martes, 1 de abril de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (28)


 

¿QUIERES QUEDAR SANO?


    Es la pregunta que hoy nos hace Jesús.

    Uno de los problemas actuales de la sociedad es que muchas veces estamos faltos de una necesidad. La Iglesia nos propone que acudamos a Jesucristo, el enviado, para sanarnos de nuestra fragilidad.

    Hoy en día, que nuestros contemporáneos se dedican al culto del cuerpo, la mayoría de los seres humanos quiere verse libre de ataduras y de enfermedades, y se someten a mucha presión, tensión a la que muchas veces nos vemos inmersos por la sociedad, con tal de vernos libres tanto físico, mental y moralmente.

    Uno de los maestros curativos de nuestro tiempo es nuestro Señor Jesucristo, el mismo que nos hace la pregunta “¿quieres quedar sano?”. Disponemos de mediaciones, posibilidades y medios que pone en nuestras vidas como confesarnos y recibir la absolución con el sacramento de la reconciliación, y esa sanación partirá desde el interior, y siempre que parta desde el interior es duradera y verdadera; como también los acompañamientos espirituales.

    Tenemos que ser agradecidos con las personas que nos hacen el bien, que arriman el hombro cuando los necesitamos y no ser desagradecidos, como el paralítico del Evangelio (Jn, 5-3.5-16) que expuso a la persona que le hizo el bien para que pudieran odiarle o, peor, buscarle y darle muerte.

    No se puede poner límites a la misericordia ni a hacer el bien, el hombre es dueño de todos los días de la semana, se nos recomienda estar siempre atentos a los llantos de los hermanos y abrir el corazón para escuchar sus preocupaciones.

    Siempre que acudimos a los especialistas con nuestras dolencias, les tenemos que contar qué es lo que nos molesta, para que con los síntomas que les hemos contado puedan derivarte a un sitio u otro, pero desde el momento que vayamos al médico y no le decimos qué es lo que realmente nos afecta, le será muy difícil dar con el problema.

    Queridos hermanos, en este Año Jubilar con el lema “Peregrinos de la esperanza” depositemos nuestra confianza en este Padre que espera siempre el regreso de sus hijos, y pueda abrirnos los caminos a la prosperidad. Jesucristo es el camino que conduce al Padre, déjate guiar por Él.

    Sean felices y que este camino cuaresmal nos lleve a la Pascua. Dios todopoderoso os bendiga en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.



Fr. Salvador Becoba, OP

lunes, 31 de marzo de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (27)

 


"EL HOMBRE CREYÓ EN LA PALABRA DE JESUS"


    Iniciamos hoy la cuarta semana de Cuaresma con la profecía de Isaías, esperanzada y transmisora de esperanza.

    El pueblo de Israel había vivido un largo exilio y necesitaba el empuje de esas palabras proféticas, como las necesitamos también hoy nosotros en el mundo que nos ha tocado vivir: “mirad, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva. No recordaréis el pasado, habrá gozo y alegría perpetua … voy a transformar a Jerusalén en alegría …”

    Las palabras y los hechos de Jesús son la razón de nuestra esperanza en nuestro día a día. En el Evangelio de hoy (Juan, 4, 43-54) Él mismo nos habla del rechazo de los suyos, hasta hacerle decir: “ningún profeta es amado en su tierra”. Pero sus hechos de salvación, sanación y liberación, su mismo Espíritu, nos siguen dando el impulso para tener fe y esperanza.

    El funcionario real del Evangelio fue a buscarlo. Su angustia era grande… su hijo se estaba muriendo, y, con el amor del padre que sufre sin poder hacer nada por el hijo, le pide: “Señor, baja antes de que se muera mi niño”. Y Jesús, con la mirada llena de amor y empatía, le dice: “Anda, tu hijo está curado”. Y él le CREYÓ. Creyó en la palabra de Jesús. Y a su hijo le cesó la fiebre en el mismo momento en que Jesús le dijo esas palabras. Y … CREYÓ él con toda su familia.

    Hoy podernos decirle a Jesús: “Señor, enséñanos a poner toda nuestra confianza en Ti, y no en nuestras fuerzas. Eres Tú y tu Espíritu en nosotros quien nos libera, nos sana, nos alienta para esperar contra toda desesperanza. Tú eres nuestro salvador y libertador, aunque frecuentemente sintamos el tirón de la negatividad y de la irreverencia. Tú eres nuestro libertador”.


