domingo, 30 de noviembre de 2025

Adviento 2025: Hacia la Luz de la Esperanza, en comunidad. (2)

 



Vigilancia


   Jesús nos llama a estar despiertos y preparados en todo momento, pues no sabemos cuándo vendrá el Señor. Estar vigilantes es vivir conscientes de su regreso, no distraídos por lo mundano. Es mantener el corazón despierto ante la presencia discreta de Dios.

   Cuando Jesús exhorta: “Velad, porque no sabéis el día”, esta vigilancia no es temor, sino esperanza activa. Significa mantener el corazón despierto a la presencia de Dios en un mundo que con frecuencia se vuelve indiferente.

   Como nos dice el papa León XIV en su Exhortación “Dilexi te”,  Cristo nos buscó primero y la vida cristiana debe ser respuesta amorosa: vigilar es acoger ese amor en lo cotidiano.

   Y esa vigilancia se ha de expresar en actitudes muy concretas: atención al hermano, cuidado de la creación, serenidad ante la incertidumbre y disponibilidad interior para escuchar la voz del Espíritu.

   En Adviento, la vigilancia no se orienta solo al futuro, sino al presente en el que Dios ya actúa. Esperamos su venida gloriosa, pero también su irrupción humilde en los gestos sencillos. En un mundo acelerado, la vigilancia se convierte en resistencia espiritual: un modo de no dejarnos narcotizar por el ruido, la prisa o el miedo. Vigilar es creer que Dios llega hoy, y que su llegada es siempre portadora de consuelo, justicia, misericordia y renovación profunda.

   La esperanza nos llama a estar despiertos y atentos a los signos de la venida del Señor en nuestro mundo, manteniendo una actitud de oración constante para no perder el foco ante las preocupaciones cotidianas.


Oración

Dios de la espera, 
concédenos un corazón vigilante 
y despierto ante tu inminente llegada. 
Que, libres de ataduras mundanas, 
estemos siempre preparados 
para salir a tu encuentro con alegría y esperanza. 
Amén.



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