lunes, 30 de septiembre de 2024

Novena a la Virgen del Rosario (2): El ánimo de María

 

Virgen del Rosario - Iglesa Conventual de Santo Domingo - PP. Dominicos - Cádiz


El ánimo de María



      María nos anima a acudir a Dios en momentos de necesidad. Durante las bodas de Caná, cuando se acaba el vino, María intercede por los novios y le pide a Jesús que haga algo al respecto (Juan 2:1-11).

       Para S. Juan Pablo II, en principio, Jesús da a entender a María que él ya no depende de ella, sino que debe tomar la iniciativa para realizar la obra del Padre. María, entonces, dócilmente deja de insistir ante él y, en cambio, se dirige a los sirvientes para invitarlos a cumplir sus órdenes.

    En cualquier caso, su confianza en el Hijo es premiada. Jesús, al que ella ha dejado totalmente la iniciativa, hace el milagro, reconociendo la valentía y la docilidad de su madre: «Jesús les dice: "Llenad las tinajas de agua". Y las llenaron hasta el borde» (Jn 2, 7). Así, también la obediencia de los sirvientes contribuye a proporcionar vino en abundancia.

     La exhortación de María: «Haced lo que él os diga», conserva un valor siempre actual para los cristianos de todos los tiempos, y está destinada a renovar su efecto maravilloso en la vida de cada uno. Invita a una confianza sin vacilaciones, sobre todo cuando no se entienden el sentido y la utilidad de lo que Cristo pide.

     De la misma manera que en el relato de la cananea (cf. Mt 15, 24-26) el rechazo aparente de Jesús exalta la fe de la mujer, también las palabras del Hijo «Todavía no ha llegado mi hora», junto con la realización del primer milagro, manifiestan la grandeza de la fe de la Madre y la fuerza de su oración.

      El episodio de las bodas de Caná nos estimula a ser valientes en la fe y a experimentar en nuestra vida la verdad de las palabras del Evangelio: «Pedid y se os dará» (Mt 7, 7; Lc 11, 9).

      María nos enseña a ir a Dios con nuestras necesidades, sabiendo que él nos escucha y está dispuesto a ayudarnos.

     Para Francisco, las palabras que María dirige a los sirvientes, “Haced lo que El os diga”, son sus últimas palabras referidas por los Evangelios, como una herencia que nos deja a todos. Es una expresión que recuerda la fórmula de fe utilizada por el pueblo de Israel en el Sinaí en respuesta a las promesas de la Alianza: "Haremos todo cuanto ha dicho el Señor".

     En Caná los sirvientes obedecen. "Jesús les dijo: Llenad las tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dice: “Sacadlo ahora y llevadlo al maestresala. Ellos las llevaron.

       En estas bodas, realmente, se estipula una Nueva Alianza y a los servidores del Señor, es decir, a toda la Iglesia, se le confía la nueva misión: "Haced lo que El os diga”.

      Servir al Señor significa escuchar su palabra y ponerla en práctica. Es la recomendación, sencilla pero esencial de la madre de Jesús y el programa de vida del cristiano. Para cada uno de nosotros, beber de la tinaja equivale a confiar en la Palabra de Dios para sentir su eficacia en la vida.



S. JUAN PABLO II: Audiencia general (26 de febrero de 1997)
FRANCISCO: Audiencia general (8 de junio de 2016)


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Santísima Virgen del Rosario:


¡Gracias porque me haces entender que por mis solas fuerzas, no puedo conseguir la salvación!

¡Gracias, porque me haces ver que la salvación viene de Dios,

porque me enseñas la importancia de esperar y acoger lo que venga del Señor con el corazón abierto!

¡Gracias por tu invitación a encontrarme con el Dios que me ama infinita y desinteresadamente,

que me espera con los brazos abiertos y todo lo soporta!

¡Y a ti, Señor, te pido me envíes tu Santo Espíritu para que ilumine siempre mi corazón

para ser capaz de comprender y descubrir cómo habitas en mi interior!

¡Ayúdame, como hizo tu Madre, a reconocerte siempre en lo más humilde y sencillo!

¡«Haced lo que Él os diga»; quiero hacerlo María, de tu mano, bajo tu amparo y con tu consejo!


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REZO DEL ROSARIO: Misterios Gozosos

domingo, 29 de septiembre de 2024

Novena a la Virgen del Rosario (1): La fe de María

 

(Virgen del Rosario - Iglesia de San Agustín PP. Dominicos - Córdoba)




La fe de María



         María siempre nos lleva a Jesús. Es una mujer de fe, una verdadera creyente. ¿Cómo es la fe de María?