Paqui López Icardo, OP

domingo, 30 de marzo de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (26)


 

"PADRE MISERICORDIOSO"


    Del pasaje del Hijo Pródigo que este Domingo IV de Cuaresma tenemos en el Evangelio da la Eucaristía hay varias cosas que me resultan fascinantes.

    PRIMERA: No debería ser conocida como se la llama, el Hijo Pródigo, porque el foco de la parábola está en otro sitio: en el Padre misericordioso y en cómo trata a los dos hijos, al Menor, al pródigo y algo canalla, pero que se muestra al final como capaz de pedir perdón y de acoger ese perdón; y en cómo trata al Mayor, que se resiste a la compasión de tan centrado como está en sí mismo, en sus rencores y en su propia situación. Y a ambos desde la misericordia, el perdón y el amor y la ternura entrañable que siente un Padre por sus hijos.

    SEGUNDA: Al ser una parábola, y como tal arquetípica, tiene la capacidad de hacer que nos reconozcamos en las actitudes de los Hijos y, ojalá, también en la del Padre. Todos somos un poco Hijo Menor: nos escapamos, la liamos, somos injustos y egoístas, nos damos a la “mala vida”, caemos en tentaciones, buscamos superficialidades y placeres vacíos... y nos damos cuenta de lo estúpidos que hemos sido al vivir así cuando nuestra vida se seca y nos miramos al espejo pensando “cómo hemos llegado hasta aquí...”.

    Pero también nos reconocemos en el Hijo Mayor, rencorosos, con falta de compasión, más centrados en nosotros mismos, justicieros con quienes actúan mal y han causado daño por sus caprichos o desmanes, incapaces de perdonar o de creer que las personas pueden cambiar por más desalmados que hayan sido, centrados en nuestras propias necesidades, en el “y yo qué...”, algo que revela que en nuestro interior hay mucho que sanar también.

    TERCERO: Me impresiona que el Hijo Menor tiene que hacer su propio proceso de reconocerse miserable, de pedir perdón a su Padre y en un cierto grado también de perdonarse a sí mismo. Para acoger el perdón hay un movimiento interno psicológico de cada ser humano que necesita perdonarse a sí mismo, reconocerse en humildad como pecador. Aunque parezca una paradoja, para poder ser perdonado, necesita uno perdonarse a sí mismo. Desde luego reconocer el daño causado, pero también reconocerse dañado uno mismo por el propio pecado. Santo Tomás repite varias veces que el primero que sufre las consecuencias del pecado es el propio pecador, y de ahí nace también esa necesidad de autoperdón, en la comprensión que “cometemos” pecados, pero que nuestra identidad es otra que necesita ser restablecida, reparada, y eso pasa por el reconocimiento en humildad de los daños cometidos. El Hijo Menor hace todo un proceso de autoconocimiento que pasa por la humildad, por reconocerse, por aceptar lo hecho, y no quedarse ahí, sino querer retomar el camino de vuelta a casa.

    CUARTO: No termina de contarnos la parábola si el Hijo Mayores capaz de hacer su propio camino, si a cuenta de lo que el Padre le dice, hace su propio proceso de perdón -y autoperdón...- o se queda encerrado en sí mismo, en su autoindulgencia malsana de sentirse dañado, herido, ninguneado y excluido. Si se siente “menor” que su hermano, incapaz de perdonar, de creer que los pecadores pueden cambiar, dudando de la honestidad de quien quiere cambiar. Mirando al pecador solamente como el agresor que hace daño, incapaz de ver que no es el pecado el que identifica a las personas, y es que, aunque comentamos pecados todos, no es eso lo que nos define, sino la voluntad de cambiar. San Agustín recuerda que el santo no es el que nunca cae, sino el que siempre se levanta... y el Hijo Mayor, como tantas veces nosotros, no quiere o no sabe ver éso porque no ha hecho su propio proceso de humildad, de autoconocimiento y de sanación.

