domingo, 6 de abril de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (33)

 


“…TODO EL PUEBLO ACUDÍA A ÉL, Y, SENTÁNDOSE, LES ENSEÑABA… EL QUE ESTÉ SIN PECADO, QUE TIRE LA PRIMERA PIEDRA”


    Estamos en el 5º Domingo de Cuaresma. Mañana da comienzo lo que tradicionalmente se conoce como la semana de Pasión. Este es, por tanto, el último de los domingos previos al Domingo de Ramos. La liturgia nos ofrece para reflexionar el pasaje del Evangelio según San Juan, capítulo 8 versículos 1 al 11. Jesús ante la inmediatez de su final, sigue enseñando en el Templo. Jesús enseña porque su vida, su persona, es enseñanza al ser humano para que vuelva a Dios. Todos sabemos que en él mensaje y mensajero se confunden porque se identifican. Nosotros, que no queremos aceptar ese mensaje de “Salvación” identifiquémonos con los escribas y fariseos que le querían poner una trampa. ¿En cuántas ocasiones buscamos justificaciones para hacer lo que nos conviene y no lo que sabemos que está más acorde con el sueño de Dios para nosotros? Cuando así lo hacemos, empieza doliéndonos, como no podemos con el dolor lo justificamos, y después perseguimos a quien hace lo mismo que nosotros: “quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Tenemos que ser conscientes de nuestra realidad y, desde ese conocimiento, relacionarnos con los demás sin valorar, ni juzgar y mucho menos condenarlo.

    Dios, Jesús, ni siquiera mira a la pecadora, dibuja en el suelo.. ¿Qué dibujaría? Probablemente escribiría la palabra Abba (Padre, אבא). Él y su padre son uno. Siempre recurría a su Padre. Ni condena ni perdona: “Mujer ¿dónde están tus acusadores?; ¿Ninguno te ha condenado?; yo tampoco”. Es el diálogo que mantiene con ella. Ella le reconoce como “Señor”: “Ninguno Señor”. Lo único que Él le pide es que use su libertad para el bien. Que sea consciente de lo que es y que no haga el mal. “Anda y en adelante no peques más”.

    En este año jubilar “Peregrinos de la Esperanza” comencemos siendo Misericordiosos: misere (miseria, necesidad), cor, cordis (corazón) e ia (hacia los demás). Poner nuestro corazón en la miseria de los demás. El itinerario es simple: Seamos conscientes de lo que somos, seamos auténticos. Pongamos los buenos sentimientos que anidan en nuestro corazón en aquellos desfavorecidos, perseguidos, marginados, condenados, maltratados, débiles, olvidados, sin recursos, ninguneados. Seremos misericordiosos y crearemos Esperanza, que nos transformará en primer lugar a nosotros mismos.

    Nuestra Esperanza, en quince días. La vida sin fin, en plenitud, eterna. Una Cruz por el medio. El monumento más grande al AMOR que ha conocido la historia. No nos bajemos de ella.


Fr. Luis A. García Matamoros, O.P.

sábado, 5 de abril de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (32)

 



SURGIÓ ENTRE LA GENTE UNA DISCORDIA POR SU CAUSA


    No es empeño fácil aceptar a Jesús de Nazaret desde nuestros chatos criterios, cortoplacistas, ensimismados.

    El espejo del evangelio nos devuelve una imagen en la que no nos reconocemos, porque la Buena Noticia divide, provoca y nos pone siempre en el apuro de pronunciarnos y definirnos.

    No estaría mal que nos esforzáramos en precisar desde nuestra condición personal las razones por las que cada uno no acaba de aceptar al Jesús del evangelio en todo su alcance humanizador; no nos refugiemos en excusas anacrónicas o en subterfugios estilísticos o en conveniencias institucionales.

    No somos quienes para desautorizar la Palabra que por sí tiene toda la autoridad redentora para los que, incluso con el equipaje de muchas debilidades, nos empeñamos en caminar tras las huellas de aquel que tiene Palabras de vida.

     Desde nuestra modesta esquina bien haríamos en pronunciarnos a favor del Evangelio en esta discordia que el texto de hoy refleja y apostar, en servicio a nuestro mundo, por quien tiene autoridad para dar vida y salvar.

    La causa del Pueblo de Dios es la causa del Dios Padre ¿cómo le dejamos que construya nuestra comunidad?

    ¿En qué cifra la comunidad cristiana su opción por el Evangelio de Jesús de Nazaret?


