él solo es el que da a los humildes y diligentes el verdadero sentimiento de estos misterios.

             “Pues con esta devoción, que pertenece a la gloria del Hijo y de la Madre, alcanzará el hombre la gracia y favor de ambos, para que le sean favorables en todos los negocios y trabajos de esta vida, y mucho más en el postrer trance de la muerte, para que, ayudado en este paso, vaya a gozar y ver esta santa Virgen con su precioso Hijo en el cielo. Al cual sea honra y gloria en todos los siglos de los siglos. Amén.”