El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan;
el Señor ama a los justos,
el Señor guarda a los peregrinos.
Conviene que continuamente meditemos la Palabra de Dios que habita en nosotros, porque no basta sólo con creer, hay que meditarla. Si no, no aprovecharía, mientras que de este modo, la meditación tiene mucha fuerza contra el pecado.
(Santo Tomás de Aquino)