Fr. Jesús Duque, O.P. (1947-2019)
(Publicado en www.dominicos.org - 2016)


viernes, 4 de abril de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (31)

 



"YO NO VENGO POR MI CUENTA, SINO QUE EL VERDADERO ES EL QUE ME ENVIA"


    La frase "Yo no vengo por mi cuenta, sino que el Verdadero es el que me envía", pronunciada por Jesús en el Evangelio de Juan (7:28), nos invita a reflexionar profundamente sobre la misión de Jesús de Nazaret y sobre nuestra relación con Dios. En ella, Jesús deja claro que su venida al mundo no es producto de un impulso personal, sino que responde al plan de Dios, a una voluntad que trasciende al ser humano.

    Estas palabras nos recuerdan que, como cristianos, nuestra vida también debe estar orientada hacia el cumplimiento de la voluntad de Dios. Jesús no vino para hacer su voluntad, sino para ser el instrumento a través del cual Dios revelaría su plan de salvación para la humanidad. De manera similar, nosotros, como seguidores de Él, estamos llamados a vivir no para cumplir nuestros propios deseos, sino para llevar a cabo la obra de Dios en la tierra. ¿Somos conscientes del amor de Dios a la humanidad? Él La ama tal como es, llena de conflictos y contradicciones. Capaz de lo mejor y de lo peor. Este mundo no recorre el camino solo, perdido y desamparado. Dios lo envuelve con su amor por los cuatro costados.

    En la vida cotidiana, es fácil caer en la tentación de vivir según nuestros propios criterios, impulsados por el ego y las expectativas del mundo. Sin embargo, el ejemplo de Jesús nos enseña que nuestra misión y nuestra vida deben estar en sintonía con lo que Dios nos llama a ser. Cada acción, cada gesto, cada decisión, cada palabra y cada mirada deben estar impregnados del deseo de ser para Dios y para los demás, reflejando en todo momento el amor, la justicia y la esperanza de Cristo.

    Al entender que Jesús fue enviado por el "Verdadero", entendemos que su vida fue un testimonio de obediencia, entrega y servicio. Un testimonio de amor. Y al identificarnos con Él, descubrimos que nosotros también estamos llamados a ser mensajeros de ese amor, llevando la luz del Evangelio a un mundo que necesita desesperadamente escuchar su voz.

    Así como Jesús no actuó por su cuenta, sino en completa unidad con el Padre, nosotros también debemos aprender a vivir en comunión con Él, escuchando su mensaje y siendo instrumentos de su paz. Que esta breve reflexión nos impulse a vivir con un propósito claro: ser enviados por Dios para cumplir su voluntad, con humildad, amor y fidelidad.


Hna. Isabel Górriz, d.e.i.c.

jueves, 3 de abril de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (30)

 



“ELLAS (las Escrituras) ESTÁN DANDO TESTIMONIO DE MI”


    Seguimos el itinerario cuaresmal. El corazón se ensancha porque se acerca la Pascua. De la mano de Jesús caminamos hacia la luz gloriosa. En el pasaje del evangelio de ayer, escuchábamos a Jesús comentar que su deseo es hacer la voluntad del Padre. Él es el testigo y el rostro de la misericordia del Padre. La validez de su testimonio está garantizada en este deseo y su puesta en marcha. Él no actúa por su propia cuenta, sino en consonancia con la unidad de Dios.

    En la antigüedad, la validez de un testimonio debía ser garantizada por otros que corroboraran y calzaran el anterior. Jesús, hijo de su tiempo, pone en práctica esta cuestión ante sus interlocutores. En efecto, la manifestación del testimonio del Padre, según el texto en cuestión, se manifiesta de disímiles formas: primero, por Juan el Bautista; segundo y más importante que el primero, las obras de Jesús; tercero, por el mismo Padre; y cuarto, por las Escrituras.

    Sin embargo, los judíos, que eran versados en escudriñar las Escrituras, debieron reconocer en la persona que tienen delante de sí al dador de la Vida. Y en su ceguera y dureza de corazón, Jesús les deja ver que “¡y no queréis venir a mí para tener vida!”. Jesús es quien comunica la Vida a los hombres, la única que interesa, aquí y ahora, a aquellos que crean en él.