    QUINTO: La fascinante figura del Padre domina toda la parábola, mostrándonos Jesús cuál es el rostro y las manos de Dios, cómo es el Buen Padre Dios en su relación con sus hijos, nosotros los humanos, no dejándonos siquiera terminar de pedir perdón cuando Él, que conoce el interior del hombre y está más dentro de nosotros que nosotros mismos, cuando conoce nuestro arrepentimiento, nuestro dolor por lo cometido, ya está preparando fiesta y alegría por haber recuperado a un hijo que se había perdido en el camino. Ya está recordándonos nuestra verdadera dignidad e identidad hermosa y alta como Hijos de Dios -el anillo en la mano, la túnica limpia, las sandalias nuevas-, cuando ni nos deja reparar el daño pues para Él con el perdón es como si nada ya hubiera pasado. Ya está olvidado. La misericordia infinita de Dios, el perdón incondicional del Padre, el reconocimiento del arrepentimiento y la bondad profunda de lo más íntimo del corazón del hombre, de su más profunda realidad como creaturas hechas a imagen y semejanza de Dios, nos hablan de nuestro Dios como el mejor Padre que puede existir, siempre dispuesto a acoger, a perdonar, a recuperar, dejándonos en la libertad de hacer nuestro propio camino, pero siempre con la puerta abierta para abrazarnos en su perdón.

    CODA: La Cuaresma es un tiempo extraordinario para hacer el camino de la conversión y ese pasa sin duda siempre por reconocernos en humildad y realismo como pecadores necesitados de perdón, así que me atrevo a animarles y animarnos a acercarnos al sacramento de la reconciliación: el Buen Padre Dios está siempre dispuestos a abrazarnos, perdonarnos y devolvernos la dignidad de nuestra identidad, la de Hijos amados del Padre.


Fr. Vicente Niño Orti, OP



sábado, 29 de marzo de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (25)

 



TODO EL QUE SE ENALTECE SERÁ HUMILLADO, Y EL QUE SE HUMILLA SERÁ ENALTECIDO


    Para poder caminar en esta Cuaresma todos juntos en la fe y en la esperanza, el primer paso ha de ser la conversión personal y el reconocimiento de nuestros pecados.

    ¿Cómo hay que rogar a Dios? La respuesta la tenemos en la parábola del fariseo y el publicano, que no es comparación, sino un ejemplo doble que debemos imitar o evitar.

    Dos hombres suben a rezar al templo. Uno fariseo, lleva una vida exteriormente intachable. Practica las buenas obras y cumple escrupulosamente la ley. Pero se siente seguro de sí mismo. Se tiene por justo y desprecia a los demás.

    El publicano, en cambio, se siente perdido, se reconoce pecador, necesita perdón y lo pide con humildad.

    Los dos necesitan el perdón, pero Jesús declara que el pobre publicano vuelve justificado. Y es que la justificación personal es un don de Dios. Únicamente quien se reconoce pecador y la pide puede obtenerla de Dios.

    Con cuánta facilidad hoy también los hombres y mujeres nos comparamos con los demás y juzgamos por las apariencias. Nos creemos justos y mejores que nadie, porque hacemos cosas buenas y en el fondo nos rodeamos de autosuficiencia, convencidos de que, a lo más, necesitamos el perdón de ciertos fallos. Y no es así. Es toda nuestra vida, inmersa en un mundo de injusticia y desorden, la que debe ser salvada por Dios.

    El buen camino es empezar por reconocer la existencia del pecado en nuestra vida y luego pedir humildemente a Dios que nos libre de él.

    Que la Esperanza que no defrauda, mensaje central del Jubileo, sea para nosotros el horizonte del camino cuaresmal hacia la victoria pascual.


Montserrat Palet, OP

viernes, 28 de marzo de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (24)

 


“¿QUÉ MANDAMIENTO ES EL PRIMERO DE TODOS?”


    ¿Qué respuesta esperamos de Jesús?

    Estamos en el Jubileo de la Esperanza, en medio del tiempo de Cuaresma. Es un tiempo donde corremos el riesgo de vivir de esfuerzos, lágrimas, sacrificios, y convertir a Jesús en nuestro discípulo.

    Como en este texto el escriba, ante la respuesta de Jesús, le afirma: “muy bien, Maestro, sin duda tienes razón”, como si Dios no la tuviera.

    ¿Realmente esperamos que Dios nos dé respuesta o ya las tenemos de antemano? Pienso, a través de este texto, que no es fácil acoger la virtud de la Esperanza, y dejarnos corregir o que se adelante a nuestros criterios.

    Por eso, en la foto, me importa expresar que el camino que nos toca recorrer a veces está en pendiente. ¿Es viable ese Amor sobre todas las cosas, en subida? En el mundo en el que vivimos, muchos sí lo transitan cuesta arriba, pero otros tenemos mucho terreno allanado.

    Doy gracias a Dios de que los acontecimientos presentes en mi comunidad y en mi propia vida se van poniendo cuesta arriba, para no ser arrogante y creer que tengo todas las respuestas.