             La fe de María desata el nudo del pecado. ¿Qué significa esto? Los Padres conciliares han tomado una expresión de san Ireneo que dice así: "El nudo de la desobediencia de Eva lo desató la obediencia de María. Lo que ató la virgen Eva por su falta de fe, lo desató la Virgen María por su fe".

          Cuando no escuchamos a Dios, no seguimos su voluntad, cometemos actos concretos en los que mostramos falta de confianza en él – y esto es pecado –, se forma como un nudo en nuestra interioridad.

        Estos nudos nos quitan la paz y la serenidad. Son peligrosos, porque varios nudos pueden convertirse en una madeja, que siempre es más doloroso y más difícil de deshacer.

       Pero para la misericordia de Dios nada es imposible. Hasta los nudos más enredados se deshacen con su gracia. Y María, que con su "sí" ha abierto la puerta a Dios para deshacer el nudo de la antigua desobediencia, es la madre que con paciencia y ternura nos lleva a Dios, para que él desate los nudos de nuestra alma con su misericordia de Padre.

      Podríamos preguntarnos: ¿Cuáles son los nudos que hay en mi vida? ¿Pido a María que me ayude a tener confianza en la misericordia de Dios para cambiar?

    La fe de María es camino: El Concilio afirma que María "avanzó en la peregrinación de la fe". Por eso ella nos precede en esta peregrinación, nos acompaña y nos sostiene.

       ¿En qué sentido la fe de María ha sido un camino? En el sentido de que toda su vida fue un seguir a su Hijo: él es la vía, el camino.

       Progresar en la fe, avanzar en esta peregrinación espiritual que es la fe, no es sino seguir a Jesús; escucharlo y dejarse guiar por sus palabras; ver cómo se comporta él y poner nuestros pies en sus huellas, tener sus mismos sentimientos y actitudes: humildad, misericordia, cercanía, pero también un firme rechazo de la hipocresía, de la doblez, de la idolatría.

       La vía de Jesús es la del amor fiel hasta el final, hasta el sacrificio de la vida; es la vía de la cruz. Por eso, el camino de la fe pasa a través de la cruz, y María lo entendió desde el principio, cuando Herodes quiso matar a Jesús recién nacido.

       Pero después, esta cruz se hizo más pesada, cuando Jesús fue rechazado: la fe de María afrontó entonces la incomprensión y el desprecio; y cuando llegó la «hora» de Jesús, la hora de la pasión: la fe de María fue entonces la lamparilla encendida en la noche. María veló durante la noche del sábado santo.

   Su llama, pequeña pero clara, estuvo encendida hasta el alba de la Resurrección; y cuando le llegó la noticia de que el sepulcro estaba vacío, su corazón quedó henchido de la alegría de la fe, la fe cristiana en la muerte y resurrección de Jesucristo.

     Este es el punto culminante del camino de la fe de María y de toda la Iglesia. ¿Cómo es nuestra fe? ¿La tenemos encendida como María también en los momentos difíciles, de oscuridad? ¿Tengo la alegría de la fe?

(Catequesis del Papa Francisco sobre María - 12 Octubre 2013)


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Santísima Virgen del Rosario:

Amada por Dios desde toda la eternidad, viniste al mundo llena de gracia y sin la más ligera sombra de pecado para ser Madre de Jesús y Madre nuestra.

Cuando el ángel te saludó en nombre de Dios, respondiste sí a la invitación divina, y el Verbo se hizo carne en tu seno virginal. Desde entonces comenzaste a vivir en íntima comunión con Él los misterios todos de su vida, y te convertiste en Nuestra Señora del Evangelio, de la Redención y de la Gracia.

Madre del Rosario acércate aún más a nosotros. Te pedimos por los que no tienen fe o rechazan tu luz. Por los que no tienen pan. Por los enfermos y por los sanos. Por los que viven angustiados o sufren sin esperanzas. Por los hogares que se elevan y por los hogares que amenazan ruinas.

Santifícanos y fortalece a todos los llamados a seguir a Jesucristo.

Enciende en los corazones un fuego que jamás se extinga.

Madre del Rosario, únenos a Ti en la tierra y llévanos contigo al Cielo.

Amén.


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REZO DEL ROSARIO: Misterios Gloriosos