    A la luz del acontecimiento, nos preguntamos: ¿Estamos nosotros también leyendo las Escrituras con el corazón abierto? ¿Buscamos realmente conocer a Jesús en ellas, o nos conformamos con una comprensión intelectual? La invitación es a dejar que la Palabra de Dios transforme nuestras vidas, que nos desafíe y nos mueva a la acción. Al abrir las Escrituras, no solo tenemos un encuentro con textos antiguos, sino con la misma esencia de la vida en Cristo. Este encuentro nos invita a un diálogo profundo, donde la Palabra se convierte en luz que ilumina nuestro camino y guía nuestras decisiones diarias.

    Por último, en este camino cuaresmal, es esencial que busquemos un encuentro personal con Jesús a través de las Escrituras. No se trata solo de leer, sino de contemplar, meditar y dejar que la Palabra resuene en nuestro ser. Al hacerlo, encontramos el sentido profundo de nuestra existencia y la razón de nuestra esperanza. Que este tiempo de preparación nos lleve a una Pascua renovada, donde la luz de Cristo disipe nuestras dudas y temores, y nos impulse a vivir plenamente nuestra fe.


Fr. Raisel Matanzas Pomares, O.P.

miércoles, 2 de abril de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (29)

 




“EN VERDAD, EN VERDAD OS DIGO: QUIEN ESCUCHA MI PALABRA Y CREE AL QUE ME ENVIÓ POSEE LA VIDA ETERNA” (Jn 5, 24-27).


    En el presente Año Jubilar el papa Francisco nos recuerda que la vida cristiana es un camino, donde necesitamos momentos fuertes para alimentar y robustecer la esperanza (Cfr. La Esperanza no defrauda, 5).

    Uno de estos momentos fuertes es, sin duda, la Cuaresma. Cuarenta días en los que podemos contemplar más de cerca a Jesús, centro de nuestra fe y garantía de aquello que esperamos: la vida eterna. Él nos muestra las claves para recorrer este sendero.

     Hoy, vivimos en una situación de incertidumbre y el mayor peligro es marginar al Señor. El desafío para los creyentes es que se pueda reconocer en nuestras vidas que Dios existe y que Él nos mostró su Rostro en Jesús.

    La novedad del anuncio cristiano no consiste en un pensamiento, sino en un hecho. Él se ha manifestado y nos dice: “No temas, yo estoy siempre contigo”.

    Este tiempo de cuaresma es ocasión propicia, para que el hombre interior se prepare para ser visitado por Dios y para hacer el camino del “Tu Rostro buscaré” al “Tu Rostro mostraré”.

    Nos preguntamos, ¿cómo es el Rostro de Dios?

    El Padre es quien tiene la vida en sí mismo y también le ha dado al Hijo tener vida en sí mismo. Jesús es el Rostro del Padre, la impronta de su ser.

    Y Él nos dice: Yo no puedo hacer nada por mi cuenta. Las obras que el Padre me ha encomendado llevar a cabo dan testimonio de que el Padre me ha enviado. Otro, es el que da testimonio de mí, y yo sé que es válido el testimonio que da de mí.

    El Hijo no le hace sombra al Padre, no oculta su Rostro sino que lo aclara, lo irradia, lo comparte.

    Escuchar su Palabra, como discípulos que desean aprender y se dejan enseñar, es condición necesaria para que germine la fe y la esperanza en nuestras vidas.

    Que, sintiéndonos peregrinos en esta Cuaresma, tras las huellas de Jesús, seamos cada día testigos creyentes y creíbles, al servicio de nuestros hermanos. Así, mostraremos con claridad su Rostro.



Fr. Manuel Uña Fernández, OP

15 de marzo de 2025, Aniversario 66 de mi Ordenación Sacerdotal


martes, 1 de abril de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (28)


 

¿QUIERES QUEDAR SANO?


    Es la pregunta que hoy nos hace Jesús.

    Uno de los problemas actuales de la sociedad es que muchas veces estamos faltos de una necesidad. La Iglesia nos propone que acudamos a Jesucristo, el enviado, para sanarnos de nuestra fragilidad.

    Hoy en día, que nuestros contemporáneos se dedican al culto del cuerpo, la mayoría de los seres humanos quiere verse libre de ataduras y de enfermedades, y se someten a mucha presión, tensión a la que muchas veces nos vemos inmersos por la sociedad, con tal de vernos libres tanto físico, mental y moralmente.

    Uno de los maestros curativos de nuestro tiempo es nuestro Señor Jesucristo, el mismo que nos hace la pregunta “¿quieres quedar sano?”. Disponemos de mediaciones, posibilidades y medios que pone en nuestras vidas como confesarnos y recibir la absolución con el sacramento de la reconciliación, y esa sanación partirá desde el interior, y siempre que parta desde el interior es duradera y verdadera; como también los acompañamientos espirituales.