    Espero que el Amor a Dios sobre todas las cosas pueda ir creciendo en mis hermanas y también en mí, para no acabar buscándole entre los muertos, sino en los vivos, aquellos que van conmigo en esta vida por las calles, las plazas, los claustros… y todas las personas que Dios pone en el camino.

    “No estás lejos del Reino de Dios”.

    En el camino de la Cuaresma, Jesús nos muestra que es posible acercarnos a ese Reino, no nos resultará fácil.  Pero el camino está abierto, Él nos lo ha abierto, con su obediencia al Padre y con su Amor total hacia Él.

    Esta actitud de Jesús y de su Amor al Padre nos empuja a abrirnos a pedirle a Dios la virtud de la Esperanza para lograr amarle a Él por encima de todo, pese a encontrarnos en un camino cuesta arriba. No estamos solos, Él lleva nuestras cargas, es nuestra salvación.


Dominicas de Vitoria

jueves, 27 de marzo de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (23)



“EL QUE NO ESTÁ CONMIGO, ESTÁ CONTRA MÍ; Y EL QUE NO RECOGE CONMIGO, DESPARRAMA”.


    Jesús afirma y deja claro que ante Él, nadie puede permanecer neutral o indiferente. Sólo está la opción de seguirle con radicalidad, o simplemente no aceptarle. O estás con Él o contra Él. Aquí no hay medias tintas, no hay término medio en tu seguimiento de Jesús. Jesús no enseña teorías. No se limita a transmitir un elenco de doctrinas o una constitución, un código de leyes o mera jurisprudencia.

    En el discipulado cristiano, el maestro va delante y los discípulos le siguen, y les exige confianza, abandono, entrega y cambio de vida, para ir transformando su forma de pensar y de reaccionar, para así poder asumir y vivir la escala de valores de su maestro. Un discípulo no puede, pues, permanecer pasivo, en la indiferencia e inacción. Y no se trata sólo de dar una respuesta piadosa o cultual, o aprender doctrinas y practicar devociones.

    Seguir a Jesús tiene implicaciones existenciales: es lo constitutivo de tu ser cristiano y la esencia misma de tu vida, y tiene una incidencia profunda en tu forma de vivir, que te hace abandonar la lógica del mundo y abrazar la lógica del Reino y del Evangelio. Es asumir el estilo de vida de Jesús y optar por los valores que Él vivió. Implica compromiso, decisión y acción. ¿Estás realmente con Cristo en tu vida diaria, trabajando para el Reino?

    Y es que llama la atención que Jesús tenía y sigue teniendo más admiradores que seguidores comprometidos. Es más fácil alabarlo que comprometerse más allá del culto externo, viviendo realmente comprometidos, como Jesús, por la causa del Reino, hasta dar la vida en entrega radical a los más débiles y excluidos.

    El Reino de Dios es la vida tal y como la quiere construir Dios Padre. Y para Jesús, la instauración del Reino es la columna vertebral de su ministerio, el corazón de su mensaje y la pasión que alienta toda su vida, por la que fue crucificado.

    La misión de la Iglesia es la de Jesús. Todo discípulo suyo, tú y yo y los demás, hemos recibido en nuestro bautismo la misión de colaborar con Él en su proyecto de instaurar el Reino de Dios. No es una opción política, un sistema económico o una organización social.

    La vocación de la Iglesia es estar en el corazón del mundo, anunciando la Buena Noticia del amor de Dios a los pobres, la libertad a los esclavizados y la alegría de la resurrección de Jesús a los tristes.

    Nuestra misión, como la de Jesús, es acercar a las personas a la experiencia del amor de Dios Padre, que transforma la vida y nos capacita para amar y para construir, juntos, una sociedad más humana y fraterna.

    La coherencia entre mensaje-vida, fe-obras, es necesario, para garantizar la credibilidad de nuestro anuncio, de nuestra misma vida cristiana.

    Y el cristiano será cristiano y la Iglesia será la Iglesia de Cristo en la medida en que prolongue su entrega comprometida en este mundo, haciendo que el hombre sea más auténticamente hombre y la vida más auténticamente vida.

Pablo Olmedo, CMF

miércoles, 26 de marzo de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (22)

 



"NO HE VENIDO A ABOLIR SINO A DAR PLENITUD … QUIEN LOS CUMPLA Y ENSEÑE SERÁ GRANDE EN EL REINO DE LOS CIELOS"


    El Señor había liberado a su pueblo de la esclavitud, como nos relata el Éxodo, pero en ese camino hacia la Tierra Prometida, el pueblo no se fia de Yahvé, el Dios que “había oído el clamor de su pueblo” (Ex 3,7).

