El pasado 25 de Enero, día de la “Conversión de San Pablo”, unas
60 personas vivimos en Scala Coeli, una jornada de retiro, animado por Fr. Fco.
R. Fassio.
El primer texto
para la reflexión y oración fue tomado del libro de “Los Hechos de los
Apóstoles”, 22,3-16, en el que Pablo de Tarso narra su conversión; de un
perseguidor de los cristianos y de Jesucristo, pasó a ser un testigo suyo ante
los hombres, en fidelidad a su llamada.
“Convertirse”
supone cambiar de mentalidad, ser tocado en lo más nuclear de la propia persona
y volver ahí, a lo más genuino de uno mismo, ser alcanzado por la Persona de
Jesucristo, de modo que sea Él el protagonista de la propia vida. Supone una
opción personal por Él, que va llevando a vivir de otra manera, desde Cristo, y
su evangelio.
Ser su testigo ante los hombres, no es tanto
hablar “de” Dios, como hablar “desde” Dios. Para un cristiano su
fundamento no es él mismo, va más allá, es “Otro”, Cristo, desde una relación con Él, en diálogo, intimidad, confianza,
connivencia con Él, que lo va transformando
y llevando a una adhesión a su Persona. Así nos habla San Pablo en su “Carta a
los Filipenses”:
“La verdadera circuncisión somos nosotros,
los que tributamos un culto nacido del
Espíritu de Dios y hemos puesto nuestro orgullo en Jesucristo, en lugar de confiar en nosotros mismos”…nada vale
la pena si se compara con el
conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor…por
Él he sacrificado todas las cosas…con tal de ganar a Cristo y vivir unido a Él, con una salvación que no procede de la
ley, sino de la fe en Cristo.(Fil. 3, 3-10).
Hoy, podemos nosotros
hacernos estas preguntas:
¿Quién soy yo para Dios? ¿Quién es Dios para mí?
-Paqui López-
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