    Tenemos que ser agradecidos con las personas que nos hacen el bien, que arriman el hombro cuando los necesitamos y no ser desagradecidos, como el paralítico del Evangelio (Jn, 5-3.5-16) que expuso a la persona que le hizo el bien para que pudieran odiarle o, peor, buscarle y darle muerte.

    No se puede poner límites a la misericordia ni a hacer el bien, el hombre es dueño de todos los días de la semana, se nos recomienda estar siempre atentos a los llantos de los hermanos y abrir el corazón para escuchar sus preocupaciones.

    Siempre que acudimos a los especialistas con nuestras dolencias, les tenemos que contar qué es lo que nos molesta, para que con los síntomas que les hemos contado puedan derivarte a un sitio u otro, pero desde el momento que vayamos al médico y no le decimos qué es lo que realmente nos afecta, le será muy difícil dar con el problema.

    Queridos hermanos, en este Año Jubilar con el lema “Peregrinos de la esperanza” depositemos nuestra confianza en este Padre que espera siempre el regreso de sus hijos, y pueda abrirnos los caminos a la prosperidad. Jesucristo es el camino que conduce al Padre, déjate guiar por Él.

    Sean felices y que este camino cuaresmal nos lleve a la Pascua. Dios todopoderoso os bendiga en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.



Fr. Salvador Becoba, OP

lunes, 31 de marzo de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (27)

 


"EL HOMBRE CREYÓ EN LA PALABRA DE JESUS"


    Iniciamos hoy la cuarta semana de Cuaresma con la profecía de Isaías, esperanzada y transmisora de esperanza.

    El pueblo de Israel había vivido un largo exilio y necesitaba el empuje de esas palabras proféticas, como las necesitamos también hoy nosotros en el mundo que nos ha tocado vivir: “mirad, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva. No recordaréis el pasado, habrá gozo y alegría perpetua … voy a transformar a Jerusalén en alegría …”

    Las palabras y los hechos de Jesús son la razón de nuestra esperanza en nuestro día a día. En el Evangelio de hoy (Juan, 4, 43-54) Él mismo nos habla del rechazo de los suyos, hasta hacerle decir: “ningún profeta es amado en su tierra”. Pero sus hechos de salvación, sanación y liberación, su mismo Espíritu, nos siguen dando el impulso para tener fe y esperanza.

    El funcionario real del Evangelio fue a buscarlo. Su angustia era grande… su hijo se estaba muriendo, y, con el amor del padre que sufre sin poder hacer nada por el hijo, le pide: “Señor, baja antes de que se muera mi niño”. Y Jesús, con la mirada llena de amor y empatía, le dice: “Anda, tu hijo está curado”. Y él le CREYÓ. Creyó en la palabra de Jesús. Y a su hijo le cesó la fiebre en el mismo momento en que Jesús le dijo esas palabras. Y … CREYÓ él con toda su familia.

    Hoy podernos decirle a Jesús: “Señor, enséñanos a poner toda nuestra confianza en Ti, y no en nuestras fuerzas. Eres Tú y tu Espíritu en nosotros quien nos libera, nos sana, nos alienta para esperar contra toda desesperanza. Tú eres nuestro salvador y libertador, aunque frecuentemente sintamos el tirón de la negatividad y de la irreverencia. Tú eres nuestro libertador”.


Paqui López Icardo, OP

domingo, 30 de marzo de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (26)


 

"PADRE MISERICORDIOSO"


    Del pasaje del Hijo Pródigo que este Domingo IV de Cuaresma tenemos en el Evangelio da la Eucaristía hay varias cosas que me resultan fascinantes.

    PRIMERA: No debería ser conocida como se la llama, el Hijo Pródigo, porque el foco de la parábola está en otro sitio: en el Padre misericordioso y en cómo trata a los dos hijos, al Menor, al pródigo y algo canalla, pero que se muestra al final como capaz de pedir perdón y de acoger ese perdón; y en cómo trata al Mayor, que se resiste a la compasión de tan centrado como está en sí mismo, en sus rencores y en su propia situación. Y a ambos desde la misericordia, el perdón y el amor y la ternura entrañable que siente un Padre por sus hijos.