    Tras caminar por el desierto perece toda una generación, Su falta de fe en la palabra y promesas de Yahvé provocó su ira y les maldijo con los años de peregrinaje por el desierto a esa generación incrédula, que no pisaría la Tierra Prometida.

    Es a la nueva generación a los que Moisés les pide que escuchen y observen la Ley para poder entrar con esperanza en la “tierra que mana leche y miel” (Ex 3,8)

    Y es que la Ley dada por Dios y entregada a Moisés en el Sinaí para que la conservasen y viviesen como pueblo suyo… “Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo” (Lv 26,12), pueblo de la Alianza. Ahora el pueblo de Israel tiene que habitar entre las naciones como luz y esperanza, como presencia de Dios en sus relaciones y formas de vida.

    Moisés pronuncia su última voluntad y testamento, rogando a los israelitas que no olviden quiénes son y lo que Dios ha hecho por ellos, que no olviden su historia… “son el pueblo de la esperanza” y con ella deben caminar.

    En el Evangelio Jesús insiste y subraya que “no he venido a abolir a Ley o los profetas, sino a darles la plenitud. Y quien lo cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos” (Mt 5,17). Y Jesús es más que Moisés y los profetas, incluso más que la Ley. No olvidemos que preguntado Jesús por un doctor de la Ley cual era el mandamiento principal, responde: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente... El segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Estos mandamientos sostienen la Ley y los Profetas” (Mt 26,37-40).

    Y así Jesús expresa claramente que, la grandeza de su Reino, se basa en la obediencia; Él mismo se entregó por todos a la muerte para redimirnos, por obediencia al Padre.

    Escuchemos y vivamos, sin abolir nada, sino viviendo la Ley con amor y un día seremos llamados a tomar posesión del Reino de los cielos. Vivamos con esperanza y amor este camino cuaresmal.


Fr. Carmelo Preciado, OP

martes, 25 de marzo de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (21)

 



"NO TEMAS, MARÍA, PORQUE HAS ENCONTRADO GRACIA ANTE DIOS"


    Ante las palabras del mensajero de Dios, María se sobrecoge, se sorprende. Es el arcángel San Gabriel quien le dice: “No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios”.

    “No temáis” son las palabras que dirá Jesús Resucitado cuando se aparece a sus discípulos y a sus amigos. Es comprensible, ante la grandeza de la presencia del Señor, sentir temor. Porque vemos en nuestra vida un gran amor de todo un Dios que se hace uno con nosotros para salvarnos y redimirnos del pecado, para darnos la Vida verdadera. Y ese amor tan grande y desbordante, cuesta comprenderlo. Ante esta presencia del Señor, nuestra vida se llena de esperanza, porque tenemos la certeza de Su amor.

    En María vemos cómo el Señor no la dejó en la duda o en el desconcierto. A la manera de Dios, el arcángel se lo explicó: “Has encontrado gracia ante Dios”. Y este es el motivo para no tener miedo, porque lo que Dios anuncia siempre es vida.

    También nosotros hemos encontrado gracia ante Dios. Cristo ha dado su vida por ti y por mí, y en cada Eucaristía vuelve a entregarse para que encontremos gracia ante Dios. Nuestra esperanza está en Cristo, que lo ha dado todo para que ya no seamos esclavos, sino libres, y podamos ser felices.

    Donde hay amor no hay temor. En Cristo solo encontrarás amor, y un amor gratuito. Él te lo da todo y no te exige nada a cambio. Lo único que quiere de ti es que le acojas en tu vida y juntos caminéis. Porque, igual que hizo obras grandes en María, ahora quiere hacerlas contigo. Cree y confía en su Palabra. Hoy te dice a ti: No temas, en mí está la Vida. Yo doy mi vida por ti. Ahora, tú vive por mí.


Sor Leticia O.P.

lunes, 24 de marzo de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (20)


 
CREER A DIOS EN LOS DESIGNIOS QUE ENVIA


    ¡Qué fácil nos resulta entender que hay que realizar grandes hazañas para poder alcanzar una meta difícil! En realidad hay metas difíciles que no requieren de caminos tortuosos, sino de tres aspectos fundamentales: escucha, confianza y esperanza.

