A ese sosiego del espíritu se refiere el cántico de la Misa que comienza:
"Cuando un sosegado silencio todo lo envolvía" (Sb 18,14). En pleno
silencio, toda la creación callaba en la más alta paz de media noche. Entonces,
oh Señor, la palabra omnipotente dejó su trono por acampar en nuestra tienda.
Ser entonces, en el cenit del silencio, cuando todas las cosas quedan sumergidas en la calma, sólo entonces se hará sentir la realidad de esta Palabra. Porque, si quieres que Dios hable, hace falta que tú calles. Para que El entre, todas las cosas deberán haber salido.
Juan Taulero
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comparte con nosotros...