    SEGUNDA: Al ser una parábola, y como tal arquetípica, tiene la capacidad de hacer que nos reconozcamos en las actitudes de los Hijos y, ojalá, también en la del Padre. Todos somos un poco Hijo Menor: nos escapamos, la liamos, somos injustos y egoístas, nos damos a la “mala vida”, caemos en tentaciones, buscamos superficialidades y placeres vacíos... y nos damos cuenta de lo estúpidos que hemos sido al vivir así cuando nuestra vida se seca y nos miramos al espejo pensando “cómo hemos llegado hasta aquí...”.

    Pero también nos reconocemos en el Hijo Mayor, rencorosos, con falta de compasión, más centrados en nosotros mismos, justicieros con quienes actúan mal y han causado daño por sus caprichos o desmanes, incapaces de perdonar o de creer que las personas pueden cambiar por más desalmados que hayan sido, centrados en nuestras propias necesidades, en el “y yo qué...”, algo que revela que en nuestro interior hay mucho que sanar también.

    TERCERO: Me impresiona que el Hijo Menor tiene que hacer su propio proceso de reconocerse miserable, de pedir perdón a su Padre y en un cierto grado también de perdonarse a sí mismo. Para acoger el perdón hay un movimiento interno psicológico de cada ser humano que necesita perdonarse a sí mismo, reconocerse en humildad como pecador. Aunque parezca una paradoja, para poder ser perdonado, necesita uno perdonarse a sí mismo. Desde luego reconocer el daño causado, pero también reconocerse dañado uno mismo por el propio pecado. Santo Tomás repite varias veces que el primero que sufre las consecuencias del pecado es el propio pecador, y de ahí nace también esa necesidad de autoperdón, en la comprensión que “cometemos” pecados, pero que nuestra identidad es otra que necesita ser restablecida, reparada, y eso pasa por el reconocimiento en humildad de los daños cometidos. El Hijo Menor hace todo un proceso de autoconocimiento que pasa por la humildad, por reconocerse, por aceptar lo hecho, y no quedarse ahí, sino querer retomar el camino de vuelta a casa.

    CUARTO: No termina de contarnos la parábola si el Hijo Mayores capaz de hacer su propio camino, si a cuenta de lo que el Padre le dice, hace su propio proceso de perdón -y autoperdón...- o se queda encerrado en sí mismo, en su autoindulgencia malsana de sentirse dañado, herido, ninguneado y excluido. Si se siente “menor” que su hermano, incapaz de perdonar, de creer que los pecadores pueden cambiar, dudando de la honestidad de quien quiere cambiar. Mirando al pecador solamente como el agresor que hace daño, incapaz de ver que no es el pecado el que identifica a las personas, y es que, aunque comentamos pecados todos, no es eso lo que nos define, sino la voluntad de cambiar. San Agustín recuerda que el santo no es el que nunca cae, sino el que siempre se levanta... y el Hijo Mayor, como tantas veces nosotros, no quiere o no sabe ver éso porque no ha hecho su propio proceso de humildad, de autoconocimiento y de sanación.

    QUINTO: La fascinante figura del Padre domina toda la parábola, mostrándonos Jesús cuál es el rostro y las manos de Dios, cómo es el Buen Padre Dios en su relación con sus hijos, nosotros los humanos, no dejándonos siquiera terminar de pedir perdón cuando Él, que conoce el interior del hombre y está más dentro de nosotros que nosotros mismos, cuando conoce nuestro arrepentimiento, nuestro dolor por lo cometido, ya está preparando fiesta y alegría por haber recuperado a un hijo que se había perdido en el camino. Ya está recordándonos nuestra verdadera dignidad e identidad hermosa y alta como Hijos de Dios -el anillo en la mano, la túnica limpia, las sandalias nuevas-, cuando ni nos deja reparar el daño pues para Él con el perdón es como si nada ya hubiera pasado. Ya está olvidado. La misericordia infinita de Dios, el perdón incondicional del Padre, el reconocimiento del arrepentimiento y la bondad profunda de lo más íntimo del corazón del hombre, de su más profunda realidad como creaturas hechas a imagen y semejanza de Dios, nos hablan de nuestro Dios como el mejor Padre que puede existir, siempre dispuesto a acoger, a perdonar, a recuperar, dejándonos en la libertad de hacer nuestro propio camino, pero siempre con la puerta abierta para abrazarnos en su perdón.

    CODA: La Cuaresma es un tiempo extraordinario para hacer el camino de la conversión y ese pasa sin duda siempre por reconocernos en humildad y realismo como pecadores necesitados de perdón, así que me atrevo a animarles y animarnos a acercarnos al sacramento de la reconciliación: el Buen Padre Dios está siempre dispuestos a abrazarnos, perdonarnos y devolvernos la dignidad de nuestra identidad, la de Hijos amados del Padre.