    Cuando se nos presenta un camino fácil ante una situación que creemos insalvable, pensamos que algo no va bien, que hay truco, que nos están engañando, por eso es importante que seamos capaces de escuchar, de poner atención a lo que nos están proponiendo, que no nos rindamos antes de tiempo y mucho menos porque creemos que eso no va a llevarnos a la solución.

    Tras esta escucha activa, donde puede haber preguntas, consultar posibilidades, decir opiniones, llega el momento de la confianza, si no confiamos en las personas que nos están dando posibles caminos de solución, de poco va a servir que nos den la mejor.

    Ahora nos toca poner de nuestra parte y tener esperanza, puede salir mal, puede llevarnos a otro lugar, pero hay que partir del pensamiento de que podemos llegar y eso empieza teniendo esperanza, y poner en práctica lo que nos han sugerido, el resultado final, puede que no sea el deseado, pero siempre nos llevará a alguna enseñanza que nos servirá.

    Para creer a Dios, en los designios que envía, primero debemos estar a la escucha, con la atención puesta en lo que vivimos, lo que nos rodea, no debemos esperar grandes luminosos, un whatsapp o un email, es bastante probable que perdamos el tiempo, o no. Lo cotidiano suele ser uno de los medios de comunicación que Dios utiliza, las personas que van con nosotros de camino, los acontecimientos que ocurren cada día, aunque también en algo que haga que se nos tambalee “el suelo”, Dios puede hablarnos.

    Como hemos dicho antes, si hemos escuchado, lo siguiente es confiar en que eso es lo que nos conviene, lo que nos puede ayudar, es Dios quien se está manifestando a través de ese acontecimiento, de esa persona, de esa reflexión…

    Por último no debemos dejar caer en saco roto el mensaje recibido y ponernos manos a la obra, a veces no hace falta hacer nada, sólo seguir escuchando, nuestro silencio y nuestra paciencia suelen ser tan poco habituales que cuando es lo que nos piden nos cuesta mucho más que realizar grandes proezas.


Hna. Macu Becerra, DMSF

domingo, 23 de marzo de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (19)



"CONVERTÍOS”

    En este tercer domingo de Cuaresma, las lecturas inciden sobre una idea: la necesidad de convertirnos que todos tenemos. La conversión es una exigencia que a los cristianos se nos recuerda continuamente, pues es imposible vivir la fe desde el estancamiento, la rutina, siempre igual; así se lo dice san Pablo a los corintios.

    Sin embargo, esta convicción también nos puede llegar a causar frustración muchas veces,pues lo intentamos, una y otra vez, y parece que siempre sin los resultados deseados.

    Quizá el problema está en lo que entendemos por conversión. Si yo pretendo transformarlo todo para llegar a ser alguien completamente distinto a quién soy y, además, trato de hacerlo solo por mis propias fuerzas y capacidades, lo más probable es que me esté condenando al fracaso. La conversión que Dios quiere no puede consistir en que yo sea una persona diferente a la que soy, pues Él es quien me ha hecho así, Dios me ha creado tal y como quería que yo fuese… entonces ¿y si resulta que convertirme, lo que quiere decir en realidad, es que sea yo mismo en verdad, auténticamente yo, tal y como el Señor me ha soñado desde toda la eternidad? En ese caso, todo sería diferente, pues la tarea consistiría, principalmente, en liberarme de todo lo que no corresponde a mi ser, sanar las heridas y rescatar toda la belleza y el valor que Dios ha puesto en mí; igual que Moisés fue enviado a liberar al pueblo de Egipto. Una labor para la que es imprescindible dejarme guiar por el que mejor me conoce y me “sabe”, permitir a Dios que me haga alguien auténtico, dejarme “ser” tal y como Él me ve: con confianza y misericordia infinitas.

    Junto a esta hermosa posibilidad, las lecturas nos reiteran la tremenda paciencia que nuestro “papá y mamá” del Cielo tiene con nosotros, una tan inmensa que únicamente puede proceder de quien te ama sin límite ni condiciones.

    Dios no castiga nuestros errores, ni a los Galileos de Pilatos, ni a los sepultados por la torre de Siloé ni a nadie… si así fuera, ¡estábamos todos apañados! Por el contrario, como a la higuera de la parábola, el modo divino de actuar es esperar, una y otra vez, confiando en nosotros, creyendo en ti, dándonos siempre una nueva oportunidad y ofreciéndonos los cuidados y condiciones que necesitamos para crecer, ser libres, auténticos y felices. ¡Descúbrelos a tu alrededor, disfrútalos, aprovéchalos!


Fr. Félix Hernández Mariano, OP