Fr. Vicente Niño Orti, OP



sábado, 29 de marzo de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (25)

 



TODO EL QUE SE ENALTECE SERÁ HUMILLADO, Y EL QUE SE HUMILLA SERÁ ENALTECIDO


    Para poder caminar en esta Cuaresma todos juntos en la fe y en la esperanza, el primer paso ha de ser la conversión personal y el reconocimiento de nuestros pecados.

    ¿Cómo hay que rogar a Dios? La respuesta la tenemos en la parábola del fariseo y el publicano, que no es comparación, sino un ejemplo doble que debemos imitar o evitar.

    Dos hombres suben a rezar al templo. Uno fariseo, lleva una vida exteriormente intachable. Practica las buenas obras y cumple escrupulosamente la ley. Pero se siente seguro de sí mismo. Se tiene por justo y desprecia a los demás.

    El publicano, en cambio, se siente perdido, se reconoce pecador, necesita perdón y lo pide con humildad.

    Los dos necesitan el perdón, pero Jesús declara que el pobre publicano vuelve justificado. Y es que la justificación personal es un don de Dios. Únicamente quien se reconoce pecador y la pide puede obtenerla de Dios.

    Con cuánta facilidad hoy también los hombres y mujeres nos comparamos con los demás y juzgamos por las apariencias. Nos creemos justos y mejores que nadie, porque hacemos cosas buenas y en el fondo nos rodeamos de autosuficiencia, convencidos de que, a lo más, necesitamos el perdón de ciertos fallos. Y no es así. Es toda nuestra vida, inmersa en un mundo de injusticia y desorden, la que debe ser salvada por Dios.

    El buen camino es empezar por reconocer la existencia del pecado en nuestra vida y luego pedir humildemente a Dios que nos libre de él.

    Que la Esperanza que no defrauda, mensaje central del Jubileo, sea para nosotros el horizonte del camino cuaresmal hacia la victoria pascual.


Montserrat Palet, OP

viernes, 28 de marzo de 2025

CUARESMA 2025: 40 hitos en el camino de la Esperanza (24)

 


“¿QUÉ MANDAMIENTO ES EL PRIMERO DE TODOS?”


    ¿Qué respuesta esperamos de Jesús?

    Estamos en el Jubileo de la Esperanza, en medio del tiempo de Cuaresma. Es un tiempo donde corremos el riesgo de vivir de esfuerzos, lágrimas, sacrificios, y convertir a Jesús en nuestro discípulo.

    Como en este texto el escriba, ante la respuesta de Jesús, le afirma: “muy bien, Maestro, sin duda tienes razón”, como si Dios no la tuviera.

    ¿Realmente esperamos que Dios nos dé respuesta o ya las tenemos de antemano? Pienso, a través de este texto, que no es fácil acoger la virtud de la Esperanza, y dejarnos corregir o que se adelante a nuestros criterios.

    Por eso, en la foto, me importa expresar que el camino que nos toca recorrer a veces está en pendiente. ¿Es viable ese Amor sobre todas las cosas, en subida? En el mundo en el que vivimos, muchos sí lo transitan cuesta arriba, pero otros tenemos mucho terreno allanado.

    Doy gracias a Dios de que los acontecimientos presentes en mi comunidad y en mi propia vida se van poniendo cuesta arriba, para no ser arrogante y creer que tengo todas las respuestas.

    Espero que el Amor a Dios sobre todas las cosas pueda ir creciendo en mis hermanas y también en mí, para no acabar buscándole entre los muertos, sino en los vivos, aquellos que van conmigo en esta vida por las calles, las plazas, los claustros… y todas las personas que Dios pone en el camino.

    “No estás lejos del Reino de Dios”.

    En el camino de la Cuaresma, Jesús nos muestra que es posible acercarnos a ese Reino, no nos resultará fácil.  Pero el camino está abierto, Él nos lo ha abierto, con su obediencia al Padre y con su Amor total hacia Él.

    Esta actitud de Jesús y de su Amor al Padre nos empuja a abrirnos a pedirle a Dios la virtud de la Esperanza para lograr amarle a Él por encima de todo, pese a encontrarnos en un camino cuesta arriba. No estamos solos, Él lleva nuestras cargas, es nuestra salvación.


Dominicas de Vitoria